México D.F. Viernes 9 de enero de 2004
Jaime Martínez Veloz
Tratados de Bucareli
Alvaro Obregón, urgido de que Estados Unidos reconociera su autoridad, firmó con ese gobierno el 13 de agosto de 1923 los infamantes tratados de Bucareli, en los cuales se acordó lo que sigue:
1. Las propiedades agrícolas expropiadas a estadunidenses se pagarían con bonos, si no eran mayores a mil 755 hectáreas.
2. Para propiedades que rebasaran dicha extensión, el pago sería de inmediato y al contado.
3. Se integraría una comisión encargada de revisar las reclamaciones pendientes a partir de 1868; las originadas por la Revolución se resolverían aparte.
4. Con relación al petróleo, el artículo 27 no era retroactivo para los estadunidenes que hubieran adquirido sus concesiones antes de 1917, lo que les permitía seguir explotando el hidrocarburo.
Aunque los llamados tratados de Bucareli no fueron aprobados por los congresos de uno y otro país, constituyen uno de los hechos más vergonzosos para México. Obregón entregó dignidad, decoro y soberanía nacional a cambio del reconocimiento de su gobierno. Otorgó a los extranjeros los derechos que no tenían los mexicanos.
A 80 años de la firma de dichos tratados, el actual gobierno federal ha realizado las siguientes acciones:
1. Ha presionado al Congreso de la Unión para reformar los artículos 27 y 28 constitucionales, con el propósito de entregar a corporativos trasnacionales el consumo de energía eléctrica de las empresas que facturan 60 por ciento de los ingresos totales de la Comisión Federal de Electricidad.
2. Ha entregado concesiones, territorio, activos, costas y recursos de Baja California a compañías trasnacionales para instalar plantas de generación eléctrica y regasificadoras con el objeto de abastecer los requerimientos energéticos de Estados Unidos en California.
3. Firmó la minuta 307 para adicionarla al tratado de Aguas y Límites de 1944, que obligaba a México a entregar 739 millones 800 mil metros cúbicos de agua a más tardar el 31 de julio de 2001.
4. Permite que policías estadunidenses operen en nuestros aeropuertos, convirtiéndolos oficialmente en sucursales de la CIA y el FBI. La lucha antiterrorista es el pretexto del gobierno de Estados Unidos para asumir el control de la política migratoria desde territorio mexicano. La seguridad nacional mexicana está hoy en manos del gobierno estadunidense con la incondicionalidad y complicidad de "nuestros" gobernantes.
Fox desprecia la legitimidad del voto de los mexicanos y ha entregado decoro, dignidad y soberanía nacional a cambio de congraciarse con su homólogo estadunidense, quien está enojado porque el pueblo de México repudió su aventura criminal de invadir Irak.
Las declaraciones para justificar lo injustificable son un conjunto de absurdos: "las relaciones con Estados Unidos están en su mejor momento", dice el secretario de Relaciones Exteriores; "trabajamos en coordinación con la CIA", reconocen en la Secretaría de Gobernación; "muy normal la presencia de agentes de Estados Unidos en el aeropuerto capitalino", remata Fox. El concierto de desatinos adquiere niveles de escándalo. No hay escrúpulo ni rubor alguno. La capitulación tiene carta de naturalización. El entreguismo no tiene límites.
Mientras tanto, con la zanahoria en la mano, después de tres años de autismo, Bush propone unilateralmente, sin acuerdo previo en su país, ni mucho menos con el nuestro, un programa temporal que "junte a trabajadores que desean trabajar (sic), cuando no se encuentre a algún estadunidense que quiera tomar el puesto". La propuesta, que aparenta una nueva actitud, conlleva el mismo nivel de racismo imbécil que caracteriza la arrogancia del gobierno estadunidense.
La verdadera calamidad es que nuestro destino está en manos de un presidente cuya inteligencia supera en 21 puntos a las personas con retraso mental, porque George W. Bush posee un cociente intelectual de 91, calificación que lo coloca en un nivel más bajo de sus predecesores (William Clinton obtuvo 182, James Carter 176 y John Kennedy 174).
Y mientras alcanzamos el paraíso con la nueva propuesta migratoria del belicoso amigocho de Fox, hay que chingarse en el aeropuerto y en las líneas fronterizas para que tras horas de espera seamos revisados como criminales. A pesar de todas las vicisitudes, sólo es cuestión de tiempo porque, con o sin acuerdo migratorio, los mexicanos seguiremos poblando Estados Unidos y algún día, junto con los hermanos de los demás países latinos, los negros, los indios y las minorías discriminadas, seremos mayoría en el país más poderoso del mundo. [email protected]
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