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México D.F. Miércoles 24 de diciembre de 2003

San Juan de Ulúa, a punto de sucumbir ante la contaminación

Su rescate requiere $120 millones y la aplicación de tecnología inédita en AL

ANDRES T. MORALES CORRESPONSAL

Veracruz, Ver., 23 de diciembre. Tan antiguo como la conquista española en América, y transformado en símbolo del patriotismo de la nación, pues durante los cinco siglos anteriores fue punto de resistencia contra los embates de fuerzas extranjeras, como las invasiones francesa y estadunidense, el fuerte de San Juan de Ulúa enfrenta hoy la paradoja de sucumbir ante un enemigo que paulatinamente lo fue rodeando y socavó sus cimientos y estructura, al grado de colocarlo en riesgo de desplome.

Si bien durante más de 400 años salió avante de aquellos ataques, ahora las actividades portuaria e industrial son los nuevos peligros, que no sólo alteraron las corrientes marinas, sino que la polución vertida al mar destruyó parte de la cimentación del islote que sostiene esa construcción.

Para impedir el derrumbe del histórico edificio, los expertos hablan de una cirugía mayor, con tecnología inédita en América Latina, y de la inyección de más 120 millones de pesos, cifra que aunque fue prometida por las autoridades federales y estatales desde hace una década, cuando se diseñó el proyecto de rescate, fluye a cuentagotas, mientras se acelera el deterioro en la base coralina.

A lo anterior se suma que por cuarto año consecutivo el fuerte figura en la lista de los monumentos más deteriorados en el mundo, según la organización internacional World Monuments Fund (WMF), mientras que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) mantiene su posición de no conceder la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad, debido a la mancha industrial que lo envuelve y contamina visualmente. Sin ese estatus, también se cierra una de las válvulas que permitiría el flujo de aportaciones internacionales para su rehabilitación.

La tarde del lunes 22, el INAH emitió un comunicado en el cual02af3 asegura que "en menos de cuatro meses" estará "garantizada la estabilidad del Castillo de San Juan de Ulúa". Con la colocación de 700 piezas de tablestaca (hoja metálica de gran grosor) -según el comunicado- "se estará garantizando la estabilidad del edificio, que por su deterioro se vio en riesgo de desaparecer. Además se avanzará 50 por ciento en los trabajos de restauración, aseguró Daniel Goeritz Rodríguez, director del Centro INAH-Veracruz".

En el segundo párrafo, el comunicado oficial advierte: "de ser posible, en tres meses concluirá la colocación de las 700 piezas de tablestaca, lo que marcará el máximo avance sustancial que tendrá la fortaleza. Estas acciones comprenden la compra y los estudios realizados para la colocación de la misma. Por lo que toca a la adquisición de este material, construido 80 por ciento en Inglaterra y el 20 por ciento restante en Alemania, el gobierno de Veracruz invirtió 10 millones 700 mil pesos".

Castillo de leyendas y patriotas

Ubicado en un islote que desde tiempos precolombinos fue utilizado como adoratorio de Tezcatlipoca, San Juan de Ulúa ha sido testigo y partícipe de la historia nacional. Su nombre se deriva de la combinación de términos ibéricos y nativos. San Juan, por el conquistador Juan de Grijalva, quien en 1519 arribó a costas veracruzanas y avizoró la fortaleza en la festividad de San Juan Bautista, y Ulúa, por los sacrificios humanos encontrados en las áreas denominadas culhua.

La construcción duró más de 300 años, pues de manera paulatina se le adicionaron fortificaciones para defender la ciudad de las invasiones extranjeras y los piratas que merodeaban el golfo de México.

Además de atesorar entre sus muros muchos episodios de la vida nacional, San Juan de Ulúa también es referencia de leyendas que lo transforman en sitio mítico.

En el porfiriato, cuando funcionó como prisión ''de máxima seguridad", el castillo albergó a Jesús Arriaga, Chucho el Roto, famoso bandolero que robaba a los ricos para ayudar a los pobres. La leyenda cuenta que fue el único prisionero que logró escapar de sus fortines, saltando al agua y nadando en medio de los tiburones.

