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México D.F. Miércoles 24 de diciembre de 2003
JAZZ
Antonio Malacara
Las sociedades de Marcos Miranda
LA FERTIL Y policroma discografía de Marcos
Miranda nos entregó este año tres discos que engrandecen,
desde la dignidad del subterráneo, la realidad musical mexicana
en su conjunto. Primero llegó Tarika-Tao, un dueto con Remi
Alvarez, que aunque estaba listo desde 2002, empezó a circular uno
o dos meses después. En octubre apareció Casona's Blues,
con la Sociedad Acústica de Capital Variable; y finalmente este
boliviano-mexicano sacó un disco de salterio bajo el título
de La Casa de Nur. Vayamos con los dos primeros.
CON
TARIKA-TAO Marcos cierra un ciclo de cuatro
discos a dueto: Sama (1998), al lado del percusionista Santiago
Fortson; Dueto (1999), con el bajista Fernando Zapata; y Evidencias
(2000), con el pianista Huitzilín Sánchez. Ahora se trata
de un dueto de alientos, donde los clarinetes bajo, alto y contralto de
Miranda se unen en una serie de improvisaciones libres y ácidas
a los saxos y la flauta de Remi Alvarez, uno de los músicos más
importantes y propositivos del jazz en México.
EL VIAJE EMPIEZA con la profunda aparición
de un clarinete bajo que quiere marcar ruta, pero diez segundos después
el sax soprano entra revoloteando y todo se vuelve a inventar; delgados
y parpadeantes, los timbres del saxofón lucen enormes al estallar
en un sinfín de astillas que tratan de ser "atrapadas" por la "seriedad"
de Miranda. Así, el no tempo transcurre y se esparce y se
reinventa en el quehacer-placer (saludos a Caballero) con que estos dos
maestros nos muestran que no sólo de técnica (la cual les
sobra) vive el músico.
EL DISCO ES un nuevo y placentero salto al vacío,
no apto para aquellos respetables seres que siguen viendo a Take five
como la cumbre del jazz moderno; y menos aún cuando nos enfrentamos
al misterio y la espesura de Materia prima, o a los prolongadísimos
solos de Inexistente (Remi) y Ni existente ni inexistente
(Marcos). En fin, que en gustos se rompen madres.
EN LA OTRA esquina: Casona's Blues, grabado
en vivo entre noviembre de 2001 y abril de 2002, en medio de la larga temporada
que la Sociedad Acústica de Capital Variable, liderada por el maestro
Miranda, realizó en La Casona del Elefante. Ante las estrecheces
del idioma y la regocijante holgura que "encierra" este disco (por supuesto
que el blues conlleva dosis de regocijo), un solo adjetivo tomaba forma
mientras la música giraba en la charola; y así, como si tuviera
vida propia (el adjetivo), llegó para calificar a este disco: delicioso.
Todos estuvimos de acuerdo.
EL BLUES DE la Casona
recrea con maestría y reposo la música de Monk y Boyd, pero
de igual manera retoma las raíces de la negritud norteña
para construir nuevos temas y rediseñarlas ya juguetonamente (Game
boy), ya con espesos pasajes (Delta Square Blues), o bien en
un sabrosísimo boogie (Hooker Boogie) que no sólo
nos trae imágenes de John Lee Hooker, sino de Canned Heat y hasta
de Emerson, Lake & Palmer.
LA COHESION INSTRUMENTAL, el oficio grupal de SA
de CV no nos sorprende; Marcos Miranda está en saxos, clarinete,
kalimba y gaitilla; Rogelio Nobara en la guitarra, Huitzilín Sánchez
en teclados y Pável Sandoval en la batería. La gran sorpresa
fue escuchar a Xavier Quirarte, quien además de tocar el bajo, canta
con soltura, con un enorme y espontáneo sentido blusístico;
su voz se escurre con brillante opacidad (órale) entre los compases;
es el filin que no necesita de parafernalia alguna cuando lo que
sobra es el sentimiento. Definitivamente, ellos tienen el blues. Salud.
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