México D.F. Sábado 6 de marzo de 2004
Comenzó temporada de El lago de los
cisnes con la Compañía Nacional de Danza
Peregrinación al viejo Bosque de Chapultepec
para cumplir añejo rito
El frío y la fetidez del lago también
formaron parte del escenario
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
No es 12 de diciembre y sin embargo decenas de personas
hacen su peregrinación para cumplir un viejo rito. No es la Basílica
sino Chapultepec, y no es la Virgen de Guadalupe sino El lago de los
cisnes representado sobre el agua, no importa que el olor a estancado
pique la nariz de vez en cuando.
Todo
parecía indicar que el jueves, cuando inició temporada la
Compañía Nacional de Danza, sería una noche calurosa,
pero nomás sentarse un aire comenzó a soplar hacia el público
trayendo el frío y la fetidez del lago.
Por los altavoces se anuncia que en caso de contingencia
hay que obedecer a las brigadas de protección civil, y dan la primera
llamada. Vienen la segunda y la tercera, pero la danza no empieza. Alguien
olvidó su coche cerca del escenario y no permite que principie la
función.
Solucionado el inconveniente, las luces se encienden del
lado izquierdo del lago, donde comienza la fiesta por la mayoría
de edad del príncipe Sigfrido, como dice el narrador. El juego de
luces y el color del vestuario recuerdan a las películas de Disney,
sólo que ésta es en tercera dimensión.
Hay caballos, damas, una reina, varios bufones, y el príncipe
en el centro trata de elegir a la que será su esposa de entre aquellas
que bailan a su alrededor. Para no acongojarse va de cacería con
sus amigos.
La emoción llena al público al ver las barcas,
que no son otras que las lanchas domingueras disfrazadas, diría
un señor en las gradas. Las naves se dirigen al centro del escenario,
donde está la isla más grande del lago. Sopla de nuevo el
aire cada vez más frío.
A diferencia de las funciones promedio de esta fiesta
popular, pocos son los niños que asisten a la primera función;
como sea, sus papás se previnieron con suéteres. Los adultos
tratan de vencer el frío cruzando los brazos y haciéndose
bolita en las sillas.
Triunfo del bien sobre el mal
Por momentos parece que la barcas van a zozobrar, los
bailarines hacen un poco de equilibrio, sus ojos serios y cuerpos en pose
elegante se cruzan con las miradas de los espectadores, que para entonces
ya aguantaron la respiración ante el movimiento peligroso de la
barca del príncipe que se inclinó un poquito.
Sigfrido
y sus amigos descienden de las lanchas. Ahí está Odette,
la princesa convertida en ave elegante por un hechizo del malvado brujo
Von Rothbart, junto con todas sus doncellas.
Los cisnes-bailarinas salen uno a uno al escenario. En
la coreografía falta la sincronización, falla la técnica,
algunos de los trajes no ajustan bien a los cuerpos de las doncellas, lo
que deberían ser líneas rectas van más bien en curva,
las miradas no van hacia el mismo lugar, los pies no están a la
misma altura. La compañía da al público una representación
regular de un espectáculo con 28 años de representación
en la isleta del lago del viejo Bosque de Chapultepec.
Sobre
la música de Piotr Ilich Chaikovsky se alcanza a escuchar el trac
trac de las zapatillas de baile sobre la madera, mientras dos patos insomnes,
estos sí de carne y plumas, compiten en el agua con el reflejo de
las bailarinas.
Llega entonces uno de los momentos clave. El brujo trata
de evitar el amor entre Sigfrido y Odette. Pone entre ellos a Odile, ''más
misteriosa" que el cisne blanco, reza la voz del narrador desde una grabación
hecha en 1976 que aún se escucha fuerte y claro.
El traje del cisne negro siempre es más bonito
que el de Odette. Más llamativo, más femenino, contrasta
con el blanco de todos los demás cisnes. Seduce a Sigfrido y el
brujo canta victoria, desde su isla de la que salen rayos y centellas verdes
y rojas.
Los cálculos le fallan, y como en todo cuento que
se precie de bueno, el bien triunfa sobre el mal.
Apenas un tibio aplauso selló la función,
la primera, de El lago de los cisnes.
Habrá que advertir, aunque lo sabe el público
cautivo, que no se trata de la obra completa, sino de fragmentos de la
coreografía pensada por Lev Ivanov y Marius Petipa, y estrenada
por el Ballet Bolshoi en 1877, exactamente cien años antes de que
iniciara funciones en el lago del bosque.
Gracias al frío el público abandona rápidamente
los asientos para dirigirse al calorcito de su coche o del pesero en Reforma.
Terminó la peregrinación.
(El lago... continuará funciones a las 20
horas, de jueves a domingo, del 4 al 21 de marzo, y de miércoles
a domingo, del 24 de marzo al 4 de abril. En horario de verano las presentaciones
son a las 20:30 horas.)
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