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México D.F. Sábado 8 de noviembre de 2003
EN DEFENSA DEL SECTOR ELECTRICO
En
el contexto político presente no es extraño asistir a alineamientos
hasta hace poco inimaginables, a alianzas entre sectores que hasta hace
poco eran adversarios y a pactos que trascienden los linderos partidistas
e ideológicos establecidos hasta el año 2000, que conformaban
el mapa previsible de la vida política nacional. Pero el plausible
y esperanzador encuentro de ayer entre priístas y perredistas -en
el que además participaron dirigentes sindicales destacados- con
el objetivo de formar un frente en defensa del sector eléctrico
de la nación, tuvo la virtud insólita de reunir a dos figuras
centrales y antagónicas del proceso electoral de 1988: Cuauhtémoc
Cárdenas Solórzano, candidato presidencial en aquel año
por la coalición denominada Frente Democrático Nacional,
y Manuel Bartlett Díaz, entonces secretario de Gobernación
y responsable de la organización de esos polémicos comicios.
Cárdenas, cabe recordar, fue el aspirante defraudado
por una maquinaria gubernamental que recurrió a toda clase de operaciones,
lícitas e ilícitas, con tal de presentar como triunfador
de la elección a Carlos Salinas de Gortari. Una de esas operaciones
fue la "caída del sistema" (informático, en estricto sentido,
y político, por entendimiento de la sociedad) anunciada la noche
del 6 de julio por Bartlett, en su calidad de máxima autoridad electoral
del país, en lo que fue interpretado por el sentir general como
una maniobra para dar margen a la alquimia y la conversión de la
derrota del candidato priísta en una victoria para el entonces partido
oficial. Ese episodio hizo posible que Salinas llegara a la Presidencia
y que Cárdenas y muchos de sus aliados emprendieran la construcción
de un nuevo partido que es, en nuestro tiempo, la tercera fuerza electoral
del país.
Ayer, Bartlett y Cárdenas, protagonistas a su modo
de la ruptura histórica del Revolucionario Institucional, estamparon
sus firmas en un acuerdo para defender la industria eléctrica del
país de los afanes privatizadores del gobierno de Vicente Fox; acuerdo
que contó, además, con respaldo de funcionarios y dirigentes
de ambos partidos, como el presidente nacional perredista, Leonel Godoy;
el gobernador oaxaqueño, José Murat, así como los
líderes sindicales Francisco Hernández Juárez (telefonistas)
y Rosendo Flores (electricistas). La gravedad del momento y la importancia
de la causa pudieron más que una enemistad histórica; la
conformación del frente reflejó la diversidad y la extensión
de los sectores políticos y sociales resueltos a impedir una entrega
de la electricidad a inversionistas privados y nacionales.
El Ejecutivo federal y sus personeros se empeñan
en asegurar que sus planes no pasan por la privatización de la Comisión
Federal de Electricidad, pero el sentido de sus acciones y de las presiones
procedentes de los capitales financieros internacionales indican que se
busca cancelar la propiedad nacional del sector eléctrico. En otro
sentido, las autoridades aseguran que ese sector requiere urgentemente
de inversiones, pero priístas y perredistas han propuesto alternativas
viables y razonables de financiamiento sin que el grupo gobernante se digne
a escucharlas.
Para finalizar, cabe felicitarse por el hecho de que actores
políticos tan diferentes coincidan en la siguiente apreciación:
"Son falsas las cuentas apocalípticas del gobierno foxista: tenemos
a la cuarta empresa eléctrica del mundo y a una de las más
competitivas a escala internacional. Con ella el abasto está garantizado
más allá de 2009". Ese dato, así como la decidida,
extensa y plural defensa del sector eléctrico, son noticias esperanzadoras
para la sociedad.
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