Horacio Labastida

ƑQué nos está pasando?

Desde hace años tengo el hábito de revisar periódicos y revistas que recogen puntos de vista de escritores que tratan de explicarnos lo que ocurre en nuestro país y el mundo; y haciendo un balance de tales opiniones las he clasificado en tres órdenes. Hay quienes con agudeza analizan el presente al precisar sus causas y sugerir posibles soluciones, pensadores éstos que no forman mayoría, a pesar de que en mis recuentos incluyo a los críticos del gobierno y a sus defensores honestos, puesto que otros defensores que reciben beneficios no merecen atención alguna. Entre los opinantes aparecen los que especulan sobre abstracciones a las veces metafísicas que, eruditos por cierto, resultan indiferentes ante los problemas de la población. Quizá la erudición los salva porque uno recuerda cosas olvidadas o se entera de curiosidades minúsculas. Ejemplo reciente es el de un amigo que ha escrito largas páginas con preocupaciones vigentes en el siglo XVII: Ƒhasta dónde los primeros poemas amorosos de la ínclita Sor Juana Inés de la Cruz son reflejo de apasionados enamoramientos juveniles? En el fondo las especulaciones de mi amigo son tan inútiles hoy como lo fueron ayer, y es lamentable que su harto saber se desperdicie si se le juzga desde no pocas contemporáneas angustias. Y la tercera agrupación de escritos puede colocarse no en el archivo de las necedades puesto que a las veces se trata de finas reflexiones, pero sí en archivos donde abundan malabarismos juguetones e increíbles.

ƑCuál es en estos momentos el compromiso de la inteligencia, según la entendió Antonio Gramsci en sus célebres Cartas desde la prisión (editadas a partir de 1947)? Hace unos meses se rindió en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, un homenaje al maestro Marcos Kaplan con motivo del libro en que evalúa la globalización de nuestro tiempo; y en esa reunión afirmé que el intelectual tiene dos compromisos estrechamente enhebrados entre sí: el compromiso con la verdad que le impone la razón, y el compromiso con la moral que le impone su deber con el bien común. El conocimiento cierto lo es plenamente cuando aumenta el bienestar espiritual y material del hombre. Si la maldad infiltra la inteligencia y su verdad, ésta se convierte en crimen contra la humanidad. ƑCuál es entonces el compromiso de la inteligencia mexicana? Precisar las causas de las tormentas que nos abaten y los medios que las amengüen, a fin de alentar el mejoramiento colectivo.

Todo se aclara si sabemos mirar lo que está ante nuestros ojos. Siguiendo a Richard B. Du Boff diríamos que la hegemonía global estadunidense pretende jugar un papel dominante en la organización, regulación y estabilización de la economía mundial, y que igual que ha sucedido en otras épocas con semejantes proyectos, el uso de fuerzas armadas es condición sine qua non del triunfo impositivo, pero es evidente que este montaje castrense tiene altísimos costos, y también es obvio que la persistente crisis de la economía estadunidense difícilmente puede alimentar su por ahora amenazante despliegue militar. ƑCómo resolver el intrincado problema? Imponiendo a los países subordinados a Washington la carga de proporcionarle con urgencia el máximo de capitales sin importar la destrucción de nacionalidades y el empobrecimiento de millones y millones de familias.

Unos cuantos datos pintan la recesión del Tío Sam: en 1950 generó 50 por ciento del producto bruto mundial; hoy sólo aporta 21 por ciento; en el mismo año su manufactura midió un 60 por ciento de la mundial; ahora es de sólo 25 por ciento. Dramáticamente declina y paradójicamente exige máximos recursos de los demás para acomodarlos a sus intereses. Esto es lo que está sucediendo en nuestro país. Privatizar lo que queda del patrimonio nacional -electricidad, gas y petróleo-, mercantilizar o cosificar a los ciudadanos al metamorfosear su trabajo en herramienta de maquiladoras, otorgar privilegios a las subsidiarias extranjeras descargándolas de impuestos y compensar estas descargas con la imposición generalizada de tributos a la población mexicana, incluidas las áreas pobres, y abrir los mercados interiores a los exteriores, sin preocuparse por el desmantelamiento de la industria nacional y los desastres agrícolas, junto con la derogación de los derechos laborales previstos en el 123 constitucional. ƑTodo esto con qué propósito? Para hacer de nuestra economía el provecho que exige la sedienta y tambaleante globalización económica estadunidense. Y es obvio que tal estrategia, que nuestro gobierno trata de aplicar a cualquier costo, no tiene que ver con las necesidades y demandas del pueblo. Nada menos ni nada más, esto es lo que pasa en la patria de Hidalgo, Morelos, Juárez, Zapata y Lázaro Cárdenas.

ƑQué hacer? Por lo pronto unirnos, tomar conciencia del gran problema nacional y poner cuidado especial a las palabras y exigencias de las masas que se reunieron en el Zócalo el pasado jueves 27 de noviembre. Esto es fundamental.