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México D.F. Viernes 27 de febrero de 2004
BLAIR, EL ESPIA
La
ex ministra británica de Desarrollo Internacional, Clare Short,
quien renunció al cargo en mayo del año pasado en protesta
por la agresión militar contra Irak emprendida por los gobiernos
de George W. Bush y Tony Blair, reveló ayer que Londres espió
al secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Kofi
Annan, antes del inicio de la invasión y destrucción del
país árabe por tropas angloestadunidenses. La ex funcionaria
contó que había visto "transcripciones de conversaciones"
privadas del secretario general, cuyo despacho fue un objetivo prioritario
para los servicios ingleses de inteligencia. El primer ministro reaccionó
con furia a los señalamientos de su ex colaboradora y la acusó
de "poner en peligro la seguridad del país", pero no se atrevió
a desmentir de manera explícita la denuncia de Short.
Unas horas antes, el gobierno de Blair se desistió
de ejercer acción legal contra la traductora Katharine Gun, empleada
de una dependencia del espionaje británico que filtró a la
prensa una solicitud de ayuda de la inteligencia de Washington a la de
Londres para intervenir teléfonos de diversas representaciones ante
el Consejo de Seguridad de la ONU en vísperas de la incursión
armada contra Irak, cuando tanto Bush como Blair aún abrigaban esperanzas
de torcer la voluntad de varios miembros de esa instancia para conseguir
la cobertura diplomática de las Naciones Unidas para la agresión
que estaban a punto de empezar.
Es oportuno recordar que, en su momento, se denunció
que los integrantes de la "coalición" antiraquí habían
ordenado espiar diversas legaciones diplomáticas ante la sede del
organismo internacional en Nueva York, entre ellas la de nuestro país
y la de Chile, naciones latinoamericanas que se opusieron a la guerra injustificada
y criminal que, convertida en ocupación colonial, dista de haber
concluido. Ahora se confirma que Bush y Blair no sólo ordenaron
allanar en forma clandestina las oficinas o las comunicaciones de los estados
que no se alineaban en automático con la lógica de la invasión,
sino que irrumpieron también en las conversaciones privadas de Kofi
Annan, en lo que constituyó un quebrantamiento más de la
legalidad internacional, de la ética política, de las reglas
diplomáticas y de la decencia. Como lo señaló ayer
mismo el portavoz de la secretaría general de la ONU, Fred Eckhard,
el espionaje contra Annan es violatorio de la Convención de Privilegios
e Inmunidades de 1946 -ratificada por Londres ese mismo año-, del
acuerdo entre Estados Unidos y la ONU sobre la sede del organismo internacional
en Nueva York, signado un año después, y de la Convención
de Viena de 1961 sobre relaciones diplomáticas.
Las revelaciones de Clare Short y la incapacidad del gobierno
de Londres para actuar judicialmente contra Katharine Gun representan otra
vuelta de tuerca para el mandato de Tony Blair, acorralado por sus propias
mentiras y las pruebas de su falta de escrúpulos. Adicionalmente,
los señalamientos de la ex ministra británica de Desarrollo
Internacional ponen en evidencia la absoluta falta de respeto de los gobiernos
estadunidense e inglés para con la legalidad internacional. Ante
esos atropellos, se pone de manifiesto la necesidad de que los otros gobiernos
fortalezcan a los organismos internacionales multilaterales y preserven
la integridad de sus representaciones diplomáticas del espionaje
angloestadunidense.
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