México D.F. Domingo 11 de enero de 2004
Washington podría presionar a Fox para
neutralizar el rechazo en EU, opina activista
Grupos latinos lanzan campaña contra el plan
migratorio de Bush
Aunque es un "primer paso importante", el proyecto es
insuficiente, consideran obispos
DAVID BROOKS CORRESPONSAL
Nueva York, 9 de enero. Organizaciones latinas
y liberales han empezado a movilizarse contra la iniciativa migratoria
del presidente George W. Bush, algo que colocaría al presidente
Vicente Fox en una disyuntiva entre endosar la propuesta de la Casa Blanca
o mantener su apoyo clave entre las principales organizaciones latinas
en este país.
Al anunciar una campaña publicitaria en los principales
medios latinos contra la propuesta migratoria de Bush, el Consejo Nacional
de la Raza anunció hoy que está colaborando con grupos comunitarios
y organizaciones liberales para educar a la comunidad latina sobre el anunciado
programa de trabajadores temporales. "La comunidad necesita saber que lo
que ha estado pidiedo durante más de dos años -una oportunidad
de participar plenamente en el sueño americano- no es lo
que propone el presidente", declaró Cecilia Muñoz, vicepresidenta
del consejo.
Agregó
que "inmigrantes que trabajan arduamente y tienen una profunda fe en este
país merecen más, y la comunidad latina merece más
que un programa que beneficia a empresarios a expensas de los trabajadores".
Antonio González, presidente del Instituto Willie
Velásquez y veterano líder de derechos civiles para la comunidad
latina estadunidense, advirtió que la crítica contra la propuesta
de Bush por casi todos los principales grupos latinos del país continuará
creciendo. A la vez comentó, en entrevista con La Jornada,
que la Casa Blanca, ante esto, intensificará la presión sobre
Fox para que éste apoye a su contraparte sobre el tema para intentar
contrarrestar el rechazo de la comunidad latina en Estados Unidos.
Desde el anuncio de Bush, el miércoles, casi todos
los principales grupos latinos y de defensa de inmigrantes, junto con sindicatos
y grupos de derechos civiles han criticado, algunos hasta condenado, la
propuesta migratoria del presidente.
Además del Consejo Nacional de la Raza, participan
MALDEF, LULAC, el Foro Nacional de Inmigración, la Asociación
Americana de Abogados de Inmigración, la Red Nacional de Derechos
para los Inmigrantes y Refugiados, la Coalición de la Caravana de
Libertad de los Trabajadores Inmigrantes (la gran coalición que
coordinó la reciente caravana nacional de inmigrantes) junto con
varias agrupaciones regionales y locales.
Además, la central obrera nacional AFL-CIO rechazó
la propuesta. Su secretario general, John Sweeney, declaró que es
"una promesa vacía tanto para trabajadores indocumentados como para
la gente que busca migrar a Estados Unidos y para los trabajadores estadunidenses".
Dijo que el plan del presidente Bush sólo "crea una subclase permanente
de trabajadores sin derecho a participar plenamente en esta democracia".
La Conferencia de Obispos de Estados Unidos también
criticó la propuesta, aunque señaló que era un "primer
paso importante". El presidente del Comité de Migración de
la cúpula católica, el obispo Thomas G. Wenski, expresó
que, aunque es un primer paso, "esta propuesta en particular no ofrece
una solución a los problemas que enfrentamos como resultado de la
migración indocumentada y un sistema de inmigración inoperante".
Insistió que lo que se necesita es una "reforma
migratoria comprensiva que ofrezca oportunidades para la legalización
de los indocumentados que viven en Estados Unidos (...) y un canal hacia
la permanencia", dijo.
Para la Casa Blanca, esta apuesta fue diseñada
para intentar capturar un porcentaje mayor del voto latino, como también
para satisfacer a ciertos sectores empresariales. Tal vez logre lo segundo
(la Cámara de Comercio y una agrupación empresarial del sector
de servicios han dado una bienvenida a la iniciativa, aunque desean más),
pero está en disputa si esta estrategia rendirá frutos con
el electorado latino. En la reciente encuesta del Pew Hispanic Center sobre
opiniones en inmigración (efectuada en 2002), 71 por ciento de los
latinos opinaban que los indocumentados ayudan a la economía estadunidense
y 90 por ciento (frente a 69 por ciento de la población nacional)
de los latinos favorecían ofrecer un mecanismo para legalizar a
los inmigrantes latinoamericanos en el país.
Antonio González advierte que por el rechazo de
los grupos latinos, y la opinión publica, Bush ahora intensificará
su presión sobre Fox para endosar su plan y, si el mandatario mexicano
lo hace, pudiese ocasionar "una ruptura" entre el gobierno mexicano y las
principales organizaciones latinas estadunidenses.
Donde hay amplio consenso -el cual Bush destacó-
es que este sistema es inoperante. El Centro de Políticas de Inmigración
ofreció algunos datos sobre los costos del sistema actual como prueba
de la necesidad de una reforma más amplia. Entre otras cosas señaló
que los fondos federales dedicados a la seguridad fronteriza se han incrementado
de 740 millones de dólares en 1993 a 3 mil 800 millones de dólares
ahora, pero que la migración indocumentada ha continuado hasta por
500 mil personas al año. Señaló que los resultados
de la estrategia de seguridad fronteriza en el suroeste sólo ha
generado más negocio para los contrabandistas humanos y más
muertes (mil 896 personas han fallecido desde 1998 al cruzar esa frontera).
A la vez, los aproximadamente 9 millones de indocumentados aquí
ya son parte integral de la economía nacional. Por tanto, el centro
señala que este es un sistema migratorio de dos mensajes, el de
"no pase" y a la vez "se solicita mano de obra".
Una caricatura publicada en el San Diego Union Tribune
muestra a un ama de casa estadunidense de un lado y tres inmigrantes latinos
de otro. Arriba aparece la definición de la palabra "bilingüe:
capaz de hablar dos idiomas" y el ama de casa dice en dos globitos simultáneos
"váyanse a casa" y en el otro "pero primero acaben de cosechar mi
alimento, limpiar mi casa y podar mi césped".
Algunos políticos y analistas creen que la iniciativa
de Bush por lo menos abre de nuevo este debate nacional (y trasnacional),
y que ahora toca a los diversos actores maniobrar en este campo de juego
que ha permanecido casi cerrado durante los pasados dos años.
Pero como se perfilan las cosas, uno de los principales
jugadores -el gobierno de México- enfrenta un panorama sumamente
complicado para evitar quedar arrinconado al ser obligado a escoger entre
sus aliados permanentes en Estados Unidos, sus propios ciudadanos y los
latinos, y el gobierno de Bush (el cual podría o no estar en el
poder dentro de un año).
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