El prócer de Cuba describió al Chacmool como ''una soberbia estatua''

Revista binacional recrea tramos del encuentro de José Martí con México

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 20 de noviembre. José Martí quedó tan profundamente impresionado por el Chacmool, escultura prehispánica antropomorfa descubierta en el siglo XIX, que escribió una crónica sobre la figura y la dibujó con su autorretrato.

Tramos de este encuentro del héroe nacional cubano con México aparecen en el segundo número de Chacmool, revista cubano-mexicana, que fue presentada el martes pasado en la Casa Benito Juárez del casco antiguo de La Habana.

Martí describió a la efigie como ''una soberbia estatua recostada sobre el dorso, con las piernas encogidas, con la cabeza alta y vuelta hacia el oriente y con las manos sobre el pecho, sosteniendo un plato lleno de piedras preciosas''.

''Ya se conoce que la estatua -escribe Lourdes Ocampo en uno de los artículos dedicados al tema- no tenía el supuesto plato lleno de piedras preciosas, que Martí menciona en su crónica, sino una vasija, como la que suele aparecer en algunas representaciones de Tláloc, dios de la lluvia, por lo que se ha sugerido que podría ser una deidad del agua."

La publicación, que se define como ''cuadernos de trabajo cubano-mexicanos", es coeditada por los historiadores Sergio Guerra, de la Universidad de La Habana, y Carlos Bojórquez, de la Universidad Autónoma de Yucatán, quienes presentaron este volumen, patrocinado, igual que el primero, por la Cámara de Diputados de la 58 Legislatura de México.

Texto de Gilly sobre la crisis de los misiles

En su segunda entrega, Chacmool incluye también un amplio texto de Adolfo Gilly sobre el conflicto de 1962 en Cuba, que puso al borde de una confrontación nuclear a Estados Unidos y la Unión Soviética y que, según el lugar donde se reseñen los hechos, se llama Crisis de Octubre (para los cubanos), Crisis de los Cohetes (para los estadunidenses) o Crisis del Caribe (para los soviéticos y aun ahora para los rusos).

El diplomático y escritor Andrés Ordóñez publica en este número un ensayo sobre la tradición hispánica como ''fuente ignorada de la soberanía"; Adalberto Santana entrega una revisión de los días de Martí en Belice y Guatemala; Jorge I. Castillo habla de la Intendencia de Yucatán en tiempos del Segundo Conde de Revillagigedo (1789-1792) y Félix Julio Alfonso López muestra cómo hasta el beisbol relaciona a los dos países, al evocar al pelotero cubano Martín Dihigo, estrella de los diamantes mexicanos entre los años 30 y 40 del siglo XX.