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México D.F. Viernes 6 de febrero de 2004
LA COALICION DESCOMPUESTA
Conforme
avanzan los días y se consolida la evidencia sobre las mentiras
formuladas por George W. Bush y Tony Blair para emprender su incursión
colonial y bárbara contra Irak, la denominada "coalición"
bicéfala que lanzó la agresión se enreda en el afán
de justificar lo injustificable y avanza en una descomposición política
tal vez indetenible. La dinámica impuesta por los inventos de los
gobernantes inglés y estadunidense sobre las "armas de destrucción
masiva" de Saddam Hussein hace imposible la formulación de posturas
de gobierno coherentes en Washington y Londres.
Hoy, un año después de que el secretario
de Estado, Colin Powell, asistiera al Consejo de Seguridad de la Organización
de Naciones Unidas a exponer "pruebas" poco verosímiles y fotos
hechizas que ni aunque hubiesen sido reales habrían demostrado que
Irak estaba en posesión de armamento nuclear, químico o biológico,
la inmoralidad de esa guerra de rapiña se vuelve contra sus promotores
principales. Así, el afán de George Tenet, director de la
CIA, por explicar las fallas en el trabajo de inteligencia que atribuyó
al régimen de Bagdad la posesión de un arsenal inexistente,
se vuelve un alegato cantinflesco según el cual los empleados de
la principal agencia de espionaje de Estados Unidos "nunca van a estar
ni totalmente en lo cierto ni completamente equivocados". Pero, al asegurar
que su oficina "nunca dijo que hubiera en Irak una amenaza inminente",
descobija a su jefe, el presidente Bush, y al incondicional inglés
de éste, Tony Blair, quien incluso tuvo el descaro de afirmar que
Irak estaba en capacidad de desplegar, "en 45 minutos", armas de destrucción
masiva.
Ahora, en medio de muestras de repudio de los ciudadanos
británicos que obligaron a interrumpir una sesión parlamentaria,
Blair ha tenido que admitir que ese lapso alarmante se refería a
morteros y cañones, y no a los imaginarios misiles capaces de transportar
venenos químicos o biológicos a grandes distancias.
Por lo demás, el frente de pillaje y violencia
formado por el primer ministro británico y el presidente estadunidense
empieza a romperse por un punto inesperado: las opiniones de la esposa
de Tony Blair, Cherie, sobre la ilegitimidad de Bush y la forma inescrupulosa
y fraudulenta en que accedió a la Casa Blanca, así como el
repudio de la primera dama británica ante el entusiasmo del gobernante
estadunidense para con la pena de muerte. La revelación de tales
opiniones, contenidas en una biografía de Blair de inminente aparición
en ambos países, será, sin duda, un agujero más en
el zozobrante barco de la "coalición" inventada por esos dos líderes
para invadir, destruir, ocupar y saquear Irak.
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