México D.F. Viernes 20 de febrero de 2004
Durante su sexenio se impulsó la relación
con la isla
Discreto obituario para López Portillo en Cuba
La información de Granma no revela las
gestiones que realizó para eliminar tensiones con Estados Unidos
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La
Habana, 19 de febrero. El diario oficial Granma despidió
hoy con un discreto obituario al ex presidente mexicano José López
Portillo, de quien destacó su "posición nacionalista" y tramos
de su política latinoamericana.
La nota apareció en la página internacional
del matutino, con una foto del fallecido político mexicano.
"Su deceso es reseñado por todos los medios de
prensa en el país, los cuales recuerdan su posición nacionalista,
la nacionalización de la banca y la frase de que defendería
el peso mexicano 'como un perro' si fuese necesario", señaló
el diario del Partido Comunista de Cuba, en un despacho fechado en México.
Agregó que el gobierno de López Portillo
se distinguió en política exterior "por un amplio respaldo
al movimiento sandinista y a la revolución nicaragüense", y
que "ofreció pleno apoyo a la reivindicación panameña
de soberanía sobre la zona del Canal".
Además de esos comentarios y de los datos biográficos,
Granma sólo cita las visitas oficiales que cumplieron el
presidente Fidel Castro a México (17-18 de mayo de 1979) y López
Portillo a Cuba (1-2 de agosto de 1980).
La relación con Cuba
Hace 25 años ambos mandatarios intercambiaron favores
y muestras de respaldo que hicieron del de López Portillo uno de
los gobiernos mexicanos más cercanos al de Castro desde el triunfo
de la revolución.
Castro, exiliado en México en los años 50,
regresó como estadista gracias a la invitación de López
Portillo. Aunque la visita se realizó a Cozumel e Isla Mujeres,
tuvo nutridas delegaciones oficiales y concluyó con un comunicado
conjunto de 12 páginas que resaltó el "entusiasmo" de la
recepción y "la amistad y la fraternidad" de las relaciones bilaterales.
La insurgencia sandinista estaba entonces en plena ofensiva.
Dos días después de despedir a Castro, López Portillo
recibió en Cozumel al presidente costarricense Rodrigo Carazo Odio.
Sin haber terminado una comida con su invitado, el mandatario mexicano
anunció la ruptura de relaciones con el régimen de Anastasio
Somoza.
Un año más tarde, en medio de la crisis
surgida por la ocupación de la embajada de Perú en La Habana
y el éxodo de emigrantes desde el puerto de Mariel, en un episodio
de máxima tensión entre Cuba y Estados Unidos, López
Portillo realizó una visita oficial a la isla.
Castro le brindó una espléndida recepción.
Impuso a su invitado la Orden José Martí, máxima condecoración
del Estado cubano, y en honor al visitante realizó un mitin gigante
en la Plaza de la Revolución.
Ningún otro presidente mexicano ha recibidos tales
distinciones. López Portillo declaró en La Habana que "lo
que se le haga a Cuba se le hace a México".
Los gestos de respaldo fueron más fuertes que un
raspón: Cuba quedaba fuera del Pacto de San José, el acuerdo
entre México y Venezuela para suministrar petróleo en condiciones
preferenciales a Centroamérica y el Caribe que López Portillo
firmaría un día después de ser vitoreado en la isla.
Al año siguiente, 1981, México sería
sede, en Cancún, del diálogo Norte-Sur entre mandatarios
de ambas franjas del mundo. Castro era invitado lógico, como presidente
del Movimiento de Países no Alineados.
Pero el mandatario estadunidense Ronald Reagan dijo que
no cabían los dos a la mesa.
El propio líder cubano explicó este episodio
el pasado 22 de abril de 2002, cuando dio a conocer la grabación
de su conversación telefónica con Vicente Fox, que precipitó
la peor crisis bilateral.
"Cuando el presidente Reagan amenazó con boicotear
la reunión en 1981", contó Castro hace dos años, "me
vi obligado a complacer al presidente José López Portillo.
Pero éste, en medio de su vergüenza y su pena, se comportó
como un caballero. Fue elegante, me invitó a Cozumel, y con toda
franqueza me explicó su tragedia. Accedí".
Castro aludió así a su segunda visita a
Cozumel, el 7 de agosto de 1981, que tuvo carácter privado.
Tres meses más tarde se realizó el diálogo
Norte-Sur, con Reagan y sin Castro.
Por el historiador estadunidense Peter Kornbluh, de la
Universidad George Washington, las memorias del secretario de Estado de
Reagan, Alexander Haig, y las de su segundo, Robert McFarlane, así
como por documentos cubanos desclasificados, ahora se conoce un capítulo
inédito de esta alianza: la negociación del más importante
contacto de la guerra fría entre Cuba y Estados Unidos con
México como anfitrión e intermediario.
Según esas fuentes, López Portillo y Castro
hablaron en su segundo encuentro en Cozumel de un posible diálogo
entre Cuba y Estados Unidos para distender el ambiente regional. Castro
dijo a su anfitrión que estaba dispuesto a discutir cualquier asunto.
La diplomacia mexicana, a cargo del canciller Jorge Castañeda
y Alvarez de la Rosa, empezó a trabajar en el caso. Después
del diálogo Norte-Sur, en la limosina que los llevaba al aeropuerto,
López Portillo pidió a Reagan que le devolviera el favor
que le debía por haber logrado la ausencia de Castro en la cumbre:
que aceptara una plática secreta con el vicepresidente cubano Carlos
Rafael Rodríguez. Reagan aceptó de inmediato y designó
a Haig.
El funcionario estadunidense definió sus términos:
nada de normalización de relaciones, nada de bajar la presión;
sólo se hablaría de la devolución a Cuba de los ex
convictos que habían salido en el éxodo de Mariel y del "cese
de la intervención cubana" en Centroamérica.
En la casa del canciller Castañeda, en la ciudad
de México, Haig y Rodríguez se reunieron en secreto el 23
de noviembre de 1981. Haig centró las baterías en la "intervención
cubana" y Rodríguez en refutarla. Luego se aproximaron a una especie
de esquema de coexistencia pacífica.
La reunión concluyó con que los dos países
podrían mantener el "intercambio de opiniones", siempre con los
mexicanos como intermediarios.
En efecto, México arregló una continuación
del encuentro: la visita a La Habana del general Vernon Walters, enviado
especial de Reagan, quien habló cinco horas con Castro en marzo
de 1982. La crisis centroamericana se tensó y no hubo una secuela
directa de esas conversaciones, aunque dos años más tarde
Cuba y Estados Unidos alcanzaron un acuerdo migratorio.
Años después, a finales de los años
90, un paciente del Centro Internacional de Reconstrucción Neurológica
de Cuba aprovechaba los intervalos de su tratamiento para tomar el sol
y recorrer el casco histórico de La Habana junto con su mujer. Era
José López Portillo.
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