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México D.F. Jueves 13 de noviembre de 2003

Robert Fisk

El árabe y el judío que combatieron a Hitler

Nadie recuerda al Regimiento Palestino. Incluso la mañana del martes 11, día en que se conmemora el fin de la Segunda Guerra Mundial, pocos evocaron que árabes y judíos lucharon juntos alguna vez bajo la bandera británica contra la Alemania nazi y la Italia fascista.

Serán aún menos los que conozcan la extraordinaria historia del árabe y el judío que lucharon hombro con hombro contra Adolfo Hitler en la Segunda Guerra Mundial, luego se enfrentaron dos veces como combatientes enemigos -en 1948 y 1967-, y en el ocaso de su vida se volvieron amigos. Pero en un Medio Oriente en el que halcones, palomas, terroristas y fuerzas de seguridad libran una guerra a muerte, su historia contiene una extraordinaria -y vergonzosa- condena tanto para Ariel Sharon como para Yasser Arafat.

Hazim Jalidi estudiaba en la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales de Londres cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Se alistó de voluntario en el ejército británico, pero fue adosado al batallón palestino del ejército de India. "No querían a un árabe como oficial británico", dice hoy el hijo de Jalidi. "Eran medio racistas en ese tiempo. Pero lo pusieron en el regimiento oriental de Kent, los Buffs, y lo asignaron a Siria, donde colaboró con el general brigadier británico sir Edward Spears, y con el general Charles de Gaulle."

Jalidi se hizo también buen amigo del joven oficial británico de inteligencia en Beirut, Quintin Hogg -más tarde lord Hailsham-, antes que el batallón fuera convertido en el Regimiento Palestino, con sus 14 compañías. Entre sus soldados estaba un joven judío palestino, Uzi Narkiff. Ambos hombres fueron asignados a Libia, en apoyo de los polacos y del octavo ejército en su batalla contra el Africa Korps, en 1942.

Hoy día, árabes y judíos yacen juntos en el cementerio de guerra de El Alamein. Pero en aquel tiempo, en cuestión de meses, el Haganah, que formaría parte del futuro ejército israelí, se infiltró en el regimiento y convenció a los soldados judíos -molestos porque no habían visto más acción contra los alemanes- de que remplazaran la bandera británica de su campamento con la estrella de David. Los británicos llamaron a esa acción el "motín de la bandera" y desbandaron el Regimiento Palestino.

La mayoría de los árabes volvieron a Palestina. La parte judía del regimiento se convirtió después en la Brigada Judía del ejército británico y combatió en Italia.

"Mi padre fue uno de los palestinos que se quedaron", recuerda Sa'ad Jalidi. "Lo enviaron al Reino Unido, volvió a recibir adiestramiento en el colegio del estado mayor en Camberley y terminó la guerra como oficial de los Guardias Galeses, bajo el mando de lord Mountbatten."

No pasaron tres años, sin embargo, y ya Jalidi estaba combatiendo para evitar que Jerusalén cayera en manos de los soldados del nuevo Estado israelí, uno de los cuales era Uzi Narkiff. Jalidi impidió que la unidad de Narkiff llegara a la ciudad.

Cuando estalló la guerra de los seis días, 19 años después, los dos hombres volvieron a enfrentarse. Esta vez Narkiff comandaba dos brigadas israelíes contra cinco pelotones del ejército jordano bajo el mando de Jalidi, que habían sido abandonados por el rey Hussein. Casi todos los hombres de Jalidi combatieron hasta perder la vida en la Colina de las Municiones, y se ganaron la admiración de Narkiff y sus soldados israelíes. Los hombres de Jalidi tenían por único armamento viejos rifles Lee Enfield británicos y las ametralladoras de 25 libras que habían usado en El Alamein. Jalidi, quien era también alcalde sustituto de Jerusalén, fue uno de los dos árabes palestinos que entregaron formalmente Jerusalén a Narkiff.

"Cuando Narkiff se enteró de lo que había ocurrido en la batalla, él y (Moshe) Dayan insistieron en levantar en la Colina de las Municiones un monumento apropiado, con plenos honores militares, a los valientes soldados jordanos que murieron allí, pese a las protestas de (la primera ministra) Golda Meir", relata Sa'ad. Su padre murió en 1979, después de ser el primer líder palestino en Cisjordania; Feisel Husseini, hoy también finado, lo remplazó. Narkiff murió hace apenas tres años.

En sus últimos años Jalidi estuvo entre los primeros palestinos que tuvieron pláticas frente a frente con los israelíes, y su amistad con Narkiff perduró hasta su muerte. Otro amigo israelí era Adin Talbar, quien combatió junto con Jalidi y Narkiff en el Regimiento Palestino en 1942 y colaboró en el Ministerio del Exterior israelí, cuando Golda Meir fue primera ministra. Mantuvo contacto con Sa'ad, el hijo de Jalidi, tras la muerte de éste.

"Mi padre tuvo que mantener mucho de esto en secreto", señala Sa'ad. "Le preocupaba que lo fueran a acusar de traidor, de colaboracionista con los israelíes. Pero trató de crear un proceso de paz entre palestinos e israelíes. El intento más reciente de crear un plan en oposición al mapa de ruta estadunidense contiene ecos de su postura realista. Antes de morir hizo un programa en la BBC británica con el escritor israelí Amos Oz, quien ahora intenta promover este nuevo plan de paz alternativo."

Por supuesto, los nombres de Jalidi y Narkiff ya no se mencionan en el cruel conflicto que consume a israelíes y palestinos. Tampoco se habla del Regimiento Palestino, que este año llegó a su 61 aniversario. Y menos aún de los caídos de ese regimiento, árabes y judíos, conmemorados por la reina Isabel el domingo pasado en el Cenotafio.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

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