Propicia la explotación de menores: DIF estatal

Los albergues infantiles, sin regulación en Yucatán

LUIS A. BOFFIL CORRESPONSAL

Merida, Yuc., 12 de noviembre. En Yucatán no existe control legal para regular la apertura de albergues infantiles, lo que propicia, en varios casos, la explotación de niños que son administrados por mafias, reveló el director estatal del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), Manuel Ibarra Camino.

El funcionario mencionó que ante el vacío legal pueden abrirse numerosos centros asistenciales que, con el presunto objetivo de apoyar a la infancia marginada, caen en irregularidades al no rendir cuentas a ninguna autoridad.

Puso como ejemplo el caso del albergue El encanto de los niños, que era controlado por grupos de personas foráneas y de Yucatán que explotaban sicológica y sexualmente a los menores de edad que acudían en busca de refugio, cuidados y alimentación que no tenían en sus respectivas familias.

El DIF intervino directamente ante las denuncias anónimas de que en el albergue sucedían hechos deplorables, como abusos sexuales y maltrato a los internos en caso de que no accedieran a cumplir las órdenes de los encargados. Uno de los denunciados fue Miguel Aarón Rito Betancourt, ex militante del Partido Revolucionario Institucional que posteriormente se afilió al Partido de la Revolución Democrática, quien golpeaba a los niños con mangueras de plástico.

Ibarra Camino señaló que como ese albergue pueden existir más centros asistenciales infantiles en Yucatán, sobre todo en Mérida, que no cumplen las funciones por las que fueron creados y pueden transformarse en sitios de explotación y violencia contra menores. Pidió al Congreso del estado abordar con seriedad este tema para legislar, ya que el DIF no tiene facultades para intervenir y regular el funcionamiento de los albergues, salvo que se presenten denuncias muy concretas y con pruebas contundentes. De acuerdo con un censo preliminar, sólo en Mérida funcionan más de 50 sitios de asistencia infantil, pero la mayoría no rinde cuentas.