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México D.F. Miércoles 24 de diciembre de 2003
Néstor Bravo
De actualidad en la cultura mexicana
El presupuesto designado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) para desarrollar proyectos académicos en una escuela como La Esmeralda no rebasa los 90 mil pesos anuales, tomando en cuenta que la cantidad designada para los salarios de la planta docente y gastos de la administración es una cuestión aparte. El uso de este dinero tiene que ser aprobado por instancias superiores, como la Dirección de Asuntos Académicos del instituto, y supone un trámite que puede prolongarse durante varios meses. En este proceso se evalúa la pertinencia del proyecto en términos académicos, observando la coherencia de lo presentado por la escuela en relación con las políticas académicas del instituto. La revisión de estas iniciativas puede tener como consecuencia la desaprobación de lo propuesto por las escuelas y la necesidad de volver a plantear el o los proyectos en su totalidad.
Existe la exigencia, por parte del INBA, así como de los centros de enseñanza, de generar actividades que promuevan el desarrollo académico tanto de alumnos como de profesores, de tal manera que los recursos económicos utilizados en estos centros deben tener como consecuencia aspectos que promuevan el mejoramiento de la enseñanza. Creo que en un país como el nuestro es de suma importancia mejorar la calidad de la educación, dando incentivos a la investigación como herramienta del aprendizaje y así poder encontrar los recursos pertinentes que otorguen la posibilidad de generar criterios, digamos de alguna manera, democratizantes. Las consecuencias pueden ser, pues, de orden tangible e intangible. En el primer rubro se incluyen aspectos que tienen consecuencias objetuales, es decir, talleres de producción o exposiciones, esto en el caso concreto de una escuela como La Esmeralda; en el segundo rubro se contemplan actividades como seminarios o cursos de actualización docente, que tienen un impacto importante pero que sus resultados no son visibles de manera inmediata. Se trata de propuestas que pretenden mejorar el nivel académico y la calidad de las investigaciones que se llevan a cabo en las escuelas.
El recurso económico para realizar estas labores no es otorgado de manera inmediata por las autoridades. Normalmente (con lo angustiante que pueda resultar este término) pasa por otra serie de trámites, ahora de orden administrativo, y en la actualidad, con los recortes de presupuesto que ha hecho la nación en lo referente a cultura y educación, en muchas ocasiones las escuelas se ven obligadas a priorizar sus necesidades y subordinarse a los presupuestos y a criterios administrativos, excluyendo así algunos proyectos que, digamos, podrían observarse como menos importantes.
Normalmente se presentan las propuestas que a todas las escuelas les parezcan importantes, y en ese sentido pretendan beneficiar a sus comunidades, anualmente, a mediados de septiembre, en el cambio de año escolar. La revisión y la posterior aprobación de los proyectos con sus recursos económicos para aplicar pueden lograrse cinco meses después, es decir, en febrero del año siguiente, lo cual no supone que se pueda contar con los fondos en el momento de la aprobación académica o administrativa; pasa mucho tiempo para que esto suceda. Por lo general se puede ejercer el presupuesto en el mes de mayo o junio, nueve meses después de que se presentaron a las autoridades los proyectos, y una vez obtenidos los recursos se utilizan para pagar deudas, lo que permite llevar a cabo actividades en el lapso que va de enero a junio... de otra manera sería imposible. Así nos encontramos con que muchos de los participantes en los trabajos generados con este presupuesto cobran de cuatro a cinco meses después de haber llevado a cabo sus talleres o seminarios, y lo hacen de buena gana, aunque en algún momento se puedan enojar y exijan sus pagos con cierta desesperación.
Observando las noticias recientes en lo referente a la cultura nacional, particularmente la que tiene que ver con el proyecto de homenaje a Octavio Paz, me pregunto si la señora Dolores Creel tiene que pasar por los mismos trámites en la realización de sus proyectos, a los que tiene que se tiene que enfrentar una escuela nacional de enseñanza superior en artes.
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