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México D.F. Sábado 8 de noviembre de 2003
El autor de Yo, el Supremo recibió
la Orden del Libertador General San Martín
Augusto Roa Bastos lleva consigo el alma del pueblo
abnegado de Paraguay: Rafael Bielsa
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 6 de noviembre. Aunque sus cabellos
son muy blancos y camina con suavidad, el escritor paraguayo Augusto Roa
Bastos mantiene una mirada ávida y vivaz, y ayer no pudo ocultar
su emoción. El canciller argentino Rafael Bielsa lo condecoró
con la Orden del Libertador General San Martín en el grado de comendador.
Desde hace tiempo, Bielsa, admirador de la obra de Roa
Bastos, buscaba el momento en que el escritor pudiera viajar a Buenos Aires.
Lo había visitado en su casa en Asunción, Paraguay, para
darle a conocer la decisión de la cancillería argentina.
La
definición del canciller durante la ceremonia fue muy precisa: ''Accedió
a la profesión literaria e intelectual llevando consigo el alma
de ese pueblo abnegado de las tierras enrojecidas de Paraguay, de su historia
trágica y grandiosa, y por eso siempre fue fiel a su conducta en
favor de la democracia y de los derechos de los hombres", dijo Bielsa.
El acto transcurrió en un salón del Palacio
San Martín de la cancillería y allí estuvieron escritores
como Ernesto Sábato y Juan José Saer, entre otros personajes
de la cultura y el mundo académico. Considerándose a sí
mismo un escritor modesto, ''como tiene que ser un hombre de un país
humilde y aislado", según dijo a este periódico en un encuentro
reciente, Roa Bastos recordó sus tiempos de exilio en Argentina,
donde estuvo entre 1947 y 1976. Ya era parte de los círculos literarios
locales, aunque siempre se mantuvo unido a su pueblo, a los exiliados,
junto con otro gran escritor paraguayo, el poeta Elvio Romero, quien continúa
aquí.
En 1976 la dictadura militar prohibió su obra Yo,
el Supremo, una de las mayores creaciones literarias de América
Latina, allanó su casa y entonces debió partir otra vez,
pero aquí había escrito gran parte de su obra y tenía
amigos entrañables. Vivió en Francia y en otros países
de Europa, aunque su mirada siempre estaba en estos ''fuegos y estas luces''
de su América.
Obra de misterios y magias múltiples
A comienzos de 1989, cuando un golpe de Estado derrocó
al dictador Alfredo Stroessner, quien llevaba 35 años en el poder
en Paraguay, Roa Bastos pensó en el regreso, y aunque en las sombras
de los nuevos poderes permanecían aún los mismos viejos enemigos
y responsables de crímenes de lesa humanidad, se propuso
volver.
Al principio sólo había ''cambiado algo
para que nada cambie", aunque nada es fácil, llegó con sus
libros, sus recuerdos, a tocar esa humedad que sube de los ríos
y que hace un mundo verde y fascinante. ''Vine a compartir, a dar mi tiempo,
la escritura es importante, pero nada es tan importante como rescatar los
valores perdidos en un país, el mío, y dar además
todo el tiempo posible a los jóvenes paraguayos". Su obra refleja
bellamente ese mundo de selvas, tierras rojas, rostros cincelados, historia
de un pueblo que nunca ha dejado de luchar y que encierra misterios y magias
múltiples, en ese aislamiento al que fue sometido por intereses
diversos, que sembraron las sombras y las muertes.
En junio pasado se sorprendió cuando el canciller
Bielsa tocó el timbre de su casa para anunciarle el homenaje. Vive
humildemente como él mismo cree que debe vivir un intelectual paraguayo,
para compartir realmente la vida de su pueblo, uno de los más empobrecidos
de la región.
Roa Bastos nació el 13 de junio de 1917 en Iturbe,
Guairá, Paraguay, pero escribió casi toda su obra en el exilio,
tanto en Argentina como en Francia. Entre novelas, cuentos y poesía
tiene más de 20 títulos, ha sido traducido a 25 idiomas y
se le considera uno de los grandes escritores latinoamericanos. Ha recibido
numerosos premios, entre ellos el Cervantes. Otro aspecto no tan conocido
en su trabajo es en el cine, para el que ha escrito argumentos o guiones
de varias películas, la mayoría argentinas.
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