.. | México D.F. Sábado 10 de enero de 2004
ARBITRARIEDAD POLICIAL, ESTRIDENCIA MEDIATICA
Acusada
y detenida arbitrariamente, la enfermera Matilde Sánchez padeció
ayer un calvario. Señalada sin pruebas como la autora de los asesinatos
de ancianas que han estremecido recientemente a los habitantes de la ciudad
de México, Sánchez fue aprehendida sólo por tener
cierto parecido con el dudoso retrato hablado de la presunta victimaria
y por haberse mostrado nerviosa, ante la presencia de agentes policiacos,
cuando pretendía cobrar un cheque en una sucursal bancaria.
Sin más evidencia que estos datos circunstanciales,
la enfermera fue conducida ante el Ministerio Público. Al conocer
la noticia de su detención, difundida con juicios precipitados por
algunos medios informativos, las compañeras de trabajo de Sánchez
-personal de una clínica del ISSSTE- bloquearon la calzada de Tlalpan
para mostrar su repudio ante tal hecho, defender la inocencia de la retenida
y exigir su inmediata liberación.
En este contexto, resulta preocupante que una persona
pueda ser detenida y exhibida como criminal sólo por mostrarse nerviosa
ante la presencia policial -algo que, ante la desconfianza que todavía
suscitan las corporaciones de seguridad pública, resulta común
entre la población- y porque su fisonomía parece similar,
tras una interpretación superficial o hasta torpe, a un retrato
hablado elaborado al margen de la Procuraduría General de Justicia
del Distrito Federal. Por ello, el esfuerzo por mejorar el perfil, la capacitación
y el accionar de las policías capitalinas debe ser redoblado a fin
de prevenir arbitrariedades y dar certidumbre a la ciudadanía.
Por otra parte, el estridente manejo que algunos medios
de comunicación realizaron con motivo de la detención de
Sánchez resulta contrario a la ética y a las buenas prácticas
que deben imperar en la labor periodística. Impelidos por el frenesí
sensacionalista, la captación de audiencias a toda costa y, posiblemente,
el mero afán de lucro y notoriedad, ciertos medios exhibieron sin
recato a la enfermera, pese a que no existen pruebas en su contra, y asumieron
impropiamente el papel de acusadores y jueces. Con ello, asestaron un golpe
a la honorabilidad de la detenida y desinformaron y enardecieron a la sociedad,
faltas por demás censurables.
Finalmente, cabe esperar que las autoridades judiciales
de la capital esclarezcan con prontitud la situación legal de Sánchez
-al cierre de esta edición permanecía detenida- y, al mismo
tiempo, amplíen las indagaciones para identificar, capturar y procesar
conforme a derecho al o los responsables de los atroces crímenes
que se imputan a la agraviada con pruebas circunstanciales e irrelevantes.
De igual manera, debe exigirse que quienes perpetraron el linchamiento
mediático de esta enfermera, sin más evidencias que la errada
interpretación de un retrato hablado extraoficial, reconozcan públicamente
su desmesura y, con la misma intensidad con la que en su momento la acusaron,
hagan saber a la sociedad de su equivocación a fin de restituir,
en su caso, el honor y la imagen pública de Matilde Sánchez.
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