México D.F. Martes 17 de febrero de 2004
Estéticamente es revolucionaria en su
concepción, expresa el realizador a La Jornada
Zapata es un poema que exalta el valor, la pureza:
Alfonso Arau
"Es un homenaje al cine mexicano; hui de sus clichés,
pero no de su esencia" Reitera que el pago de un peso en taquilla es
una tontería; "No es un problema de ayuda, sino de que haya industria"
PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL
A un mes de que se estrene la película Zapata,
el sueño del héroe, del director mexicano Alfonso
Arau, La Jornada habló con él sobre sus actuales impresiones
y vio un demo de 20 minutos del filme, con diálogos y escenas
significativas, a diferencia del tráiler (adelanto) ya en salas,
que sólo muestra vertiginosas imágenes con música
de fondo, sin voces. Se hace notar el espléndido trabajo visual
de la dupla Vittorio Storaro-Eugenio Zanetti, la recreación de algunos
murales de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Clemente Orozco, así
como un insospechado Alejandro Fernández, cuya actuación
protagónica rebasa las expectativas que de él se han tenido.
Visiones oníricas, textos impostados
La cinta abre con una toma aérea de elevadas mesetas
chiapanecas, coronadas por ruinas prehispánicas, neblina y profusa
vegetación, mientras se oye una melodía en alientos de madera,
cercana a lo que es evocado como música precolombina. Hay escenas
habladas en náhuatl. Como en ritual, una chamana evoca: "Estamos
bajo el sexto sol, tiempo de luz y verdad... Tú serás nuestra
guía". Viene una toma de la familia de Zapata cuando le son quitadas
sus tierras; Emiliano niño (hijo de Fernández) lanza miradas
de enfado y angustia.
Las
secuencias entresacadas a modo de resumen muestran una fotografía
que va de lo etéreo a lo cálido en sus colores y en sus sinuosos
movimientos. La edición y los planos son directos, con oficio: más
clásicos que posmodernos. Las escenografías cobran dimensión
distinta a lo visto en las locaciones. Por decir: la imagen se va sobre
los muros de las ruinas y hay cielo abierto donde debía haber techos;
hay retablos suspendidos en el aire; llueven pétalos de rosas...
Las situaciones se perciben oníricas en interiores y vigorosas en
exteriores.
Sin embargo, algunas frases y el tono en que son dichas
suenan impostadas: Zapata se despide de su prometida Josefa (Patricia Velásquez)
y le entrega una rosa: "En mis manos se secaría, en las suyas va
a florecer"; un soldado grita: "¡El mundo tiene que saber de nuestra
revolución!"; La amante (Lucero) a Zapata : "Los hilos del poder
se mueven en la Cámara... y en la recámara"; el caudillo
negociando: "Sembramos maíz porque el maíz es lo que somos...
Queremos la tierra. Queremos la paz"; Zapata a Villa al ver el sillón
presidencial: "Uno no se adueña de esa silla, la silla se adueña
de uno"; cuando ha muerto el héroe, éste dice en off:
"El día que empiecen a extrañarme... ese día volveré".
Las batallas, la explosión de un tren, la emboscada
final, son tomas logradas. Los momentos "muralistas" se observan en unas
prostitutas grotescas a lo Orozco; Rivera se mira en los alcatraces sobre
el cuerpo desnudo de Josefa y en un "corte geológico" con Zapata
muerto bajo tierra al lado del maíz. Una hilera de cadáveres
bajo luces rojas evoca a Siqueiros.
En actuaciones, el porte entre fuerte y frágil
de Fernández colabora con la idealización preciosista y épica
del filme; sus líneas y movimientos satisfacen a corrección.
Jesús Ochoa como Victoriano Huerta está estupendo; en su
papel de amante/cómplice del poder y tiple, Lucero es sostenida
por su experiencia (en personaje, también canta); Patricia Velásquez
hace buen papel, aunque su voz ha sido doblada (es venezolana). Julio Bracho,
Arturo Beristáin y Alberto Estrella no defraudan; Jaime Camil (Eufemio
Zapata) convence poco.
Realidad paralela, otra dimensión
-Vittorio Storaro dijo que Zapata es una cinta
revolucionaria. ¿A qué se refiere?
-Estéticamente lo es en su concepción. Está
filmada en una hacienda que quemó Zapata, como si en ella se materializaran
los personajes para contar su historia. No es realismo mágico, sino
que se ubican en una realidad paralela, otra dimensión. Esto no
se había hecho en cine, y ya viste: produce un efecto visual inmediato.
Ese concepto es lo novedoso.
-Las evocaciones a algunas obras de los muralistas mexicanos,
¿a qué se deben?
-A que esa es la estética de nuestra Revolución.
Yo seleccioné algunas cosas, tratando de huir de lo folclórico,
los soldados cantando La Adelita, todo eso... Y aunque me guste
mucho, hui de la estética de Gabriel Figueroa y Emilio El Indio
Fernández, por buscar nuevas posibilidades visuales. Vimos en el
muralismo aspectos específicos muy bellos, que nunca he visto representados
en una película.
-Se ven detalles de humor, y ciertos guiños que
recuerdan al cine nacional de los años 40. ¿Es un homenaje?
-Sí, es un gran homenaje al cine mexicano, que
a fin de cuentas es lo que hago en todas mis películas. Hago cine
mexicano de a de veras. Digo que hui de sus clichés, pero
no de su esencia. Sí hay una conexión con ese cine, muchas
referencias; en la película se va a reconocer mucho de él.
