México D.F. Viernes 6 de febrero de 2004
José Cueli
Helmut Newton: Ƒvoyeur?
Se suele decir con extremada frecuencia que la fotografía es un acto voyeurista. Semejante juicio me parece sumamente reduccionista. Pero lo más grave aún es que no sólo no hace justicia al acto fotográfico como acto artístico, poético, sino que emplea con poco fundamento el concepto de voyeurismo.
Y aquí debemos ir por partes. Primero cabría aludir a la constante descalificación que existe, por parte de muchos artistas y críticos, hacia la fotografía. Se resisten a aceptarla como una manifestación artística con derecho propio.
Olvidan, creo, que toda manifestación humana capaz de conmover los sentidos y el espíritu, y que como corolario invita hacia un viaje interior, merece el nombre de manifestación artística. Cada arte se gana su propia soberanía. Aquí cabe recordar a Rimbaud, cuando haciendo referencia a la pintura (y esto podría extenderse al ámbito de la fotografía) expresaba que el acto material no será más que un medio para evocar las expresiones estéticas.
Esta expresión estética puede tener diferentes resonancias en cada observador. Pensemos, por ejemplo, en verdaderos talentos fotográficos como Henri Cartier-Bresson, Manuel Alvarez Bravo y Josef Koudelka. Cada uno hace vibrar una fibra distinta del alma al encuentro con sus imágenes. Pero, Ƒqué sucede cuando el artista con sus imágenes, y el caso más representativo es el de Helmut Newton, nos acerca a los límites más angustiosos e inquietantes de la naturaleza humana en un reto especular?
Las sensaciones en el espectador se vuelven intensas y con frecuencia ambivalentes. Por un lado ejerce una especie de fascinación, pues la imagen nos devuelve algo muy íntimo, muy familiar, muy propio, muy estructural, altamente cargado con el sello de la prohibición. Sin embargo, la angustia que despierta acercarse a los linderos de ''eso" prohibido, de ''eso" reprimido provoca casi de manera simultánea un rechazo y una crítica demoledora.
Pero, Ƒqué es eso que Newton plasma en sus imágenes?, Ƒa qué territorios prohibidos se acerca que provocan tan intensas respuestas en el observador? A lo que nos asoma por medio de su mirada es a nuestra propia mirada interior que apunta directamente a la sexualidad infantil en el sentido freudiano del término. Y aclaremos que Freud no alude a una simple etapa de desarrollo cronológico, sino a una constelación síquica que el individuo nunca abandona del todo y aquí hace alusión al estado perverso polimorfo de la sexualidad.
Cabe destacar que Freud hace hincapié en soslayar el carácter peyorativo del término perversión. Y aquí, como en otros muchos de sus conceptos, ha sido mal entendido y peor interpretado. Tampoco se debe perder de vista que detrás de esa sexualidad infantil se encuentra, y he ahí un concepto fundamental del sicoanálisis freudiano, la sexualidad inconsciente.
Las imágenes de Newton nos recuerdan, entonces, nuestra constitución síquica más íntima, las contradicciones que nos habitan y la angustia que despierta bordear lo más primario, es decir, aquello pulsional que yace en los cimientos de nuestra dimensión síquica.
Será por eso que resulta preferible etiquetar al fotógrafo de voyeur (sin aceptar que en todos nosotros permanecen, en distinto grado, esos remanentes de la sexualidad infantil polimorfa) que aceptar que miradas penetrantes, agudas, valerosas y talentosas sean capaces de tolerar la angustia que conlleva el hecho de ver más allá de la simple apariencia externa, de emprender simultáneamente el viaje dirigido por la mirada interior.
Recordemos que dos genios del siglo XX, ambos incansables revolucionarios, poseedores de una mirada y un talento excepcionales también fueron etiquetados de voyeuristas y transgresores: Sigmund Freud y Pablo Picasso.
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