México D.F. Sábado 21 de febrero de 2004
Las bajas tasas de inflación y de interés
benefician sólo a una parte de la población
Bendesky: la estabilidad, insuficiente para propiciar
crecimiento y empleo
"La economía mexicana tiene total dependencia
de fuentes externas", afirma el especialista
ROBERTO GONZALEZ AMADOR
La estabilidad financiera, que se refleja en las tasas
de inflación y de interés más bajas en tres décadas,
no ha contribuido a generar crecimiento económico y empleo. Los
beneficios, entonces, no se expresan en mayor inversión y, en todo
caso, alcanzan a pocos: quienes mantienen su empleo.
"La estabilidad está dada fundamentalmente por
las condiciones externas, y no necesariamente como resultado favorable
de una gestión económica", opinó León Bendesky,
socio director de la consultoría Sistema de Información Regional
de México (Sirem).
Esta semana, el Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática (INEGI) divulgó que en 2003
el producto interno bruto (PIB) creció 1.3 por ciento en 2003. Con
esa cifra, la economía tuvo un magro desempeño en los primeros
tres años del gobierno del presidente Vicente Fox: un repunte de
0.63 por ciento anual, el más bajo para la primera mitad de una
administración federal en medio siglo.
Para
tratar de matizar esa información, el presidente Vicente Fox afirmó
el miércoles pasado que en los tres primeros años de su gobierno
se habían registrado la inflación y tasas de interés
más bajas en tres décadas. Además, consideró
que uno de los mayores logros de su gestión era que los salarios
habían crecido más que los precios promedio.
La política orientada a contener la inflación
es la causa principal del bajo crecimiento. La estabilidad financiera ha
sido lograda a costa de un mayor desempeño de la economía.
"Es cierto que es mejor una baja inflación que
tener un elevado nivel de precios. En primer lugar, porque una alta inflación
genera distorsión de precios, y eso dificulta la toma de decisiones
de los agentes económicos. Es cierto que una inflación controlada
mejora el salario real, pero eso sólo es válido para quienes
reciben salario y tienen un ingreso fijo, algo que no es de aplicación
general en México", opinó Bendesky.
En México, sólo 15 millones de personas,
que representan un tercio de la población en edad y condición
de trabajar, tiene un empleo formal, de acuerdo con estadísticas
oficiales. El resto, es decir, dos terceras partes de la población
económicamente activa, se desempeña principalmente en actividades
informales.
Bendesky continúa: "También es cierto que
una menor inflación acarrea menores tasas de interés. Pero
hay que diferenciar claramente. Para los ahorradores, esto no es una ventaja,
porque reciben menos réditos por sus recursos. Quizás es
una ventaja para el gobierno, porque paga menos por la deuda interna (más
de un billón de pesos). En cambio, para quienes piden dinero, las
tasas son muy altas; de 16 por ciento para los créditos hipotecarios
o casi 40 por ciento en tarjetas de crédito. Entonces, hay que determinar
cómo se distribuyen las ventajas de las tasas de interés
para ver quiénes se benefician más".
Así, la estabilidad de tasas de interés
no se ha expresado en México en mayores niveles de inversión,
aunque los consumidores siguen asumiendo deudas a tasas que por lo menos
triplican la inflación.
El especialista aseguró que la estabilidad entendida
como inflación y tasas de interés bajas es sólo una
de las condiciones para el crecimiento, pero no es suficiente. "En México
está demostrado que tenemos baja inflación y baja tasa de
crecimiento", insistió.
Destacó que la actividad económica de México
sigue dependiendo mayormente de los estímulos externos. Así,
el año anterior, mientras la actividad se mantuvo aletargada, los
altos precios del petróleo generaron 70 mil millones de pesos de
ingresos adicionales para el gobierno, y el país recibió
remesas por una cifra histórica de 13 mil 226 millones de dólares.
"La economía mexicana tiene una total dependencia
de fuentes externas, para las cuales la baja inflación es irrelevante",
concluyó.
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