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México D.F. Miércoles 21 de enero de 2004
LECTURA: DOBLE DISCURSO
Ayer,
al clausurar el Congreso Iberoamericano de Editores de Revistas, el presidente
Vicente Fox se refirió a la vigencia, en su gobierno, de la libertad
de expresión; señaló el respeto del poder público
a los medios informativos; reseñó los avances logrados para
una asignación más equitativa, regulada y racional de los
recursos publicitarios del gobierno federal, y habló del objetivo
de su administración de hacer de México "un país de
lectores".
Ha de reconocerse que hoy en día, en términos
generales, el Ejecutivo federal no obstaculiza el ejercicio de la libre
expresión, y que ésta es posible en la medida en que los
medios se propongan hacer uso de ella. Una de las excepciones más
notorias y preocupantes ha sido el empeño de la Procuraduría
General de la República por violentar el secreto profesional en
la actividad periodística, presionar a los reporteros para que revelen
sus fuentes y convertir de ese modo a los informadores en informantes policiacos.
También en lo general, es cierto que la actual
Presidencia ha avanzado en la regulación de la transparencia informativa
y en una asignación más equitativa de la publicidad oficial
--cuyos recursos provienen, como lo dijo el mandatario, "de los impuestos
que pagan los mexicanos-- que se otorga a los medios; sin embargo, tales
medidas son todavía muy perfectibles. La lacra de las publicaciones
gacetilleras dista de haber desaparecido y no pocos mercaderes del oficio
se han dado la maña para burlar las regulaciones establecidas y
medrar con productos editoriales que viven de la extorsión o de
la alabanza a funcionarios y que no circulan más que en las salas
de espera de las oficinas públicas.
Son plausibles, sin duda, la intención de Fox de
construir "un país de lectores" y su observación en el sentido
de que "las publicaciones periódicas pueden ayudar a desarrollar
el gusto por la lectura en millones de personas". Por desgracia, el propio
titular del Ejecutivo federal y varios de sus más cercanos colaboradores
han manifestado, en reiteradas ocasiones, expresiones de menosprecio para
con la prensa escrita. No hace mucho, Fox recomendó en público
la no lectura de periódicos, y en uno de los varios intentos por
gravar los libros, los diarios y las revistas, el secretario de Hacienda
y Crédito Público, Francisco Gil Díaz, aseguró
que la principal lectura de los mexicanos son las revistas pornográficas.
Hace un par de meses, el gobierno proponía la liquidación,
entre otras instituciones culturales oficiales, de Educal, la red de librerías
de la que Fox presumió ayer ante los editores de revistas de Latinoamérica.
Ha de constatarse, en suma, la existencia de un doble
discurso del foxismo, en materia de periódicos, libros y revistas
y, en general, del tema de la lectura, una manifiesta discordancia entre
hechos y palabras que daña la credibilidad del gobierno y obstaculiza
la consecución de sus propósitos. Cabe esperar que el Ejecutivo
federal logre superar sus propias disonancias, en éste y otros terrenos.
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