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México D.F. Jueves 11 de diciembre de 2003
Octavio Rodríguez Araujo
Incógnitas sobre el Revolucionario Institucional
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) está dividido. La Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), que agrupa a más de un millón 600 mil trabajadores, está también dividida. El dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) se ha lanzado en contra del secretario general de la gran central (Ayala), y éste contra el dirigente de los educadores (Ochoa). Las bases de varios de los sindicatos afiliados a la FSTSE, incluido el SNTE, han acordado varios actos de protesta en contra de quienes han denominado "jefes de pandillas" que dirigen el sindicalismo del sector público federal, y han añadido que Rafael Ochoa y Elba Esther Gordillo son igual de gánsters que Joel Ayala. Entre Gordillo y Roberto Madrazo -dice el politólogo Carlos Sirvent (La Jornada, 8/12)- no hay diferencias sustanciales por cuanto a su identificación con las políticas de Fox. Los gobernadores priístas, por otro lado, han pospuesto sus diferencias y, al momento de escribir estas líneas, han acordado disciplinarse con Chuayffet como coordinador de los diputados de su partido. Pero esta unidad no es firme: está pegada con saliva.
Lo dicho por Sirvent es correcto. Lo que ha hecho Madrazo ha sido aprovechar las demostraciones de afinidad de Elba Esther con Fox y su esposa (Guía de padres, por ejemplo) para deslindarse de ella (y del salinismo), para parecer diferente en un momento en que los senadores priístas hacían suya la defensa de la electricidad estatal y que no pocos diputados del mismo partido rechazaban la propuesta fiscal del Presidente de la República.
La jugada ha consistido en saltar del tobogán del desprestigio en que está subido Fox, con el objeto de dar una imagen distinta con vistas a la sucesión presidencial. La verdadera pelea por la Presidencia la darán los partidos y los líderes políticos que logren ubicarse, para la opinión pública, a la izquierda de Fox y del Partido Acción Nacional (no muy a la izquierda, conviene añadir). La sucesión presidencial y la promesa que significa para muchos huérfanos políticos serán elementos de cohesión, de unidad disciplinada por lo menos de aquí al 2 de julio de 2006. Pero las fracturas en el PRI no se resolverán con esta débil y coyuntural argamasa.
El PRI fue ideado como un partido del régimen en apoyo al gobierno en turno. El viejo régimen ya caducó o, si se prefiere, los mismos priístas (Salinas y Zedillo de manera señalada) lo convirtieron en otro muy diferente. Al cerrarse el ciclo del viejo régimen, estatista, populista y autoritario, el PRI entró en crisis y con éste el presidencialismo mexicano, necesitado de su partido para existir como fue.
De la misma manera que el presidencialismo en México necesitaba de su partido, éste necesitaba del primero. Si el presidencialismo cambió, el PRI no puede ser el mismo; tampoco podrá ser igual aunque vuelva a ganar la Presidencia. En pocas palabras, el PRI está en busca de sí mismo y sus dirigentes piensan (quizá) que si su partido recupera la titularidad del Poder Ejecutivo federal se encontrará de nuevo como lo que fue. Pero no será así. Las fracturas que le vemos en estos momentos son señal de lo que estoy sugiriendo, es decir, que el PRI es otro y no podrá ser el mismo otra vez, aunque ganara en 2006. Elba Esther y sus seguidores se han encargado de evitarlo desde ahora. Han sido tales las ansias de poder de la supuesta maestra que en su caída ha arrastrado ya a quienes no se dieron cuenta de que iban a perder. Sólo los gobernadores elbistas recularon a tiempo, y no muy convencidos, por cierto.
No sé qué vaya a ocurrir en los próximos días, pues los priístas no son muy firmes en sus convicciones, pero si la división de este partido y los enfrentamientos entre dirigentes sindicales se mantienen o se agudizan, la previsión no será muy optimista (para el PRI, obviamente).
Un sicoanalista podría sugerir que la "maestra" Gordillo ha hecho tal berrinche que intentaría formar un nuevo partido, con el SNTE como base, pero un politólogo diría que un partido gremial no tiene futuro. Si Elba Esther se mantiene en el PRI, la fractura partidaria se hará más profunda, y éste es un lujo que los priístas de corazón (que los hay) no tolerarán, y menos si ya se hacen en el gabinete de gobierno de 2006-2012. Por otro lado, las bases del SNTE y de la FSTSE en general ya se plantean muy en serio guardar distancia tanto de la Presidencia de la República como de los partidos políticos, y apenas harían bien, pues de otra forma serían arrastradas en una pugna entre jefes de pandillas.
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