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México D.F. Jueves 13 de noviembre de 2003
Octavio Rodríguez Araujo
El autismo gubernamental
En tiempos del gobierno de Carlos Salinas se hizo popular la expresión "ni los veo ni los oigo". Al siguiente sexenio las cosas cambiaron: Zedillo veía incluso a los economistas, pero a todos los reprobó como tales. Con Fox las apreciaciones presidenciales son peores: la lógica, el sentido común y la economía crítica y objetiva simplemente no existen. Los tres mandatarios han tenido algo en común con el autismo. Y a la lista podemos agregar a Cárdenas Jiménez, el nuevo secretario de Medio Ambiente: "si nos chiflan, ni modo", dijo el lunes pasado. (Para quienes no acostumbran consultar los diccionarios, autismo -dice el Larousse- es el aislamiento patológico del individuo que se encierra en sí mismo, con pérdida de contacto con la realidad e imposibilidad de comunicación con los demás. El autismo se evidencia por un total desinterés por el entorno y una de sus manifestaciones es el trastorno del lenguaje: quienes lo padecen no pueden pronunciar Borges ni nacionalismo, para sólo poner dos ejemplos.)
Lo anterior, que parece chiste, viene a cuento porque todos los economistas serios de México han demostrado que la propuesta fiscal del presidente Fox favorece a quienes más tienen y perjudica a los pobres y a los sectores medios de la población. Se ha demostrado también, incluso empíricamente, que cuando la energía eléctrica es suministrada por empresas privadas los usuarios se quedan sin luz, aun en los países más desarrollados del planeta. Está igualmente archidemostrado que las empresas petroleras privadas son tan ambiciosas (y algunas tan poderosas que controlan gobiernos como el de Estados Unidos) que no han vacilado en promover la invasión de países productores de petróleo so pretexto de insuficiencias democráticas o de amenazas bélicas que nunca se han podido probar. Sin embargo, Fox insiste en su reforma fiscal, en privatizar petróleo y electricidad, en desnacionalizar el país.
El Banco Mundial e instituciones semejantes han demostrado que si no se mejoran los niveles de vida de los pueblos el capitalismo, como sistema económico mundial, corre serios riesgos de permanencia y expansión. Y han añadido que el Estado debe intervenir en asuntos tales como la salud, la educación, la ecología, so pena de dejar a su suerte (cada vez peor) a las mayorías de la población mundial. También han sugerido que deben frenarse las privatizaciones, especialmente de bienes y servicios que repercuten en la economía de los países subdesarrollados, pues a nadie beneficia seguir acrecentando la pobreza mundial, y menos a las empresas que buscan desesperadamente a quién vender sus productos. Lamentablemente los informes del Banco Mundial y las declaraciones de sus altos funcionarios no llegan a Los Pinos, y si llegan alguien los escamotea para que el presidente Fox no reciba influencias perniciosas.
El autismo en los círculos de poder debe ser contagioso, pero por fortuna sólo se ha extendido -según parece- en los círculos gobernantes, tanto de nivel federal como estatal. Por alguna razón, todavía inexplicable, la epidemia ha cundido principalmente entre los gobernantes panistas y los priístas empanizados. ƑSerá un problema de inmunodeficiencia adquirida por motivos ideológicos?
Se dirá que ya patiné, porque al principio dije que Salinas y Zedillo también parecieron ser autistas. No, lo que ocurrió fue que mucha gente no se había dado cuenta de que esos presidentes eran también panistas. ƑNo ha sido el solidarismo (solidaridad) una vieja ideología del PAN y de los partidos democristianos en otros países? ƑNo fue el liberalismo social la ideología de la Democracia Cristiana europea de la segunda posguerra? Algunos políticos priístas se dieron cuenta de aquella realidad, de ahí que ahora rectifiquen y sean defensores, desde el Senado por ejemplo, de la propiedad estatal de empresas estratégicas para la nación. Nunca es tarde para arrepentirse. Es de sabios cambiar de opinión. Y no es lo mismo haber sido mentiroso y/o pecador que ser autista. El mentiroso puede dejar de mentir, y al hacerlo recuperará el tamaño original de su nariz, el pecador podrá arrepentirse y buscar su absolución social (que no es difícil en un pueblo católico), pero el autista está perdido, pues una de sus características es su alejamiento de la realidad, incluso de su realidad. Nadie se cura de una enfermedad no asumida ni reconocida. La solución, por lo tanto, no está en los gobernantes, sino en los gobernados, como bien lo entendieron los pueblos de Argentina y Bolivia, para sólo mencionar dos ejemplos recientes. De otra forma la pandemia puede extenderse.
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