El beneficio es mutuo: subdirector del Gregorio Salas

Internos preliberados completan su sentencia con trabajo en hospitales

BERTHA TERESA RAMIREZ

Luego de haber cumplido una sentencia de cuatro años en el Reclusorio Norte, Francisco Emanuel Ortiz Villabárcenas, de 24 años, tendrá que cumplir un total de 30 jornadas de trabajo, las cuales consistirán en tres horas diarias de labores comunitarias en el hospital Gregorio Salas, como parte de un programa para su reinserción social.

Ortiz Villabárcenas forma parte de un grupo de 90 internos que en 2003 alcanzaron el beneficio de la preliberación y que durante este año llevarán a cabo trabajos en favor de la comunidad en ese hospital, así como en el de Balbuena, pertenecientes al Gobierno del Distrito Federal. La actividad le fue impuesta mediante sentencia dictada por un juez penal; en el caso de Ortiz, por robo.

El trabajo que desempeñarán los ex reclusos les permitirá no tener que acudir a los centros de readaptación social a firmar cada mes, y la institución donde realicen las jornadas de trabajo deberá entregarles una constancia, que presentarán en la Dirección de Ejecución de Sanciones Penales, señaló el subdirector administrativo del primer nosocomio, Jaime Abasolo Rizada. El funcionario explicó que las labores que realizan los internos beneficiados con la preliberación ha sido de gran utilidad para ese hospital, donde en lo que va del año los ex reclusos han desempeñado cerca de cuatro mil jornadas de trabajo y se espera que durante 2004 completen 12 mil horas de labores, principalmente en lo que se refiere al lavado de ropa.

Además, esas personas llevan a cabo tareas de pintura, limpieza, plomería y remozamiento de las instalaciones, y a quienes tienen preparación académica se les da la oportunidad de desarrollar actividades administrativas, indicó.

La mayoría de los ex internos que han sido aceptados en ese hospital han cometido delitos menores o imprudenciales, comenta el funcionario, quien señaló que "es una satisfacción" que cumplan ahí sus jornadas.

El funcionario resaltó que ese tipo de trabajo "es una buena forma de que se enmienden, y la institución se beneficia", así como la Dirección General de Reclusorios, "porque le ayudamos" a aplicar la Ley de Normas Mínimas, ya que es difícil que se les dé esta oportunidad en otros lugares.

En un recorrido por el hospital Gregorio Salas, alrededor de las 10:30 de la mañana, encontramos a Francisco pintando los marcos de las puertas en el cuarto piso. Narra que a los 20 años ingresó al reclusorio tras cometer un robo en la colonia Romero Rubio, donde vive. Comenta que cumplirá con este trabajo todos los miércoles de ocho de la mañana a cuatro de la tarde; de esa forma, comenta, "me sustituirán la firma".

Expresa que se siente bien de estar fuera del reclusorio y acudir a trabajar al hospital, aunque le angustia ver a la gente enferma. Cuando no le toca ir al hospital, agrega, ayuda a su madre en su negocio de venta de pollo al mayoreo. Asegura que no volverá a delinquir y reconoce que al estar en la cárcel se pierden muchas cosas, que ahora intentará recuperar.