México D.F. Viernes 6 de febrero de 2004
Traerá el trompetista estadunidense ''la
música de sobrevivencia'' a México
El jazz, forma de democracia con respeto a lo individual:
Marsalis
La historia de la humanidad y el diálogo le dan
esperanza , expresa a La Jornada
Hay intérpretes populares con la creencia de
que sólo deben cantar e ir al gimnasio, deplora
DAVID BROOKS Y JIM CASON/ Y II CORRESPONSALES
Nueva York, 5 de febrero. Wynton
Marsalis desea presentar la historia del sentimiento del jazz, cuando el
músico estadunidense y su Orquesta de Jazz de Lincoln Center ofrezcan
cinco conciertos en México, entre el 17 y el 20 de marzo, así
como profundizar sobre lo que llama la ''música de la sobrevivencia".
Marsalis habla con la facilidad, la tranquilidad y la
modestia de un gran maestro -y lo es, en todos los sentidos.
Así lo constata su intensa trayectoria como músico
clásico y de jazz, como historiador musical, como profesor y embajador
de la música.
Además de sus más de 40 grabaciones, premios
Grammy, el Pulitzer, como miembro de la lista de los 25 estadunidenses
más influyentes de la revista Time, como Mensajero de la
Paz de la Organización de las Naciones Unidas, entre decenas de
reconocimientos más, Wynton Marsalis goza al platicar sus aventuras
musicales y sus viajes, contando anécdotas sencillas de sus encuentros
y sorpresas desde Asia al Village de Nueva York.
Todos sus relatos son de música y arte culinario,
sus viajes por la música y la comida japonesa, la hindú,
la argentina, la china, y su pasión natural -natal- por crear y
recrear música.
Con sus pasiones musicales y gastronómicas queda
comprobado que este artista sí nació en Nueva Orleáns
(en 1961), la cuna del jazz y de su ídolo, Louis Armstrong.
Contra la forma ''dictatorial''
Wynton
Marsalis platica con un pequeño grupo de periodistas sobre el jazz
y su próxima gira que realizará en tierras mexicanas por
invitación del Festival de México en el Centro Histórico,
y responde a La Jornada sobre lo que desea transmitir a su público
en ese país.
Primero, ''la experiencia de la libertad, la improvisación
es eso", pero también ''un sentido de optimismo, ya que el jazz
se puede tocar sin música escrita, sin un dictador".
A la vez, ''está el concepto del swinging,
que es la búsqueda de la satisfacción mutua, algo que tuvo
su origen en Nueva Orleáns".
Todo esto surge de la experiencia estadunidense, y se
relaciona con algunas de sus estructuras sociales.
''El jazz se relaciona con un concepto de la Constitución
como algo enmendable, que se sigue transformando.
''El jazz siempre busca transformarse y mejorar", pero
también hay nociones que implican que no se acepta una forma ''dictatorial",
sino la presencia e interrelación entre diferentes fuerzas.
De igual manera, explicó el músico, el jazz
tiene el concepto de que el último será el primero: ''el
bajo y la batería son centrales para identificar el jazz, y aunque
son trasfondo, son a la vez lo primero.
''El jazz es finalmente una forma de democracia, en la
que se respeta lo individual pero siempre como parte de la comunidad",
comentó.
Describió diferentes formas de abordar el jazz,
la ''llamada y respuesta", la improvisación de un solo, y
el riff que se repite una y otra vez hasta que ''se canse o se siente
bien", el polífono donde todos ''van al mismo tiempo" -todas expresiones
del espíritu alimentado por la experiencia de este pueblo.
''Se trata de sentirse bien y saber adónde va",
dice, pero es una explicación más compleja, es entender,
saber de la música.
Marsalis cuenta cómo Dizzy Gillispie le preguntaba
a Louis Armstrong por qué tocaba con los ojos abiertos, ¿qué
es lo que estás viendo, buscando? Y que Armstrong le contestó:
''No sé, pero siempre lo encuentro".
El trompetista expresa que siempre se habla de la muerte
del jazz, desde hace décadas, de que los jóvenes no lo escuchan
o lo tocan, que ya no hay ventas de discos de jazz, y más. Pero,
subraya, ''el jazz es música de sobrevivencia, y la música
sobrevive".
Marsalis agrega que a lo largo de las décadas existen
nuevas generaciones que la alimentan y hay esperanza de una nueva conciencia,
ya que al ofrecer clases, foros y conciertos registra la constancia y permanencia
del género.
Las cosas cambian
A pregunta de La Jornada sobre qué es lo
que le da esperanza, Wynton Marsalis responde que ''la historia de la humanidad,
con sus bajas y sus altas, y el diálogo".
Recuerda que de esto se trata el blues, de la tragedia
rescatada, y que por eso es una música universal.
''Te enseña que las cosas pasan, que a veces uno
o todos no se portan a la altura de lo que se espera, pero que siempre
existe la voluntad de hacer algo al respecto."
Continúa: ''A veces uno se porta como menos de
uno, y a veces mejor, así es la cosa, pero uno tiene que enfrentarlo;
las cosas cambian.
''Si alguien le hubiera dicho a un esclavo negro en 1858
que sería libre en 1865, no lo hubiera creído, pero las cosas
cambian; ése es el punto."
Comenta que hace falta mucha educación en la música,
y señala que hay músicos populares que creen que sólo
deben cantar e ir al gimnasio para verse bien, ''pero no saben casi nada
de la música".
En sus largos viajes por el mundo, relata Marsalis, ''no
siento gran diferencia entre un público en Chile o uno en China
(...) Las personas son las mismas en todas partes, en cada público
hay alguien que no durmió bien la noche pasada, que está
con su novia por primera vez, que le gusta, que no le gusta, igual que
nosotros".
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