.. |
México D.F. Viernes 6 de febrero de 2004
Eléctrico, mestizo, provocador y vanguardista,
el bailaor estará en el Teatro de la Ciudad
Flamenco y jazz, conectados por las almas de las razas:
Rafael Amargo
Su coreografía Poeta en Nueva York está
basada en la obra de su coterráneo Federico García Lorca
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Barcelona, España. Es una de las nuevas
revelaciones del baile flamenco. Ecléctico, mestizo, ambiguo, provocador
y vanguardista, Rafael Amargo es el bailaor de moda en España. Aparece
en las páginas de la Internet de los flamencos más ortodoxos,
en las comidillas de la prensa rosa, en las críticas de los diarios
de prestigio o en las portadas de las revistas gay como todo un icono sexual.
El 21 de febrero, por primera vez en México, se presentará
en el Teatro de la Ciudad.
Nació
en 1975 en Valderrubio, Granada, y creció entre ese lugar y Fuentevaqueros,
pueblo del más ilustre granadino: Federico García Lorca.
El bailador cuenta que su abuelo materno fue cartero y que le llevaba las
cartas al poeta. Algunas, como las Salvador Dalí, le había
pedido que se las entregara personalmente para que no cayeran en manos
de su padre, pues se podía molestar por sus contenidos.
A los nueve años, al ver bailar a Antono Gades
en la película Bodas de sangre, de Carlos Saura, Rafael le
dijo a su padre que quería ser bailaor. Dos años más
tarde se inscribió en la escuela de las maestras Mariquilla y Mayte
Galán.
Con 16 años abandonó Granada para ir a Madrid
en busca de mejor suerte. Allí participó en distintas compañías,
como la de Antonio Canales o La Chunga, pero su espíritu inquieto
y aventurero lo llevó a tierras como Japón, donde trabajó
junto a La China en el renombrado tablao Flamenco, haciendo coreografías
para las compañías de Yuriko Yoda, Etsuko Saito y Chizuko
Otsuka.
Regresó a Madrid con 21 años para volver
a dejar la capital e instalarse en Nueva York, donde acudió a la
escuela de Marta Graham. Al siguiente año, en 1997, montó
su primera producción en Madrid: La Garra y el ángel.
En 2000 creó su compañía y estrenó Amargo,
montaje al que le siguió Tablao y Poeta en Nueva York,
este último inspirado en la obra que García Lorca escribió
sobre su viaje a esa ciudad en 1929.
Poesía, cante, jazz...
Para este espectáculo escogió algunos poemas
de la obra y, recitados por actrices como Marisa Paredes o Cayetana Guillén
Cuervo, expresó con su cuerpo todo aquello que le transmiten los
versos. Con esta coreografía, en la que la danza flamenca se fusiona
con poesía, cante, elementos multimedia, jazz, son y danza contemporánea,
se consagró como uno de los bailaores más destacados en la
actual escena flamenca.
Unos días después de ver Poeta en Nueva
York, La Jornada acudió al céntrico teatro Novedades
de Barcelona, donde se presentó. Acompañado de su esposa
Yolanda Jiménez, una de las bailarinas de su compañía
con quien acaba de contraer matrimonio, nos recibió en su camerino.
De cerca no parece la estrella furiosa, apasionada y sensual que es en
el escenario, sino un joven bastante normal. Vestido con jeans,
chamarra de lana beige y tenis, es amable y simpático. Muestra la
versión inglesa de la revista Hola, en la que lo eligieron
el bailarín más guapo del año. Hace broma y manifiesta
cierta despreocupación ante la visita real que acudirá esa
noche a la función: la infanta Cristina.
-¿Cómo nace Poeta en Nueva York?
-Tenía la necesidad de hacer un Lorca, porque nací
y crecí en el pueblo del poeta. Mi familia, que tenía vínculo
cercano con la educación lorquiana, me decía que debía
hacer algo de ese autor. Yo no quería hasta que no me viera preparado
para ello y supiera qué era lo quería contar, porque la obra
de Lorca es muy dramática, negra y oscura pero, en el flamenco,
está muy trillada. Un día, al repasar toda su obra, me topé
con Poeta en Nueva York y me di cuenta que ahí estaba lo
que quería contar. Siendo una obra muy lorquiana, tiene ese sentido
amargo de la vida con el cual me identifiqué. Además, esa
obra representaba un reto, porque no tiene ningún argumento ni dramaturgia,
es simplemente poesía.
-¿Qué lo sedujo de esos poemas?
-Que es Lorca pero contado, no desde la vida granadina,
sino desde el Nueva York de los años 30, desde el Nueva York que
él vive y experimenta, desde todas las impresiones y expresiones
que sintió a tantos kilómetros de su casa.
