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México D.F. Martes 3 de febrero de 2004
SUTGDF: EL FIN DE UN CHARRO
La
salida de José Medel Ibarra de la secretaría general del
Sindicato Unico de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (SUTGDF)
puede representar para esa organización sindical una oportunidad
inapreciable para emprender un proceso de democratización interna
y saneamiento. La circunstancia puede, asimismo, significar un golpe decisivo
al charrismo priísta en el más importante de sus bastiones
capitalinos.
Aunque formalmente Medel Ibarra presentó ayer su
renuncia al cargo, su salida del sindicato es, en los hechos, una destitución,
habida cuenta que el primer Congreso General Extraordinario del SUTGDF,
a realizarse hoy, tenía prevista en el orden del día la remoción
del ahora ex dirigente, quien se desempeña también como diputado
local por el PRI y como subcoordinador de la fracción parlamentaria
de ese partido en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).
Ante tal situación, los procesos penales y laborales
pendientes contra el ex líder charro por fraude, venta de
plazas y desvío de fondos tendrán que esperar a que Medel
pierda su fuero como legislador, es decir, hasta 2006. Cabe destacar, entre
los graves descalabros económicos a la organización sindical
que se atribuyen a Medel Ibarra, la compra de un equipo de futbol de tercera
división con dinero de los trabajadores del GDF, por parte del hijo
del ex líder, Sergio Medel Garrido. Con todo, en la caída
de Medel Ibarra hay un factor de fondo que no debe perderse de vista: la
fractura entre las cabezas de la dirigencia nacional priísta, Roberto
Madrazo Pintado y Elba Es-ther Gordillo.
Más allá de la suerte personal de este individuo,
ejemplo de subcultura antidemocrática, corrupción y patrimonialismo,
es claro que la conversión del Distrito Federal en una ciudad plenamente
habitable y digna pasa, necesariamente, por el desmantelamiento de las
mafias corporativas de origen priísta que aún persisten enquistadas
en organismos sindicales y en las estructuras mismas de la administración
pública.
Medel Ibarra se va, pero quedan muchos de su estilo, como
Fernando Espino Arévalo, secretario general del Sindicato Nacional
de Trabajadores del Sistema de Transporte Colectivo (SNTSTC) y diputado
federal ya no por el PRI, su partido de origen, sino por el Verde Ecologista
de México (PVEM), el cual lo incluyó en las elecciones del
año pasado en su lista de diputados plurinominales a fin de garantizarle
una continuada impunidad. Al igual que el defenestrado dirigente del SUTGDF,
Espino Arévalo tiene pendientes 16 averiguaciones previas por delitos
como robo, secuestro, abuso de confianza, fraude, lesiones, allanamiento
de morada y ataques a las vías generales de comunicación.
En el pasado reciente, los afiliados al sindicato del
Metro han presentado denuncias y acusaciones contra Espino Arévalo
por violar la Ley Federal del Trabajo, los estatutos y el reglamento sindicales,
pero, hasta ahora, los trabajadores de base no han logrado librarse del
liderazgo charro que padecen.
Por ahora, la guerra intestina en la cúpula del
PRI, que no alcanza a disimularse con besos mediáticos entre Gordillo
Morales y Madrazo Pintado, abre una oportunidad inmejorable de emancipación
sindical a los trabajadores que aún padecen el yugo del charrismo.
Es su hora y ojalá que sepan aprovecharla para construir organizaciones
laborales democráticas, transparentes y realmente comprometidas
con la defensa de sus agremiados.
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