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México D.F. Jueves 11 de marzo de 2004
LA MUESTRA
Carlos Bonfil
Wilbur. Cómo suicidarse sin morir en el intento
SUICIDIO PARA PRINCIPIANTES. Wilbur (Jaime Sives),
joven de 30 años, maniaco depresivo, inclinado a la tentación
de abreviar sus días, está condenado a fallar en cada tentativa.
Seductor sin esfuerzo, displicente por cálculo, es también
egoísta y encantador, sin que a nadie parezca importarle tal paradoja.
Tiene un hermano mayor, Harbour (Adrian Rawkins), de carácter muy
opuesto al suyo, y una enamorada secreta (Alice -estupenda Shirley Henderson),
a la que corteja el desgarbado Harbour. Los tres personajes combinarán
sus existencias afectivas en el marco de una vieja librería de Glasgow,
todo en el tono de una comedia ligera que, sin embargo, aborda de modo
muy directo los temas de la frustración sentimental y de la muerte,
tanto la deseada como la no solicitada.
WILBUR.
COMO SUICIDARSE SIN MORIR EN EL INTENTO (Wilbur wants to kill
himself) es el largometraje más reciente de la realizadora danesa
Lone Scherfig, de quien se conoce en México Italiano para principiantes,
cinta sobresaliente. Miembro del movimiento fílmico danés
Dogma, la cineasta se ha distinguido por un modo muy personal de combinar
drama y tragedia en situaciones domésticas inusuales, en grupos
de familiares o amigos. La comicidad en Wilbur... alcanza sus mejores
momentos al principio del filme, en los primeros atisbos a la personalidad
trastornada del joven suicida, y en sus sesiones en un grupo de autoayuda
para aficionados a la muerte prematura, dirigido por un analista, el doctor
Horst (Mads Mikkelsen), quien parece salir de El reino (The kingdom,
1994), la fantasía de horror siquiátrico de Lars von Trier.
En estas secuencias, que incluyen los primeros intentos de suicidio, la
comicidad funciona bien. Desafortunadamente, la repetición y simpleza
de los gags rápidamente desgastan el recurso humorístico.
Wilbur confía demasiado en su propio encanto, y la película
en su originalidad e ingenio. Todo se vuelve previsible y lo que gana mayor
interés es el drama personal que paralelamente vive Harbour, suerte
de ironía y cruel parodia de las obsesiones que tanto entretienen
a Wilbur.
LA DIRECTORA MUESTRA talento especial para transitar
de una situación cómica a momentos muy emotivos. De manera
inteligente involucra al espectador en el drama de Harbour, mismo que ignoran
durante un buen tiempo los seres que lo rodean. En el momento en que llegan
de modo accidental las revelaciones, el público se ha interesado
ya lo suficiente en el drama del hermano mayor para apreciar las reacciones
de estupor y angustia que éste provoca en Alice y Wilbur. Es aquí
donde la cinta cobra su mayor intensidad. El personaje de Wilbur crece
y alcanza una definición estupenda. Su egocentrismo se resquebraja
al contacto con una realidad que lo rebasa, cambio que el actor Jaime Sives
registra de modo notable. Hasta el momento su sabiduría mayor consistía
en haber casi traspasado el umbral de la muerte, y regresado con vida,
sólo para revelar que el otro mundo se parece, en su monotonía
y blancura, a la ciudad de Glasgow.
WILBUR DESCUBRE CON azoro, y casi al mismo tiempo,
la revelación amorosa y la sensación real de la pérdida
ajena -él, tan obsesionado con la propia. Lone Scherfig ya no insiste
entonces en obtener de su protagonista mayores despliegues de encanto personal.
Hay un proceso de maduración sentimental que ciertamente se apodera
de Wilbur. La comedia desigual se vuelve un drama sólido y convincente.
Tal vez sea este el mejor rasgo estilístico de la directora, saber
conducir engañosa y maliciosamente una trama en apariencia banal
a planteamientos morales mucho más interesantes.
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