Permanecen a bordo de un buque estadunidense

Incertidumbre sobre la situación migratoria de 11 balseros cubanos

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 5 de febrero. Familiares de los 11 balseros interceptados en el Estrecho de Florida a bordo de un Buick 1959 adaptado, vivían este jueves una jornada de tensión, a la espera de algún indicio sobre la suerte que correrán las tres jóvenes parejas y los cinco menores.

El silencio oficial tanto en Estados Unidos como en Cuba es habitual. Las autoridades estadunidenses evitan manifestarse sobre casos migratorios antes de que estén calificados, mientras que las cubanas suelen hacer balances cuando el episodio ha concluido, para ponderar panorámicamente la actitud de Washington.

Los informes que han recibido las familias en La Habana convergen en que los seis adultos y sus hijos seguían a bordo de un buque estadunidense, donde el Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN) y el Departamento de Seguridad Interior examinaban sus casos.

"Estamos igual que ayer, en el limbo, como ellos", dijo a La Jornada Lourdes Grass, hermana de Luis Grass, uno de los navegantes. "Al menos están a salvo y tenemos la esperanza de que los dejen quedarse (en Estados Unidos). Pero lo peor de todo es que no tenemos noticias".

Por tercer día consecutivo la casa de los Grass, en una calle estrecha, empinada y abundante en baches, se ha convertido en centro de atención del barrio El Diezmero, en el sur profundo de La Habana. Familiares, amigos y vecinos se agolpan en la pequeñísima sala, mirando fijamente el teléfono que repiquetea, pero no trae datos concluyentes.

De vez en vez aparece en busca de noticias Daisy López, madre de Marcial Basante, compañero de aventura de Luis. "He pedido mucho por ellos. Es todo lo que le puedo decir", dijo la mujer, que ha preferido recluirse en un templo pentecostal.

Luis y Marcial, junto con sus respectivas esposas, Isora y Mirlena, habían intentado la travesía hace siete meses, en un camión Chevrolet 1951, igual que el Buick, sellado y acondicionado con transmisión a una propela.

Esta vez el invento tuvo dos mejorías: una pieza adosada al cofre, en forma de proa, y una quilla.

Con su ingenio a cuestas, los camionautas están en el centro de un caso que pone a prueba la vigencia de los acuerdos migratorios entre Cuba y Estados Unidos, según los cuales los cubanos que sean interceptados en alta mar en intentos de travesía ilegal serán devueltos a la isla.

Pero Estados Unidos otorga unilateralmente residencia a los cubanos que llegan a su territorio, por cualquier vía, incluso ilegal y violenta, bajo la Ley de Ajuste Cubano de 1966, que para el gobierno de La Habana es el factor principal de la emigración indocumentada.

El contraste entre ambas normas es lo que en Florida se conoce como la política de pies secos-pies mojados.

Lourdes dijo que su hermano y sus amigos mantuvieron el plan de salida en riguroso secreto. Durante semanas él volvió muy tarde y fatigado a la casa y sólo explicaba que todo era por el exceso de trabajo.

Pero ahora sabe que este nuevo intento estaba mejor preparado. "Llevaban una doctora, comida, combustible y algunas cajas de gravinol (un medicamento contra el vómito y el mareo)", dijo Lourdes.

La doctora es Nivia, esposa de Rafael, el dueño del Buick, a quienes los familiares de Grass y Basante sólo conocen por sus nombres.

Luis e Isora se llevaron a su hijo Angel Luis, de cuatro años. Marcial y Mirlena viajaron con los suyos, Leydis, de 12, y Felipe, de ocho. Rafael y Nivia llevan a dos niños.