También de sus celdas escapó misteriosamente la famosa hechicera mestiza conocida como la Mulata de Córdoba, condenada por la Inquisición y quien dibujó un barco en uno de sus muros para después abordarlo y navegar frente a la atónita mirada de sus carceleros.

Otros prisioneros célebres fueron fray Servando Teresa de Mier, fray Melchor de Talamantes, los hermanos Flores Magón y Benito Juárez, mientras que en 1915 Venustiano Carranza fijó temporalmente en San Juan de Ulúa la residencia presidencial.

Además realizó la función de sitio de defensa para repeler las invasiones estadunidenses y francesa.

En los años posteriores a la dictadura porfirista, luego de que se suprimió la prisión que funcionaba en sus espacios, San Juan de Ulúa fue prácticamente abandonado y registró un severo deterioro en su estructura.

Fue a mediados de los años 70 cuando el gobierno federal retomó el interés por rehabilitar la fortaleza y su custodia pasó a ser de interés nacional, como otros sitios históricos del país.

Joya aprisionada

Sin embargo, la protección oficial llegó tarde porque el desarrollo portuario e industrial rodeó al edificio durante décadas de incuria, convirtiéndose la fortaleza paradójicamente en prisionera de la mancha de plataformas, muelles, silos y almacenes.

El riesgo de que San Juan de Ulúa registre desprendimientos y hundimiento de espacios es inminente debido a que sus cimientos presentan grave deterioro por la contaminación de las aguas y la alteración de las corrientes por la actividad portuaria.

Peritos del Instituto Nacional de Antropología e Historia detallan que los dragados efectuados en los muelles prácticamente han deslizado la cimentación de arena, y los químicos y polución vertidos al mar, que provienen de las industrias asentadas en el recinto portuario, han carcomido la roca coralina que sostiene la edificación. Por lo menos 10 por ciento de la fortaleza está en riesgo de hundimiento, pero, de suceder, las secuelas secundarias afectarían toda la estructura.

La invasión del corredor industrial y portuario también contribuyó a degradar el paisaje arquitectónico, derivando en la negativa de la UNESCO para conceder la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La primera petición al organismo internacional se hizo en 1996, y en los años posteriores la respuesta ha sido la misma.

''Con ello se privan de beneficios, como la obtención de recursos internacionales en caso de desastres y el financiamiento para esquemas de protección y conservación'', explica Goeritz.

Al no conseguir ese reconocimiento internacional, ahora se busca incorporar a San Juan de Ulúa a un grupo de construcciones coloniales de América Latina, para presentar una segunda propuesta a la UNESCO y obtener la declaratoria en conjunto o en paquete, como lo auspicia la Organización del Gran Caribe para los Monumentos y Sitios Históricos (Carimos, por sus siglas en inglés), aunque tal opción sigue como proyecto.

Desde 1996, la WMF incluyó la fortaleza entre los 100 edificios históricos más dañados en el mundo. A siete años de ser monitoreada por la agrupación internacional mediante su programa World Monuments Watch (WMW), San Juan de Ulúa ascendió en la lista bianual de inmuebles deteriorados, al pasar del lugar 64 al 37, según el reporte difundido en 2002.

En ese año la Dirección del Programa Observatorio Mundial de Monumentos, con sede en Nueva York, expuso que México tenía ''tres llagas dolorosas", que son: la Capilla de la Inmaculada Concepción, de estilo renacentista, en Michoacán; la zona arqueológica maya de Yaxchilán, en Chiapas, y San Juan de Ulúa, en Veracruz.

Paciente que requiere cirujía mayor

En 1993 un grupo de investigadores del INAH propuso un ambicioso proyecto para el rescate integral de San Juan de Ulúa, cuya inversión inicial se calculó en 80 millones de pesos, pero una década después la cifra se elevó a 120 millones de pesos, necesarios para impedir el derrumbe del inmueble.

