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México D.F. Sábado 14 de febrero de 2004
OBSERVATORIO CIUDADANO DE LA EDUCACION
Comunicado No. 117
Dilemas de la participación social
No hay mecanismos concretos ni definiciones
Sin acomodo, aportaciones de la sociedad civil
OBSERVATORIO CIUDADANO de la Educación (OCE)
tiene la finalidad, entre otras, de establecer mecanismos que propicien
la participación de los ciudadanos en favor de la educación
sobre la base de principios democráticos. Particularmente interesados
en esta cuestión, la presente entrega da cuenta de los resultados
de un simposio que organizó OCE en noviembre pasado en el seno del
séptimo Congreso Nacional de Investigación Educativa, donde
algunos especialistas y amplio público debatieron sobre las disyuntivas
que enfrenta la participación social: ¿En qué consiste?
¿Quiénes han sido sus actores principales? ¿Cuáles
son los dilemas que abre a la contribución de grupos organizados
en las decisiones de política educativa?
LA PARTICIPACION SOCIAL como reforma. Entre las
políticas de reforma impulsadas con la modernización de la
educación a partir de 1989, la participación social alcanzó
prioridad equivalente a la federalización, a los cambios en los
planes, programas de estudio y libros de texto, y a la revaloración
social del magisterio. Aparece como una de las políticas firmadas
en mayo de 1992 en el Acuerdo Nacional para la Modernización de
la Educación Básica (ANMEB), mientras que en la Ley General
de Educación ocupa el capítulo VII, en donde se incluye la
creación de consejos de participación social a escala de
escuela, municipio, estado y na-cional (véase Comunicado 1, 20/1/1999).
A 12 AÑOS DE DISTANCIA la participación
social sigue siendo un punto abierto al debate que requiere mecanismos
adecuados y, en particular, definiciones básicas. La participación
en la educación, ampliada ahora a muy diversos sectores de la sociedad,
en un país caracterizado por el monopolio del gobierno federal en
el diseño, conducción, operación y evaluación
de la educación nacional, específicamente de la educación
básica, da origen a diversos dilemas, cuya revisión desde
los enfoques de la investigación y la participación democrática
quedó de manifiesto en este simposio. Dos grandes dilemas orientaron
la discusión.
DILEMA 1. La participación de grupos
con diferentes grados de poder tanto económico como ideológico,
¿abre las puertas a la privatización de la educación
nacional? ¿Propicia que los intereses particulares predominen sobre
los intereses nacionales? ¿A quién rinden cuentas los nuevos
grupos que participan en educación? ¿En qué consiste
la directividad del Estado y del interés público ante los
múltiples grupos sociales interesados? ¿Cómo se entiende
el interés de grupos religiosos o grupos indígenas por impulsar
sus propios objetivos en el ámbito de la escuela pública?
DILEMA 2. ¿Se requiere formación
especializada para participar en educación? ¿Hasta qué
punto los conocimientos especializados se imponen sobre los saberes tácitos?
¿En qué se afecta la autoridad académica de los docentes
frente a las opiniones o presiones de los padres de familia? ¿Cómo
conciliar la "libertad de enseñanza", la lógica del interés
público en la formación de las nuevas generaciones y las
expectativas -culturales, religiosas- de padres de familia o grupos de
interés de la sociedad inmediata a la escuela? ¿Cuál
es la relación que existe entre la tradición política
de un país y la propuesta de participación, en un ámbito
reservado casi en exclusividad al Estado a lo largo del siglo XX?
UN PRIMER ASUNTO de debate en el simposio fue la
definición misma de participación social en educación.
Se partió de una definición básica: la participación
social sería "la injerencia de los sujetos interesados en las decisiones
que les atañen". De ahí se derivaban varias preguntas: ¿quiénes
son los "sujetos interesados"?, ¿cuáles son las "decisiones
que les atañen"?, y ¿en qué consiste y hasta dónde
llega la "injerencia" de esos sujetos en esas decisiones?
EL DEBATE SOBRE LOS "SUJETOS interesados" se configuró
a partir de un panorama histórico. La escuela pública del
siglo XX se fue construyendo mediante la expulsión de diversos actores
que habían participado en ella a lo largo del siglo XIX y principios
del XX, y por medio de la constitución de nuevos actores: se expulsa
de las decisiones a maestros empíricos, a padres de familia, iglesias,
empresarios, partidos políticos, gobiernos municipales y estatales,
y queda al frente de ellas el gobierno federal, por conducto fundamentalmente
de la Secretaría de Educación Pública y del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), lo que se hizo
con el fin de asegurar la laicidad, la gratuidad y la educación
de calidad para todos, ante los caciquismos y monopolios de esos viejos
actores.
A PARTIR DE LOS AÑOS 90, muchos de los actores
previamente expulsados empiezan a tener una participación no sólo
legítima, sino legal en ciertas decisiones educativas, garantizada
por la Ley General de Educación mediante la figura de los Consejos
de Participación Social (artículos 68 al 73). Conviene también
resaltar el surgimiento de nuevos actores: las organizaciones de la sociedad
civil, organizaciones ciudadanas, que no constituyen asociaciones u organizaciones
privadas ni defienden intereses sectoriales o de grupo, y que, como el
OCE, empiezan a responsabilizarse por el impulso de lo público no
gubernamental y en particular por la exigencia de cuentas a los poderes
gubernamentales.
