Jaime Martínez Veloz

Al Capone en Tijuana

Tijuana, Baja California, ha soportado durante mucho tiempo su leyenda negra, construida a base de mi-tos, difamaciones y realidades. Es indudable que la ciudad, junto con la entidad misma, para bien o para mal ha gravitado en torno a la poderosa influencia del vecino estado de California, que por tamaño es la quinta economía del mundo.

Durante un periodo de fundamentalismo religioso, tan aberrante como el actual, la ley seca contra "el vicio y el pecado" en Estados Unidos impulsó el auge económico de Tijuana en los años veinte. Se magnificó el papel del contrabando, el juego, la prostitución y otras actividades relacionadas con el despegue de la región. La presencia del mafioso italoestadunidense Alfonso Capone en el mítico casino de Agua Caliente contribuyó a difundir un halo de misterio, fama y leyenda a la ciudad.

Luego del ascenso de Acción Nacional al poder en 1989, el narcotráfico, la criminalidad, la violencia, las adicciones y la inseguridad pública se dispararon a niveles colosales, situando a Tijuana y a Baja California en los primeros sitios nacionales de esos flagelos. Políticamente, el pa-nismo se enquistó en el poder, y mediante el tráfico de influencias, el compadrazgo, la compra de lealtades y de un corporativismo azul, ha podido canalizar el repudio al sistema priísta, incapaz tanto de garantizar espacios de participación a la clase media como de organizar al creciente número de proletarios de la ciudad. Por su parte, la izquierda es institucionalmente débil ante una sociedad influenciada por el intermitente consumismo y el individualismo estadunidense.

Durante su campaña electoral en Tijuana, en 2001, el ahora presidente municipal panista hizo "cooperar" a los dueños de giros negros de la zona de tolerancia. En un cálculo conservador, se dice que los "lenones" de "la Zona Norte" aportaron un millón de dólares a la campaña blanquiazul. Una situación similar ocurre hoy en Mexicali, donde candidatos panistas y accionistas de bares, cantinas, table dances, parecen ser los mismos. La masiva oposición ciudadana a la ampliación de los ya excesivos horarios de funcionamiento de esos giros, es enfrentada con respuestas cínicas o cretinas, del tipo de querer hacer parecer los cabarets como enormes guarderías sui generis donde "nuestros muchachos" puedan embrutecerse sin "correr peligro" en las calles.

Las próximas elecciones estatales de julio de 2004 en Tijuana amenazan convertirse en un aburrido ritual en el que una minoría famélica sancione de entre un reducido grupo de oligarcas priístas y panistas a quien habrá de pastorear los destinos locales. El mayor mérito del candidato panista es ser "hijo de papá"; sin experiencia, sensibilidad ni disposición, sólo apuesta a la inercia y el marasmo.

Más patética es la carta fuerte del priísmo: Jorge Hank Rhon, cuya única virtud (?) política es ser hijo del profesor Carlos Hank González. Pero, en todo caso, el famoso y experimentado era el padre. El dedazo madracista en favor del junior debe entenderse en el contexto de la sucesión presidencial de 2006. A Roberto Madrazo no le preocupa ni Tijuana ni el priísmo local, ni siquiera el candidato. Qué importa otra derrota en una plaza que el presidente priísta da por perdida. Lo que el tabasqueño espera es agradecimiento y reciprocidad de Hank Rhon en el momento en que necesite apoyos y sobre todo dinero para su candidatura presidencial: "con un billetazo si hay dedazo", dice Madrazo.

La "base social" (si es que tiene alguna) de este nuevo mecenas tijuanense la ha conseguido repartiendo juguetes, piñatas, rifando licuadoras, grabadoras baratas y planchitas en festividades, como Día de Reyes, Día de las Madres, Navidad y Año Nuevo. En política eso no basta para ganar elecciones; la capacidad de operación electoral del PAN ha sido formada durante años, primero en la oposición y hoy en el gobierno ha sido reforzada con la manipulación descarada y cínica de los programas sociales. Hank sólo conoce las calles de Tijuana y desde la comodidad de sus autos blindados, rodeado de guaruras y atemorizados ayudantes; no sabe la ubicación de las colonias, mucho menos sus problemas, por ello los resultados del 1Ɔ de agosto no serán sorpresa: habrá una gran abstención, los números le serán adversos y los millones de dólares que gaste en la campaña será dinero tirado a la basura o para engordar las carteras de aquellos que lo encampanaron en esta aventura destinada al fracaso electoral.

La próxima elección en el estado no será un proceso interno del PRI, como cuando impusieron a Madrazo mediante el único método que conocen: el fraude. El PAN ha sofisticado sus procedimientos de operación electoral. Sólo un movimiento social de gran calado puede desplazarlos del poder en Baja California. El Revolucionario Institucional es aquí una organización con tal quebranto moral y humano que no le quitan ni todos los millones de dólares con los que Hank se vanagloria que invertirá en la campaña. El PAN ha demostrado con creces su incapacidad gubernativa. La oportunidad la tiene el PRD; ojalá no la desperdicie y en lugar de privilegiar la cultura del reparto de migajas, construya una alternativa política viable y convincente que dispute el poder a la derecha bajacaliforniana, que inculta y bucanera ha salido buena para los negocios y con la capacidad para mantenerse en el poder, pese a sus resultados desastrosos.

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