México D.F. Sábado 8 de noviembre de 2003
Julio Revolledo, su autor, propone asumir ese
espectáculo como arte escénico
Publican libro que reivindica al circo ''como una gran
tradición nacional''
Incluye una historia por líneas familiares, como
los Atayde y los Bell, entre otros
El investigador recomienda la enseñanza circense
a niños y jóvenes en escuelas del país
ARTURO JIMENEZ
Disminuye la luz y, entre las gradas, aparecieron varios
payasos saludando de mano a niños y adultos. Una jirafa de dos años
corría como en cámara lenta alrededor de la pista de alfombra
roja del Circo Hermanos Vázquez, en temporada en el deportivo Francisco
I. Madero, en Iztapalapa.
En medio de la carpa hay una mesa, dos micrófonos,
cinco sillas. Y, entre aplausos y el estruendo de una banda de metales,
ingresó al escenario Julio Revolledo Cárdenas, quien después
de 12 años de investigación acaba de publicar La fabulosa
historia del circo en México.
Es un libro que, entre otros logros, reivindica el circo
como ''una gran tradición mexicana", sin embargo más reconocida
en el extranjero, y como un ''arte escénico" con mucho aportes,
aunque todavía ninguneado por quienes lo desconocen.
También
es una obra sin precedente, con más de 500 páginas y casi
mil imágenes, en el que aparecen apellidos muy conocidos: Treviño,
Bell, Suárez, Fuentes Gasca, Atayde, Vázquez, Beas y muchos
más. Una historia circense por líneas familiares.
Y casos epopéyicos, al mejor estilo garciamarquiano,
como la del Circo Atayde Hermanos, que en una gira por el país llegó
a la frontera con Guatemala en 1926, decidió cruzarla y no retornó
a México sino 19 años después, en 1945.
En ese tiempo el Atayde recorrió en trenes, buques,
piraguas y carretas todo Latinoamerica y atravesó regiones como
la Pampa, el Amazonas y los Andes. En diversos países de allá
nacieron varios de los hermanos Atayde que aún viven.
A Revolledo lo acompañaron y tomaron asiento junto
a él: Lucina Jiménez, directora del Centro Nacional de las
Artes (CNA); Edgar Ceballos, director del centro de investigación
de teatro y casa editorial Escenología, AC; Federico Serrano, encargado
de prensa de la compañía Atayde y reconocido por rescatar
el aspecto cultural del circo, y Humberto Padilla, empresario circense.
Todos fueron anunciados de manera espectacular por un
presentador con kepí, uniforme de fieltros rojos y blancos, hombreras
y pechera doradas. Su tono causó expectación.
No fue una ceremonia aburrida la presentación de
ese libro sorprendente, que ofrece breves antecedentes milenarios en México
y Europa y que ahonda en los dos pasados siglos de la amplia tradición
del arte circense en el país.
El público la disfrutó, apludió y,
al final, se sorprenderá aún más con una programación
de malabares, equilibrios, trapecios, payasos, espectáculos ecuestres
y animales salvajes. El universo fantástico del circo.
Una comunidad, una familia
Julio Revolledo, gente de circo él mismo y especialista
en historia del arte, planteó:
''Este libro ha recuperado la esencia antigua del mundo
del circo, antes de la actual competencia capitalista: la existencia de
una comunidad circense en la que nuestros abuelos eran amigos entre ellos."
Revolledo recordó que más de 18 mil personas
hoy viven y trabajan alrededor de los circos mexicanos. Propuso superar
la visión del circo sólo como diversión de los niños
y reconocer que, más bien, es un arte escénico para ''públicos
de espíritus infantiles de todas las edades".
Reflexionó sobre la necesidad de que el mundo del
circo aparezca más en los medios de comunicación y planteó
la urgencia de que las artes circenses se enseñen en escuelas, como
en Francia, donde niños y jóvenes aprenden acrobacia, equilibrio,
malabarismo.
El investigador y los demás participantes coincidieron
en la necesidad de concretar ya el proyecto de una escuela de circo, y
reconocieron el esfuerzo de Lucina Jiménez en el CNA, al respecto,
pues ello permitiría el ''refinamiento de ese arte".
Al final de la ceremonia los saludos entre payasos, enanos,
hombres fuertes y damas y caballeros de singular elegancia se sucedían
por gradas, pasillos y dulcería. Y es que el mundo de los circos
mexicanos también es una gran familia.
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