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México D.F. Jueves 19 de febrero de 2004
ADIOS AL IMPERTINENTE
El
ahora ex embajador de Colombia en México, Luis Ignacio Guzmán
Ramírez, estuvo cerca de provocar un severo descalabro en las relaciones
bilaterales entre nuestro país y esa hermana nación de Sudamérica.
Cabe recordar que en julio del año pasado el representante
realizó, en una rueda de prensa, una denuncia -falsa, por supuesto-
sobre la supuesta presencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) en dos planteles de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM) y acusó a organismos nacionales de derechos humanos -a los
que no identificó- de apoyar actividades de esa organización
armada. De inmediato, el rector de la máxima casa de estudios, Juan
Ramón de la Fuente, expresó una enérgica protesta
ante la Secretaría de Relaciones Exteriores por los infundios de
Guzmán Ramírez, los cuales generaron numerosas reacciones
críticas de funcionarios gubernamentales y de diversos sectores
de la sociedad. Las impertinencias del embajador fueron desmentidas, además,
en un comunicado conjunto de los gobiernos de México y Colombia,
los cuales deploraron "los inconvenientes que esas informaciones hayan
podido causar a esa respetable institución universitaria", en referencia
a la UNAM.
El incidente habría podido quedar en el olvido,
de no ser porque, en días pasados, el lenguaraz representante colombiano
calumnió públicamente al gobierno anfitrión, asegurando
que los guerrilleros de las FARC recibían visas mexicanas en forma
más rápida y sencilla que los empresarios, estudiantes y
otra "gente de bien" -fueron sus palabras- de Colombia. Por si ese señalamiento
infundado no fuera suficiente impertinencia, Guzmán Ramírez
se tomó la libertad de aconsejar a las autoridades mexicanas en
materia de política migratoria, alineaciones internacionales y combate
al narcotráfico y al terrorismo. Tales despropósitos colmaron
la paciencia del Ejecutivo federal. El canciller Luis Ernesto Derbez se
comunicó con la ministra colombiana de Relaciones Exteriores, Carolina
Barco, para expresarle el disgusto de México por esas declaraciones
y poco después la legación de Colombia en esta capital anunció
la renuncia de Guzmán Ramírez.
A primera vista podría parecer que el episodio
se debe exclusivamente a la incontinencia verbal del ex embajador, a su
ignorancia abismal de las maneras diplomáticas -el señalamiento
sobre la supuesta presencia de las FARC en la UNAM habría tenido
que expresarse, de haber tenido algún sustento, no en una conferencia
de prensa, sino por los canales institucionales establecidos- y a su intento
de hacerse pasar por héroe del combate al terrorismo. Las inadmisibles
ofensas a la sociedad, a las autoridades y a la soberanía nacional
de México serían, en esa lógica, meros desfiguros
anecdóticos de un representante hablantín y torpe que habría
sido colocado en la embajada colombiana sin otra razón que su íntima
amistad con el presidente Alvaro Uribe Vélez. Ojalá fuera
así.
Debe considerarse, sin embargo, que el contexto internacional
presente se caracteriza, entre otras cosas, por la sostenida paranoia militarista
de Washington y por los empeños de la Casa Blanca y sus aliados
menores -el mandatario colombiano, entre ellos- de uncir a la cruzada "contra
el terrorismo internacional" al mayor número posible de gobiernos;
en el caso concreto de México, George Bush y sus ayudantes europeos
-Tony Blair y José María Aznar- no han escatimado esfuerzos
diplomáticos para lograr la plena afiliación de nuestro país
a la histeria antiterrorista, causa que en casi toda América Latina
constituye una guerra extraña, ajena y remota. En esa perspectiva,
las insolencias de Guzmán Ramírez podrían ser, en
realidad, provocaciones planificadas para llevar a nuestro país
al redil de los seguidores de Bush en el que se encuentra, ciertamente,
Uribe Vélez.
Ante tal posibilidad, cabe felicitarse por la resolución
con que el gobierno mexicano manifestó su disgusto ante Bogotá
y por la salida de nuestro país del embajador impertinente. Es oportuno,
asimismo, hacer votos por que las relaciones bilaterales con la nación
hermana retomen a la brevedad su cauce tradicional de fraternidad, colaboración
y entendimiento.
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