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México D.F. Sábado 21 de febrero de 2004
Gonzalo Martínez Corbalá
Las medallas de John Forbes Kerry (JFK)
Después que Howard Dean abandonó la carrera demócrata por la presidencia, decisión anunciada en Burlington, Vermont, a pesar de que al principio de la campaña interna se le consideraba favorito y de haber perdido en las 17 elecciones celebradas hasta ahora sin haber ganado una sola, es indudable que John Kerry, con 15 victorias en su haber, será el candidato presidencial demócrata el próximo 2 de noviembre, con una fuerza arrolladora, con el segundo lugar en favor de John Edwards, cuyo respaldo está configurado principalmente por votantes independientes.
La fuerte posición de John Kerry -aun cuando, como es natural, hasta ahora sólo se ha medido en los caucus demócratas-, por la importancia relativa que representa en toda la nación, es indicadora también de que el pueblo estadunidense lo que está buscando ya a estas alturas es la paz en los escenarios internacionales y que no les arrojen a la cara todos los días los féretros de los soldados muertos en Irak ni en cualquier otra nación que, siguiendo la doctrina de la guerra preventiva como única alternativa para consolidar la seguridad nacional de Estados Unidos, mantenga a la juventud estadunidense en guerra constante fuera de sus fronteras, lejos de su territorio y luchando en conflictos que cada vez convencen menos a la opinión pública de ese país de que de ello depende acabar con el terrorismo y conseguir esa anhelada paz.
Ciertamente, el terrorismo como fenómeno sintomático y característico de finales del siglo XX y principios del XXI nos preocupa muchísimo a los mexicanos, vecinos con una larga frontera con la nación más poderosa del mundo, y lo repudiamos absolutamente como solución para cualquiera de los peligros que según George W. Bush, un "presidente de guerra", amenazan no solamente la seguridad nacional de Estados Unidos, sino también la de todo el mundo.
Aun cuando hay quienes como el presidente José María Aznar, que el 4 de febrero pasado, en el Congreso de Estados Unidos -donde fue aplaudido de pie en 23 ocasiones por los legisladores-, justificó sin reservas la guerra contra Irak, expresando en su discurso que Saddam Hussein "vulneró de forma reiterada la legalidad internacional" y destacó que "la utilización de armas de destrucción masiva por parte de terroristas es un riesgo" ante el que la comunidad internacional no puede permanecer pasiva (El País, 5 de febrero de 2004), hay ya, a la fecha, una clara y generalizada conciencia de que Irak no poseía físicamente las tan traídas y llevadas armas de destrucción masiva -que sí tienen, fuera de toda duda, Estados Unidos, Gran Bretaña y en menor escala España- y de que las verdaderas causas para desatar la guerra contra Irak están ocultas en su subsuelo y tienen más relación con los energéticos fósiles que con la potencia nuclear.
La industria petrolera iraquí está integrada por las siguientes empresas: North Oil Company, South Oil Company y State Oil Marketing Organization, pero sólo la última está plenamente activa. Ya está en negociaciones con Repsol, en España, y otras dos industrias para cerrar nuevos contratos de suministro, después de haber adquirido ya 15 millones de barriles y están pendientes de entregarse parte de ellos.
En pocas palabras, las expectativas que se habían levantado de poder disponer de inmediato, para incorporarlas al mercado internacional, de las reservas de petróleo iraquíes, debido a la gran inestabilidad provocada por los ataques terroristas contra las fuerzas estadunidenses de ocupación, esto no ha sido posible, y a pesar también de que se han hecho contratos de concesiones para la reconstrucción de las principales instalaciones petroleras, de tal manera que pudiera ponerse en marcha su explotación y refinación, tampoco esto se ha podido hacer en la realidad y las reservas petroleras iraquíes permanecen en el subsuelo.
El triunfo de John Kerry, cuyas iniciales son también JFK, ya puesto a competir frente a George W. Bush, si bien no es ciertamente fácil, tampoco es imposible. El concepto de seguridad nacional expresado por él tiene que ver más con el desarrollo económico, la seguridad social y una política fiscal que favorezca menos a las grandes empresas y más al ciudadano común de Estados Unidos, que con la guerra preventiva y el combate al terrorismo con las fuerzas militares estadunidenses fuera de su territorio y el lanzamiento incesante de misiles contra el "eje del mal ampliado".
Kerry votó en favor de la guerra, aunque critica los engaños y errores de Bush, y sin duda los republicanos habrán de atacarlo por el flanco de la economía. En su equipo se comenta que si bien es un liberal que desde 1984 es miembro del Senado, que tuvo una educación privilegiada: escuelas suizas, los colegios privados más caros y la universidad de Yale, por otra parte es un senador que puede ser calificado de moderado políticamente, que comparte plenamente los valores del Partido Demócrata y que puede comprobar haber participado en la guerra de Vietnam, aunque en 1971, John Forbes Kerry (JFK), al frente de un grupo de veteranos de esa injusta guerra, tiraron sus medallas en las escaleras del Capitolio en señal de protesta.
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