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México D.F. Viernes 21 de noviembre de 2003
PRI: EL IMPUESTO DE LA CRISIS
El
rechazo tajante de importantes sectores del Partido Revolucionario Institucional
-entre ellos gran parte de sus legisladores- a la propuesta presentada
por Elba Esther Gordillo, coordinadora de la bancada del tricolor
en la Cámara de Diputados, para establecer un impuesto de 10 por
ciento a la producción, intermediación, comercialización
e importación (denominado IPI), incluidos alimentos y medicinas,
pone en evidencia la crisis, la desarticulación y la lucha interna
por el poder que tienen lugar actualmente en el priísmo.
En primer término, es evidente que el PRI experimenta
una suerte de esquizofrenia en la que, al menos, se expresan dos posturas
divergentes e incluso contradictorias: por un lado, los que parecen dispuestos
a asumir el costo político de avalar la ampliación de los
gravámenes y convergen, así sea de forma lateral, con las
propuestas del gobierno y, por el otro, los que no admiten la creación
de tales impuestos ni la unción de su partido al proyecto fiscal
foxista. Las causas de tal confrontación, al margen de las interpretaciones
de los principios ideológicos o programáticos del PRI realizadas
por ambos bandos, podrían explicarse en la fuerte lucha por el poder
con miras, en primer término, a la decena de elecciones para gobernadores
estatales que tendrán lugar el año próximo y, en una
perspectiva más amplia, en los reacomodos y las pugnas inherentes
a la designación de la candidatura priísta para los comicios
presidenciales de 2006.
Ha de señalarse que las fricciones y los desencuentros
en el PRI no son meramente un problema acotado a ese instituto político.
El hecho de que el partido con la representación más numerosa
en ambas cámaras del Congreso se muestre dislocado e incapaz de
presentar una propuesta común y coherente en materia fiscal implica
graves riesgos para el país y deja suponer que sus diferencias y
contiendas internas han comenzado a afectar la marcha general de la nación.
En este sentido, la crisis por la que atraviesa actualmente el PRI podría
inducir una indeseada parálisis legislativa que -salvo para quienes
defienden intereses inconfesables- no ofrece beneficios para nadie. Un
PRI inoperante, como el que actualmente se muestra, es un factor de riesgo
para la gobernabilidad y el desarrollo general del país.
Con todo, al margen de los problemas del priísmo,
es claro que la creación de nuevos impuestos, como el mencionado
IPI, o la ampliación de los actuales gravámenes a alimentos,
medicinas o libros son medidas perniciosas para el conjunto de la sociedad
que, de concretarse, afectarían severamente a las cadenas productivas,
a los sectores populares y, en general, al desarrollo económico,
social y cultural del país. Por ello, es de desear que tanto el
PRI como el resto de los partidos muestren responsabilidad política
y sensibilidad social a la hora de aprobar la Ley de Ingresos y el Presupuesto
de Egresos para 2004. Imponer mayores cargas fiscales no es el camino adecuado
para promover el crecimiento económico y dar atención a los
graves rezagos existentes. Por ello, privilegiar los intereses generales
del país y el bienestar de las mayorías sobre las ambiciones
personales, sectarias o partidarias es una medida obligada y, a fin de
cuentas, la verdadera expresión de las convicciones democráticas.
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