PARTICIPACION EN LAS DECISIONES. No es fácil
delimitar cuáles son las decisiones que atañen a los diferentes
sujetos. En tanto bien público, todo lo educativo involucra a todos
los ciudadanos; sin embargo, fue posible llegar a la conclusión
de las diferentes escalas o niveles de las decisiones que interesan a los
diferentes actores. Por un lado, las investigaciones recientes sobre el
tema permiten percibir los grandes esfuerzos de los padres de familia por
tener injerencia en decisiones "de aula"; por otro, los intentos de participar
en decisiones curriculares y de gestión de las instituciones, algunas
ya previstas en su configuración escolar misma, como puede ser la
participación que han logrado los "empresarios" en diferentes instituciones
de educación media y superior, otras con base en presiones de diferente
naturaleza, tales como los intentos de participación en la asignación
de los presupuestos mediante diferentes tipos de manifestaciones frente
al Congreso de la Unión. Sorprende el enorme peso que ha tenido,
tanto en la investigación como en el debate mismo, el asunto de
la participación restringido al análisis de los intereses
de los padres de familia por conocer mejor la naturaleza del proceso educativo
en el que están insertos sus hijos y los resultados directos de
las evaluaciones nacionales sobre el desempeño comparable de escuelas
al respecto.
UNO DE LOS TEMAS más interesantes que surgieron
en el simposio fue el de las maneras en que se lleva a cabo la participación.
De ahí que los dos dilemas propuestos a la discusión se relacionen
estrechamente entre sí. La participación social se da como
parte de una reforma política, conforme a la cual el gobierno, en
coincidencia con lo que sucede en otros países, la convoca, pero
también se va construyendo como resultado de una exigencia de la
sociedad. Es posible observar ejemplos sobre los dos tipos de génesis:
la propuesta de creación de los consejos de participación
social anticipada por el gobierno federal en el ANMEB y, en el extremo
opuesto, las exigencias de autonomía de ciertos grupos indígenas
para decidir sobre su educación.
¿QUE TAN ORGANIZADA y estructurada debe
ser la participación social? ¿Podemos aceptar -como insistía
uno de los ponentes- que cualquier resistencia u oposición a una
propuesta educativa, incluyendo la de los alumnos que no quieren aprender
algún tema, se defina como "participación"? El consenso fue
más bien que el concepto requiere que los grupos interesados tengan
un mínimo de estructuración y de reglas, sobre las cuales
poco se ha reflexionado, ya que en realidad las grandes decisiones educativas
siguen siendo facultad exclusiva de los actores tradicionales y no hay
claridad sobre el destino que pueden correr muchas de las aportaciones
de los grupos de la sociedad civil.
¿QUE TAN CALIFICADA DEBE ser la participación?
El consenso fue que la participación requiere formación e
información no sólo sobre los asuntos ante los que le interese
tener injerencia, que pueden ser de alta complejidad técnica, sino
también sobre la propia participación. Gran cantidad de ideas
"sueltas" no tienen efecto, y la falta de información o formación
impide una participación eficaz. Al respecto se mencionaron los
casos de padres de familia sin escolaridad, cuya única posibilidad
de participación se limita al apoyo en las construcciones escolares.
Pero la participación democrática, por principio, no establece
desigualdades en función de la formación de ciudadanos.
PARTICIPAR, ¿SIGNIFICA PRIVATIZAR? En principio
de ninguna manera se puede afirmar que "participación" significa
"privatización de la educación nacional", entendida como
"privar a quienes no reúnen los requisitos planteados de manera
particular del beneficio común de la educación", como denuncian
ciertos grupos que aún hacen radicar lo público exclusivamente
en las acciones del gobierno, más aún, del gobierno federal.
Las leyes que facilitan la participación de gran cantidad de actores
"particulares" propician ciertamente un riesgo semejante, que ya se ha
hecho visible, por ejemplo, en algunos sectores de la educación
superior. La conclusión principal es que estamos en medio de un
nuevo proceso de confrontación entre grupos o actores -actores que
reingresan, pero también nuevos actores, actores con mayor o menor
grado de organización, e incluso actores desorganizados- por el
sentido y el destino de la educación pública: su contenido,
su financiamiento y su estructura; y en ello no quedan exentos los beneficios
que se derivan del surgimiento de organizaciones civiles -autónomas,
independientes, no lucrativas-, cuya preocupación principal es el
mejoramiento de la educación pública, la observancia y evaluación
continua de la acción gubernamental y la exigencia del rendimiento
de cuentas de quienes ya se habían convertido en los actores exclusivos
y monopólicos de su diseño y gestión: el gobierno
federal y el SNTE.
ANIVERSARIO DE LA OCE. El 28 de enero pasado celebramos
el quinto aniversario del primer comunicado. A partir de ese documento
nos hemos esforzado por brindar a la sociedad no sólo una crítica
de los diversos asuntos tratados, sino elementos surgidos del estudio y
análisis de especialistas de la educación. En estos cinco
años organizamos foros ciudadanos y creamos alianzas con otras ONG
para contribuir a la promoción, estructuración y articulación
de la participación social en educación. Destacan la coorganización,
en diciembre pasado, del primer Encuentro Nacional de la Sociedad Civil
en las Políticas Educativas; la constitución, en octubre
de 2003, del Foro Latinoamericano de Políticas Educativas, y la
participación, representando a México, en el segundo Encuentro
Latinoamericano de la Sociedad Civil para la Incidencia en Políticas
Educativas. Nuestro trabajo continúa.
Participaron en la mesa de debate: María de Ibarrola,
Raquel Glazman, Sandra Aguilera y Miguel Bazdresch por Observ torio Ciudadano
de la Educación. InvitadoAlberto Arnaut y Oralia Bonilla
.
Todos los ciudadanos están cordialmente invitados
a sumarse a nuestra iniciativa. Favor de enviar sus nombres con sus datos
de localización e identificación al correo electrónico:
[email protected]
[email protected]
Visítenos en:
http://www.observatorio.org
Escúchenos por:
Radio UNAM (860 AM) en el programa Deslinde,
el primer lunes de cada mes a las 19 horas
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