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México D.F. Sábado 8 de noviembre de 2003

Robert Fisk

Cómo le negamos la democracia a Medio Oriente

Cada vez es más extraño. Mientras sus helicópteros son derribados del cielo de Irak, el presidente Bush nos dice que las cosas van mucho mejor. Mientras más éxito obtengamos, afirma, más letales se volverán los ataques. Gracias a Dios los estadunidenses cuentan ahora con algunos -unos cuantos- periodistas va-lientes, como Maureen Dowd, para que les expliquen lo que está pasando.

Mientras peor se pongan las cosas, mejor estarán. El Cómico Alí, ministro de Información iraquí durante la guerra, nada tuvo que ver con esto. Alí afirmaba que los estadunidenses no estaban en Bagdad cuando podíamos ver sus tanques. Bush sostiene que va a traer democracia a Medio Oriente cuando sus soldados enfrentan más que re-sistencia en Irak: encaran una insurrección.

Examinemos, pues, las mentiras más re-cientes. "Sesenta años en que las naciones occidentales disculparon y toleraron la falta de libertad en Medio Oriente no lograron nada para darnos seguridad", nos dijo el jueves. "Porque a la larga la estabilidad no puede comprarse al precio de la libertad."

Bien dicho, señor. George Bush júnior sue-na casi tan convincente como, bueno, Tony Blair. Todo es mentira. "Nosotros" -Occidente, Europa, Estados Unidos- jamás "disculpamos y toleramos" la falta de libertad: patrocinamos la falta de libertad; la creamos en Medio Oriente y la respaldamos.

Cuando el coronel Kadafi se adueñó del poder en Libia, la Oficina del Exterior lo consideró una figura mucho más simpática que el rey Idriss. Apoyamos a los generales egipcios (es decir, Gamal Abdel Nasser) cuando echaron a patadas al rey Fa-rouk. Nosotros, los británicos, creamos el reino hashemita en Jordania. Pusimos un rey hashemita en el trono de Irak. Y cuando el partido Baaz derrocó a la monarquía en ese país, la CIA obsequiosamente puso en manos de los amigos de Saddam Hussein los nombres de todos los miembros dirigentes del Partido Comunista para que pudieran liquidarlos.

Los británicos creamos todos esos respetables jecatos del golfo. Kuwait fue obra nuestra; Arabia Saudita fue en última instancia un proyecto conjunto angloestadunidense, al igual que Emiratos Arabes Unidos (antes el estado de la Tregua), etcétera. Pero cuando en el decenio de 1950 Irán decidió que prefería el gobierno democrático de Mohammed Mossadeq al del sha, el entonces director de la CIA, Kim Roosevelt, junto con el coronel Monty Woodhouse, del MI6, acabó con la democracia en Irán. Ahora el presidente Bush exige la misma "democracia" en Irak actual y dice que nosotros simplemente "disculpamos y toleramos" el odioso régimen del sha, respaldado por Washington.

Ahora hagamos otro análisis lingüístico de las palabras de Bush. "El fracaso de la democracia en Irak", nos dijo hace dos días, "alentaría a los terroristas en todo el mun-do, incrementaría los peligros para el pueblo estadunidense y extinguiría las esperanzas de millones en la región." He aquí otro ángulo: el fracaso del gobierno de Bush en contener la construcción de asentamientos israelíes en tierra árabe alentaría a los terroristas en todo el mundo, incrementaría los peligros para el pueblo estadunidense y extinguiría las esperanzas de millones en la región. Eso parece mucho más cercano a la realidad. Pero no: el presidente Bush cree que el primer ministro israelí, Ariel Sharon, es un "hombre de paz".

Y luego viene ese interesante llamado de Bush a una revolución en el antidemocrático Irán. Cierto, Irán es un estado teocrático (una necrocracia, sospecho), pero el moralmente impresionante presidente Mohamed Jatami, a quien tantas veces se han opuesto los dictatoriales y ancianos líderes religiosos, fue electo en forma de-mocrática, y por una mayoría mucho más convincente que la lograda por George W. Bush júnior en la pasada elección presidencial estadunidense.

Cierto, "la democracia puede ser el futuro de toda nación", nos dice Bush. Entonces, Ƒpor qué su país respaldó durante tantos años la perversidad y los crímenes de guerra de Saddam Hussein? ƑPor qué Washington dio su bendición, en diversas etapas, al coronel Kadafi, a Hafez Assad en Siria, a los generales turcos, a Hassan en Marruecos, al sha, al untuoso Ben Alí de Túnez, a los bribones generales de Argelia, al irascible reyezuelo de Jordania e incluso -y aquí contengamos el aliento- al talibán, porque los chicos de la Unocal querían un gasoducto que cruzara Afganistán?

Abramos un paréntesis. Fouad Siniora es ministro de finanzas de Líbano. Es un creyente en el estilo de vida estadunidense, egresado de la Universidad de Estados Uni-dos en Beirut y ex conferencista en ella, así como ex ejecutivo de Citibank. Lleva en el pasaporte una visa estadunidense válida. Y, sin embargo, la embajada estadunidense en Beirut lo llamó para decirle que no se le permitirá la entrada a Estados Unidos.

ƑPor qué? Porque el año pasado hizo un donativo de 660 dólares durante una colecta del mes de Ramadán a una organización de caridad que administra proyectos educativos y orfanatorios en Líbano. La organización está encabezada por Sayed Mo-hamed Fadlallah, a quien alguna vez la prensa occidental definió como "consejeron espiritual" del grupo Hezbollah. Hace mucho tiempo fuentes de la CIA revelaron que habían intentado asesinar a Fadlallah -fallaron, pero el coche bomba que pusieron mató a 75 civiles-, de modo que Siniora, yancófilo hasta la médula, es persona non grata en Estados Unidos. Fadlallah no es "consejero espiritual" del Hezbollah, pero la caricaturesca legislación de "seguridad" en Estados Unidos ha despojado a Siniora de cualquier contacto posterior con una nación que admira.

Sí, adelante con la democracia. Entrenle. La nueva guerra de historieta contra el terrorismo tiene lugar en Irak. Prohíban a la prensa filmar el retorno de soldados estadunidenses muertos a su patria. Se trata de la libertad, de la democracia. "Tolerar la falta de democracia en Medio Oriente"; sí, cómo no. Nosotros creamos este lugar, trazamos sus fronteras, criamos a sus grotescos dictadores. ƑY así esperamos que los árabes confíen en la promesa de Bush?

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

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