México D.F. Domingo 14 de diciembre de 2003
Hasta hoy, nadie sabe dónde estarán
las instalaciones del "gobierno" iraquí
EU quiere el palacio presidencial de Hussein para su
embajada en Irak
Largas filas por combustible, cortes de electricidad
y violencia, lo cotidiano en Bagdad
ROBERT FISK THE INDEPENDENT
Bagdad, 13 de diciembre. El imponente palacio presidencial
de Saddam Hussein en Bagdad, con sus majestuosos domos, columnas de mármol
y piscinas podría convertirse pronto en la nueva embajada estadunidense
en Irak.
Afuera de la muralla de concreto reforzado que lo protege,
las filas para comprar combustible se extienden varios kilómetros
y la electricidad se suministra erráticamente durante sólo
12 horas diarias. En estos días, en Bagdad, el orgullo desmedido
y la temeridad absurda van de la mano.
¿Será que el enaltecimiento de la autoridad
es una de las consecuencias de un imperio? Las salas de conferencias llenas
de ecos, las cámaras del ex palacio de Hussein, los salones de banquetes,
las arañas de luces, los prados aterciopelados, las fuentes y cientos
de metros cuadrados de rosales son recuerdos de los rajás.
Incluso el arco triunfal de la entrada, resguardado con
muros de concreto de nueve metros de alto y por escuadrones de soldados
estadunidenses, está más cerca de la arquitectura de Edwin
Lutyens y a Nueva Delhi que al "nuevo Irak".
El Departamento de Estado el verdadero, el que está
en Washington confirmó que este palacio presidencial es una de las
opciones que se están considerando para la nueva embajada.
Así
que, cuando la llamada Autoridad Provisional de Coalición se disuelva,
en julio próximo, para ser remplazada por el nuevo gobierno iraquí
-promesa en la que nadie creerá aquí hasta que se cumpla-
todo mundo en Irak llegará a la conclusión de que Estados
Unidos pretende quedarse en este palacio como el verdadero poder en el
país. Nadie sabe, por supuesto, dónde estarán las
instalaciones del "gobierno" iraquí. De seguro en algún lugar
más modesto, probablemente en la casa en estilo ozimandia que pertenecía
a Uday, el violento hijo de Saddam.
Sin embargo, la historia de Irak se construye fuera de
los muros que resguardan a sus dirigentes: las colas para el combustible,
los cortes de electricidad, el creciente número de ataques a policías
y "colaboracionistas" y la cada vez mayor insurgencia contra las fuerzas
estadunidenses están escribiendo la historia. Lo mismo ocurre con
la simple violencia de los acontecimientos. En la zona bagdadí de
Hurriyah, por ejemplo, una mezquita sunita fue bombardeada la semana pasada
y la comunidad sunita de inmediato culpó a los chiítas. Bagdad
tiene casi la misma cantidad de musulmanes sunitas y chiítas, pero
esta semana se estableció un precedente único y temible.
Tres sunitas murieron en el ataque y, después de
que la comunidad culpó al partido islámico chiíta
Dawa, cientos de sunitas tomaron la mezquita chiíta, en la cual
hicieron rezos rituales ante los ataúdes de los muertos. Varios
chiítas denunciaron más tarde que los invasores destruyeron
carteles con la imagen del imán Alí, primo del profeta, quien
fundó su fe en el siglo VII.
Esto no significa que Irak esté al borde de una
guerra civil. Pero ambas comunidades culparon a los estadunidenses de lo
que ocurrió después del bombardeo: porque no hay seguridad
en Bagdad, porque el partido Dawa se volvió legal en Irak, porque
los estadunidenses "permitieron" que pandillas de sunitas ingresaran a
la mezquita chiíta.
De hecho, últimamente los estadunidenses están
demasiado ocupados defendiéndose de ataques para preocuparse por
la vida de millones de iraquíes a quienes según las leyes
de ocupación tienen la obligación de proteger. Hace dos días
hubo otro ataque de morteros contra el complejo presidencial en que trabaja
el procónsul estadunidense. La noche retumbó con tres enormes
explosiones, tan poderosas que estremecieron las ventanas de mi habitación,
a cinco kilómetros de distancia.
¿Cuál es el resultado? Redadas más
agresivas en los hogares musulmanes sunitas de todo el país, más
amenazas como de película de vaqueros a la hora de arrestar en la
calle a los "villanos" y, lo más perturbador, más milicianos
iraquíes armados con rifles AK-47, quienes en muchos casos
van cubiertos con pañoletas y capuchas para ocultar su identidad.
¿Cuándo fue la última vez que los
hogares de los iraquíes fueron registrados por soldados y hombres
encapuchados? ¿Cuándo fue la última vez que sus caminos
estaban cerrados por motivos de seguridad y sus dirigentes vivían
en palacios detrás de murallas de concreto?
Los milicianos, algunas contratadas por grupos cercanos
a los partidos que están ahora en el consejo de gobierno, y otros
que eran soldados o espías iraquíes, son otro signo de desesperación.
¿Quién habría pensado que a sólo nueve meses
de que se "limpió" a Irak del partido Baaz los mismos agentes de
inteligencia que tan fielmente servían a Saddam Hussein estarían
trabajando para los "libertadores"? ¿Quién imaginaría
que los mismos soldados estarían de vuelta en las calles?
Por lo mismo, no fue sorpresa la renuncia de la tercera
parte de los nuevos batallones iraquíes entrenados por Estados Unidos.
Los grafitis en los muros de los barrios pobres de Bagdad prometen rebanar
la garganta de los colaboracionistas.
Y mientras tanto, Estados Unidos nos habla de su más
grande victoria contra el "terrorismo". El coronel Steve Russell, de la
cuarta división de infantería, supuestamente encontró
la semana pasada en Tikrit armas suficientes para lanzar 50 ataques guerrilleros.
Anunció que este arsenal era "toda una dulcería fedayin.
Esta era la cabeza de la serpiente".
El único problema es que actualmente se cometen
50 o más ataques contra los estadunidenses cada noche, la mayoría
de los cuales no se reporta. Otro avión estadunidense fue impactado
en Bagdad por un proyectil lanzado desde tierra, la semana pasada. El aparato
tuvo que aterrizar en el aeropuerto internacional capitalino, que ya no
está abierto para pasajeros civiles.
Silver Wings, filial de Royal Jordanian, la única
aerolínea civil que volaba a Bagdad tras la invasión, ha
suspendido todos sus vuelos a la capital iraquí después de
que un avión de DHL fue impactado por un misil tierra-aire. Antes
de que se adoptara esta medida, algunos pilotos ya se habían negado
a volar al aeropuerto de Bagdad, en un acto de protesta que es otra historia.
©The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca
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