Sólo se trata de "un acto de buena voluntad", afirma el secretario ejecutivo de la Cibiogem

Con Canadá y EU se signó arreglo, no acuerdo sobre transgénicos: Villalobos

Permitirá acceso a la información respecto de los OGM comercializados en esos países, señala Científicos desestiman riesgos potenciales para las personas, la agricultura o el ambiente

MATILDE PEREZ U.

El arreglo que firmó México con Estados Unidos y Canadá es para acceder a la información de los transgenes comercializados en Estados Unidos y Canadá, así como conocer cuál es la superficie sembrada con granos y hortalizas que contengan organismos genéticamente modificados (OGM). Es un mensaje de seguridad ambiental y ecológica, un paso importante, ya que ninguno de esos dos países firmó el Acuerdo de Cartagena y esta medida permitirá armonizar las metodologías de detección en las tres naciones, asentaron Víctor Manuel Villalobos Arámbula, secretario ejecutivo de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) -uno de los signatarios-, y Amanda Gálvez, coordinadora del Consejo Consultivo de Bioseguridad de dicha comisión.

No es un acuerdo, porque ello implicaría tomar decisiones sin la intervención del Senado de la República; se trata de un arreglo de buena voluntad sustentado en los artículos 14 y 24 del Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad, que permitirá afinar un plan de trabajo. Además establece que el esquema puede ser modificado, actualizado o cancelado en cualquier momento, puntualizaron. "Es un intercambio justo y parejo, una arma más para tener información para detener importaciones y evitar equívocos", abundó Gálvez.

La decisión conjunta de que en la factura aparezca que un contenedor de granos podría tener hasta 5 por ciento de transgénicos es porque esa es la capacidad técnica y científica para que México tome una decisión, y además el producto será estrictamente para consumo humano y no para ser liberado al ambiente, agregaron Villalobos y Gálvez, en conferencia de prensa.

Cada país decide si siembra o no productos genéticamente modificados, y por eso toca a México mantener ese cuidado, insistió Gálvez, quien además se pronunció a favor de una campaña de consumo de los alimentos mexicanos a base de maíz para impedir que los productores dejen de cultivar el grano. "Somos 100 millones de consumidores que podemos inclinar la balanza a favor de los productos mexicanos para proteger la biodiversidad del maíz, por ejemplo", dijo.

En ese mismo foro, Ariel Alvarez Morales, investigador del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) Guanajuato del Instituto Politécnico Nacional, dijo que se detectaron transgenes (OGM) en las siembras de maíz en Oaxaca y Puebla; sin embargo, no representan un riesgo para las razas y variedades de maíz criollo, ya que disminuyen con el tiempo. Tampoco hay evidencia científica de que puedan causar daño a la salud humana, cultivos básicos o a la biodiversidad del país.

Aseguró que en ninguna de las más de 4 mil muestras de plantas que se tomaron en 188 localidades de Oaxaca y Jalisco se encontró la presencia del gen cry9 Star Link TM que Estados Unidos había autorizado para consumo animal. En la investigación participó un grupo de científicos integrado por representantes del Cinvestav, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) y el Instituto Nacional de Ecología.

Los datos son contundentes: no hay duda de la inexistencia del gen cry9 Star Link TM. Sin embargo, hay muchas incógnitas por resolver y habrá científicos que querrán conocer más a fondo las frecuencias de la presencia de los genes modificados. En Oaxaca desconocemos la mezcla que se detectó, pero podría ser alguna de las ocho variedades de maíz transgénico resistente a insectos y herbicidas que se comercializa en Estados Unidos, aunque sí sabemos que son tres compañías las creadoras, entre ellas Monsanto y Pioneer. "Lo importante es conocer el gen tipo", explicó.

Entre las recomendaciones del grupo de científicos a la Conabio está la de establecer un sistema adecuado de monitoreo y vigilancia para mejorar las capacidades técnicas que permitan cubrir los compromisos del Protocolo de Cartagena. Eso ayudará a fortalecer los mecanismos de bioseguridad para la protección de la salud humana y al ambiente, asentaron en el reporte técnico.

Debido a los hallazgos de OGM en maíces criollos en Oaxaca en el verano de 2000, Cibiogem determinó dar seguimiento a la posible presencia de transgenes en el maíz mexicano, y junto con el levantamiento de las muestras se realizaron encuestas entre los productores para saber si continuaban utilizando su método tradicional para seleccionar la semilla de sus maíces criollos. Ante la respuesta positiva de los productores, el compromiso de la Cibiogem es mantener su esfuerzo de coordinación para preservar la salud de la población y de los recursos genéticos.

El Consejo Consultivo de Bioseguridad de Cibiogem también recomendó que si bien el uso de semillas OGM en maíz se ha multiplicado en el mundo porque aumenta la producción y, en algunos casos, la calidad de los productos agrícolas destinados al consumo humano, animal e industrial, hay que fomentar en las comunidades la producción de maíces criollos, pues su abandono iría en detrimento del material genético de las variedades existentes.

En Estados Unidos se siembran 8.2 millones de hectáreas con maíz transgénico, y en el ámbito mundial se estima que más de 67 millones de hectáreas fueron sembradas con variedades genéticamente modificadas.