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México D.F. Viernes 20 de febrero de 2004
Leonardo García Tsao
El primer festival en serio
Hoy se inician en forma las primeras proyecciones públicas del Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México (FICCO, para los cuates), la primera vez que en nuestro país se organiza un festival de esta naturaleza: más de un centenar de películas, la mayoría de ellas con pocas probabilidades de exhibirse aquí bajo condiciones normales. Es decir, es la ocasión para que los cinéfilos del DF y anexas dejen de llorar sobre la carencia de opciones en la cartelera, y pongan en práctica su interés por un cine diferente.
Formar parte del jurado de la competencia me impide, desde luego, comentar sobre los títulos que la componen, varios de los cuales ya he visto en el extranjero. Pero sí puedo recomendar algunas películas de las otras secciones. Por ejemplo, en la del nombre larguísimo, 19 películas internacionales bla, bla, bla, hay nombres tan atrayentes como Altman, Egoyan, Godard, Haneke, Iosseliani, Techiné y Tsai, entre otros. Al margen del prestigio implícito, prefiero llamar la atención sobre B-Happy, del chileno Gonzalo Justiniano. En su mejor realización a la fecha, el realizador ensaya con ironía el antimelodrama al contar la historia de una adolescente provinciana (la casi bressoniana Manuela Martelli) que enfrenta las desgracias habituales del género sin arredrarse. (Dado que sólo hay dos títulos iberoamericanos en la competencia, la brasileña El hombre del año y la mexicana Mil nubes de amor etc., me extraña que se haya excluido a B-Happy de la misma.)
También en esa sección se ha programado el documental Retratando a los Friedman, de Andrew Jarecki, inquietante testimonio de la que es quizá la familia más disfuncional jamás filmada. El director utiliza sus propias entrevistas y las películas caseras de los Friedman -muchas de las cuales son intensos sicodramas- como una manera de indagar sobre el carácter elusivo de la verdad, en torno a una acusación de pederastia que ha desintegrado a la familia.
Y ya en la sección de documentales, propiamente dicha, es fascinante la forma en que La revolución no será televisada desmiente noticias difundidas por los medios internacionales. Las irlandesas Kim Bartley y Donnacha O'Briain se encontraban en el palacio de gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez cuando ocurrió el fallido golpe de estado de 2002. Gracias a la oportunidad de estar en el ojo del huracán, las cineastas ofrecen una visión muy diferente de los hechos, en una muestra urgente de documental político.
Entre los rescates del festival debe mencionarse el estreno en México de las óperas primas de Claire Denis (Chocolate, 1988), Atom Egoyan (Next of Kin, 1984), Michael Haneke (El séptimo continente, 1989) y Todd Haynes (Veneno, 1990). Y en la sección dedicada al cine independiente estadunidense sobresale Mundo fantasma, segundo largometraje de Terry Zwigoff y una de las mejores películas de 2001. Basada en el cómic de Daniel Clowes, se trata de una emotiva historia de automarginación compartida, en un mundo de valores trastocados. Aquí también se ha programado Ciudad de fantasmas, debut como realizador del actor Matt Dillon, cuyo coguionista Barry Gifford estará presente el próximo lunes para dar una conferencia magistral. (Ciudad de fantasmas es una de varias películas -entre las que se incluyen las realizaciones más recientes de Iosseliani, Haneke y Tsai- sin distribución en México. O sea que su exhibición en el festival podría significar la última oportunidad de verlas en pantalla.)
Para buscadores de lo extraño, resulta irresistible la sección de cine de horror japonés. Conozco un par de realizaciones de Takeshi Miike -incluyendo Ichi el asesino- y puedo asegurar que su capacidad para el gore delirante no tiene rival por el momento. Y ciertamente me provoca curiosidad El resentimiento, de Takashi Shimizu, pues Sam Raimi ha confesado que le causó miedo... y el deseo de producir su versión hollywoodense.
La única faltante, de hecho, sería un escaparate de producciones mexicanas recientes para los invitados extranjeros. Pero como ésa es la función de la cercana Muestra de Guadalajara, es probable que el FICCO no haya querido meterse en su terreno.
Ahora le toca responder al público capitalino. Si cede a su habitual apatía y no aprovecha el momento, ya no tendrá ningún derecho a quejarse. [email protected]
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