Emilio Pradilla Cobos

Inequidad, presagios y canto de sirenas

El Distrito Federal es la entidad que más aporta a las finanzas públicas a escala nacional, con poco menos de un cuarto de los impuestos recaudados; por ello, la discusión sobre el presupuesto de ingresos y egresos de la Federación para 2004 es de gran importancia para los capitalinos. En esta columna hemos sostenido la necesidad de una profunda reforma fiscal y del gasto público, equitativa y progresiva, que reconstruya la capacidad del Estado para promover el crecimiento económico y la creación de empleo, asumir su responsabilidad social de garantizar los derechos sociales de todos, ordenar el territorio, preservar el medio ambiente y fortalecer la soberanía.

El criterio esencial de esa reforma sería que pague más el que más tiene, gana y consume, es decir, los grandes patrimonios, el capital -sobre todo el financiero especulativo- y sus ganancias, y menos las rentas de los trabajadores o los consumidores empobrecidos, y que el gasto se oriente hacia la construcción de infraestructura, la promoción de la economía popular, la creación de empleo productivo y la garantía de los derechos humanos y sociales esenciales de la mayoría de los mexicanos a través del gasto social.

Es obvio que la propuesta del gobierno de Fox y el PAN presentada al Congreso no tiene nada que ver con esos objetivos nacionales prioritarios. La equidad social y la progresividad están muy lejos de la preocupación del gobierno federal. La aplicación del IVA de 10 por ciento a medicinas y servicios médicos, alimentos, educación y publicaciones golpea a los sectores mayoritarios empobrecidos y a los organismos de seguridad social, mientras que la reducción del IVA de 15 a 10 por ciento al resto de las mercancías, poco accesibles para la mayoría, baja la tributación para las capas de más altos ingresos; de hecho, esta reducción y la obtención de un excedente adicional es posible porque hace pagar a los dos tercios más empobrecidos de la población para que el tercio restante atesore más riqueza. Esta seudoreforma tributaria regresiva focaliza la tributación sobre el consumo de las mayorías, pero no toca a los grandes patrimonios ni a las ganancias del capital, sobre todo del financiero especulativo.

En el presupuesto de egresos, el gobierno panista privilegia los intereses del gran capital financiero trasnacional, los banqueros nacionales y los capitales trasnacionales en el sector energético, con el aumento de los montos para el pago de la deuda externa e interna, el rescate bancario y el pago de deuda oculta bajo la forma de Pidiregas; los rubros castigados son la inversión en infraestructura, la promoción del crecimiento económico y, sobre todo, el gasto social en educación, salud y combate a la pobreza. Este presupuesto recesivo se formula en plena recesión de la economía, para agravarla.

El método empleado para negociar el paquete económico es el del bastón y la zanahoria. El secretario de Hacienda presagia desastres apocalípticos de la economía mexicana si el Congreso no aprueba su política fiscal y de gasto; igual se hace para promover, mediante el chantaje del caos, la privatización del sector energético. Fox, por su parte, balbucea cantos de sirena a los gobernadores con el 2 por ciento adicional del recaudo del IVA para los estados. En el caso del Distrito Federal, es más específico: señala que con este incremento adicional del IVA generalizado el jefe de Gobierno podrá construir 10 megadistribuidores viales más o entregar un millón de apoyos monetarios a "sectores vulnerables", mostrando que conoce las veleidades asistencialistas y de constructor de obras publicitarias de prestigio del gobernante capitalino. šNo nos ayude tanto a los capitalinos, señor Presidente!; no con esta orientación errática y equivocada del gasto.

Teniendo en cuenta esta política económica panista de derecha, nos preguntamos qué hace el PRD aliándose con el PAN en las elecciones para gobernador del estado de Colima; está tirando a la basura los principios políticos en aras de lograr puestos burocráticos, si el candidato panista gana la elección; "sacar al PRI" del gobierno es un pretexto. En otros lugares el PRD se aliará con el PRI para "sacar al PAN del gobierno" o, en verdad, cachar más chambas para su burocracia dirigente. Estas alianzas sólo tienen sentido democrático y progresista cuando se trata de cuestiones de principio, como defender la soberanía, el patrimonio y los recursos naturales de la nación, como en el caso de la lucha contra la privatización de la electricidad o el petróleo.