-Esta poesía representa un grito andaluz ante la
deshumanización urbana neoyorquina que conoció en aquel momento,
¿dónde se ubica esa expresión lorquiana en Rafael
Amargo?
-En mi naturalidad. Tengo la misma educación que
García Lorca, por haber nacido en el mismo lugar, la misma cultura,
la misma raíz, la misma manera de sentir el pueblo y, finalmente,
los dos somos payos (no gitanos), pero muy cercanos al pueblo gitano.
Cuando él describe las impresiones que le produjo el Nueva York
de los años 29 y 30, yo también las sentí cuando fui
la primera vez a esa ciudad, a pesar de que llegué con mucha más
información de la que él tenía en aquella época.
-En el libro, Lorca habla de la complicidad que encuentra
entre el jazz y el flamenco, entre los negros y los gitanos, ¿en
qué aspectos se entrecruzan ambas culturas?
-En el quejido de un pueblo, en la lucha étnica,
personal y comunitaria de las razas. Se entrecruzan en esa conexión
de las almas de las razas.
La danza, expresión más pura del dolor
de un pueblo
-Lorca dice en 1932, cuando presenta los poemas en el
Hotel Ritz de Barcelona, que "la danza es la expresión más
pura del dolor de un pueblo". ¿Cree que el flamento, con todos los
cambios que ha sufrido, sigue siendo la expresión más pura
de dolor del pueblo andaluz?
-Sí, evidentemente muestra nuestro quejido y dolor
pero, al mismo tiempo, muestra la fiesta y la alegría. Hay palos
que son dramáticos, como la soleá, y otros que son fiesteros,
como la bulería. En el flamenco puedes encontrar y narrar todo tipo
de estados de ánimo.
-¿Cómo se transforma un poema en danza?
-Leo el poema, pienso lo que intento contar y saco un
gesto a partir de lo que me ha transmitido. Un gesto de dolor, esperanza,
fiesta, grito, muerte, ruina, etcétera, y de ahí voy moviéndome
según los sentimientos y dándole un carácter a lo
que quiero contar. Empiezo a moverme y a concretar puntos. Primero lo trabajo
solo y luego con los 20 bailaores de la compañía.
-En este espectáculo baila música, pero
también poesía y silencios, ¿cómo se baila
un silencio? ¿En qué piensa durante esos silencios?
-No te da tiempo de pensar, sólo de moverte. Lo
que hago es zapatear y moverme según siento y, si es poesía,
según los golpes y movimientos de la palabra. Pero no es algo que
tenga montado, lo improviso todos los días.
-¿Hay mucha improvisación en este espectáculo?
-Bastante, pero eso es lo bonito del flamenco, que, a
diferencia del ballet clásico, está abierto a la improvisación.
-¿Cómo definir el momento actual del flamenco?
-Un momento muy rico, en el que muchos intérpretes
lo están acercando al pueblo para que la gente no lo vea como una
cosa kitch, sino como la cultura artística más exportable
que tenemos en España. Si el flamenco fuera de los estadunidenses,
todo el mundo lo bailaría.
-Usted pertenece a una generación de bailaores
que, a diferencia de los guitarristas o cantaores, asume un importante
peso de imagen. Tienen que ser atractivos, sensuales, viriles y seducir.
¿Cómo vive esa importancia de la imagen?
-Me gusta, porque, en contraste con los guitarristas o
cantaores, los bailaores proyectamos en el escenario una imagen de macho
típico español, como los toreros, que hace que a la gente
le gustemos y nos venga a ver. Un bailaor no está obligado a ser
guapo, pero sí a tener rollo (onda). El baile, al ser un
arte más abierto y en el que estás más expuesto, hoy
por hoy, genera más intérpretes populares que la guitarra
o el cante. El baile está de moda y hay que aprovechar esa situación
para poder contar cosas en el escenario y que la gente se acerque. A mis
espectáculos viene un público de entre 18 y 35 años,
y es maravilloso que un joven de 18 años se gaste 30 euros (390
pesos) para ver un espectáculo de flamenco. Y no vienen sólo
por el flamenco, sino porque les gusto como personaje. Es bonito que primero
les guste como personaje, luego se preocupen por el flamenco y acaben descubriendo
un gusto por el arte. Por eso, actualmente, el flamenco está llenando
teatros.
Rafael Amargo se presentará en el Teatro de la
Ciudad el 21 de febrero a las 20:30 horas, y junto con otros gigantes de
la danza el 19 y 20 de febrero en el Auditorio Nacional, a las 20:15 horas.
|