Desde el pasado octubre y con aportación del gobierno estatal, se adquirieron 700 piezas de tablestaca para hincarlas en el subsuelo marino con el propósito de formar una barrera que detenga la erosión de los cimientos. Tal proceso no sólo es costoso, sino complicado, pues sólo existen dos empresas en el mundo -una japonesa y otra alemana- que cuentan con la tecnología para introducir la tablestaca sin vibraciones que dañen el histórico edificio.

''Todo debe ser a presión, sin correr el riesgo de que se sacuda el edificio, ni por golpe ni por vibración; ya se hicieron dos estudios para la colocación, uno de resonancia magnética, para localizar posibles obstáculos en el subsuelo marino, y otro de mecánica de suelo, ambos hasta el momento refieren la posibilidad de realizar el procedimiento con alta probabilidad de éxito."

Goeritz explicó que el proyecto consiste en hincar a 16 metros bajo el lecho marino, las hojas de metal de una pulgada de espesor, para formar una valla en zig-zag a 10 metros de la base del islote, y posteriormente rellenar el espacio con material sólido diseñado ex profeso para reforzar la cimentación y revertir el deterioro.

''Es un método que no debe tocar la fortaleza. Podemos decir que es una cirugía mayor e inédita en este país para un monumento histórico, pues hay antecedentes en edificaciones convencionales, pero no en sitios marinos ni en edificios considerados baluartes culturales."

El funcionario refirió que la tecnología susceptible de utilizarse en San Juan de Ulúa ya ha sido aplicada en algunos castillos medievales y renacentistas, en Europa, y puentes, en Japón, pero será la primera vez que se utilice en un monumento histórico de América Latina. Los trabajos de la primera etapa -fortalecer los cimientos- se prolongarían hasta mediados de 2004 y después se continuaría con la restauración propia del edificio construido con piedra coralina.

Goeritz advirtió que en caso de no concretarse el saneamiento de los cimientos con las hojas de hierro, cualquier sismo o marejada podría causar desprendimientos de la fortaleza, principalmente en las esquinas, que son las más vulnerables.

Dinero a cuentagotas

Para lograr el objetivo se necesita una inversión de 60 millones de pesos, la mitad de los recursos totales del plan de rescate. Hasta la fecha, el gobierno federal, por medio del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), mantiene el compromiso de canalizar 25 millones de pesos y otra cantidad similar sería aportada por el gobierno del estado de Veracruz.

Sin embargo, los recursos fluyen a cuentagotas y durante la pasada década sólo se invirtieron 20 millones de pesos en los trabajos de rehabilitación, por la demora para liberar los fondos.

La aportación más significativa en los recientes tres años fue la compra de la tablestaca en la que se gastaron 10 millones de pesos, y todavía sigue pendiente emitir la licitación internacional para desarrollar el proceso que absorberá otros 50 millones de pesos.

Durante los dos años anteriores, el INAH sufragó los trabajos de rehabilitación de varias estructuras ubicadas en el interior de la fortaleza, con aportaciones hechas por la WMF que ascendieron a 250 mil dólares.

En el ámbito local, todavía está pendiente la donación de 4 millones de pesos más, anunciada por la organización Amigos de San Juan de Ulúa, integrada desde el año 2000 por un grupo de empresarios cuya encomienda es recaudar recursos para las obras de rescate más urgentes.

Los donativos anunciados por la agrupación, que de manera tentativa podrían elevarse hasta 20 por ciento de los fondos necesarios para todo el proyecto, quedaron suspendidos durante 2001 y 2002 por la negativa de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para permitir la deducción fiscal de los recursos aportados por personas morales.

A 10 años de iniciado el proyecto integral de rescate de San Juan de Ulúa se han restaurado las áreas conocidas como los baluartes de Nuestra Señora del Pilar y de San Crispín, así como el Puente de los Suspiros, pero todavía no se logra concluir la recuperación de los edificios de La Media Luna, la Cortina Norte, la Batería de Guadalupe, la Puerta Norte de Acceso y la Casa del Gobernador, que son los más deteriorados.

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