Tomo lo heredado por los cineastas que nos han dado su talento. Es una
herencia valiosísima a la que amo con toda mi alma, la cual trato
de continuar.
"La sangre desvirtuaría nuestro propósito"
-Casi al final, Zapata recibe muchos disparos, pero no
hay nada de sangre...
-Sí, es una película sin una gota de sangre.
-Una revolución es cruenta. ¿No es esto
maquillar lo doloroso?
-No, porque es una metáfora, un poema. La sangre
desvirtuaría nuestro propósito. Si quieres ver sangre, ve
Kill Bill (ríe). Aquí la revolución, la guerra,
el poder, son vistos como símbolos. Estamos por exaltar las virtudes
del valor, la pureza, el amor, aquí encarnadas por Zapata. No maquillamos
el dolor, pues éste se manifiesta en la traición, la muerte,
la explotación, la injusticia. Es una parábola sobre el ser
humano, la jornada del héroe, el proceso interior del hombre que
se transforma en mito. ¡Es un tema muy clásico!
-Durante el proceso, ¿su visión ha cambiado,
ha habido sorpresas?
-Yo tenía visualizada la cinta hace seis años.
Me la sabía de memoria, cuadro por cuadro. Pero Storaro siempre
es sorpresivo. La quería de un modo, pero cuando la vi revelada
tras sus filtros, sus luces, sus colores, me maravillé. También
el trabajo de Zanetti es notable. La estética de la película
rebasó mis expectativas.
Nombró la actuación de Alejandro Fernández
como otra de sus sorpresas y recalcó: "Yo le tuve mucha fe. El se
disciplinó y ahí está el resultado. Quienes tanto
criticaron se van a tener que callar, porque él está muy
bien en su actuación. Le da una dimensión impresionante al
personaje". Respecto de los diálogos impostados, acotó: "El
público en general, no los críticos ni los criticones, va
a esperar eso a lo que está acostumbrado: un documental o una telenovela
histórica, pero se va a sorprender al ver otra cosa, porque no es
una película realista; la apuntalamos en hechos históricos,
pero manejamos el concepto de realidad de otra manera. Y si los diálogos
suenan así es porque la cinta es una alegoría, un poema tanto
visual como textual".
El director de El águila descalza insistió
en que la fecha de estreno de la cinta (originalmente iba a salir en estos
días) no pasará de marzo: "La fecha se seguirá moviendo,
pues el proceso de posproducción, los efectos por computadora, no
los han entregado a tiempo. Hay cosas sobre las que no se tiene control.
Debemos también revisar que no coincida con otro estreno de peso...
Pero dos semanas antes en todos lados se sabrá, ¿cuál
es la angustia?"
-¿No será hasta el 10 de abril, aniversario
luctuoso de Zapata?
-Imposible, pues queremos salir cuanto antes.
-¿Por qué ya no participará Carlos
Santana en la banda sonora?
-Nunca mentimos: negociamos durante un año con
él, checamos contratos, los temas para soundtrack y score.
El siempre tuvo gran disposición, pero al final no pudo hacerse
un hueco; tiene gira todo el año, y muchos dependen de él.
Nos apena mucho, pero así fue.
El gobierno no debe financiar, sino crear leyes que
propicien la inversión
Respecto de la marcha atrás a la propuesta gubernamental
para que se vendieran los Estudios Churubusco, el Centro de Capacitación
Cinematográfica y el Instituto Mexicano de Cinematografía,
expresó: "Todos esos organismos funcionan mal, aunque nunca he estado
por que los vendieran, como me tergiversaron... El gobierno no debe financiar
la producción de cine, sino crear leyes que propicien fiscalmente
la inversión, y por ende la creación de empresas de cine
legítimas, una industria, que no tenemos, como se ha hecho en Brasil,
Irlanda... hay leyes en el mundo en las cuales inspirarse, en lugar de
repetir una antigua ley, obsoleta".
-¿Y el apoyo a los jóvenes?
-El mejor apoyo que pueden tener los jóvenes que
quieren filmar es que existan cien empresas de cine y se hagan 150 películas
al año. Si no, va a seguir la actitud de andar como limosneros pidiendo
al gobierno un pedacito de dinerito por el que todos se andan peleando,
por lo cual hay frustración y envidias; todo se envicia.
-¿Sobre la aprobación legal del cobro de
un peso en taquilla para apoyar al cine...?
-Eso es una tontería, una payasada, no ayuda...
es más, hasta la palabra "ayuda" me molesta. No es un problema de
"ayuda", sino de que haya industria, repito, y mucho talento: si alguien
no lo tiene, no hay dios que lo ayude. Pero, ¿quién tiene
que financiar al cine? ¡Los distribuidores! ¡Que haya compañías
productoras desarrollando proyectos! Ahora, no sólo hay jóvenes
directores, eso es demagogia; también hay viejos cineastas talentosos.
-¿No me daría otra primicia para sus espectadores...?
-¡Ya lo he dicho todo! (ríe). Que vayan al
cine sin prejuicios, a disfrutar de una película hecha para ellos.
Que disfruten de nuestros héroes, nuestro cine. Que rían,
lloren, se exciten. Que la pasen bien. El cine no es más complicado
que eso.
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