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México D.F. Martes 4 de noviembre de 2003
CORRUPCION O PROBIDAD
La
negativa del jefe de Gobierno capitalino, Andrés Manuel López
Obrador, a pagar una indemnización de mil 810 millones de pesos
al supuesto dueño del expropiado Paraje San Juan, Arturo Arcipreste
Nouvel, se basa en la sospecha bien fundada de que los procesos legales
que derivaron en la orden de cubrir esa indemnización se desarrollaron
con graves irregularidades y que detrás de los reclamos judiciales
hay intención de obtener cuantiosos recursos públicos mediante
falsificaciones, triquiñuelas legaloides y actos de corrupción.
Ante los documentos exhibidos ayer por el gobernante de
la ciudad, así como el cúmulo de inconsistencias señaladas
por diversas instancias del Gobierno del Distrito Federal (GDF) -particularmente
las observaciones de Carlota Botey, directora de Regularización
Territorial de la urbe, sobre la inexistencia en los registros y archivos
públicos de antecedentes de propiedad del predio en cuestión
de Arcipreste o de familiares suyos-, las más altas instituciones
del país, empezando por los integrantes de los tres poderes de la
unión, tendrían que buscar el esclarecimiento, cada uno en
su ámbito de competencia, de esta posible tentativa de transferir
en forma fraudulenta recursos públicos a particulares.
Más aún: sin prejuzgar sobre la validez
o invalidez de los elementos aportados por el GDF, resulta incomprensible
que algunos funcionarios, legisladores y magistrados muestren tanta prisa
por desechar tales elementos y exijan al gobernante capitalino que entregue
la indemnización multimillonaria con los ojos cerrados, sin verificar
que los documentos presentados por el presunto propietario del Paraje San
Juan sean auténticos o apócrifos, descarten de antemano cualquier
posibilidad de defensa legal de los bienes públicos y nieguen a
López Obrador todo recurso para preservar el dinero de la ciudad.
Tales actitudes, justificadas con argumentos leguleyos,
pero incompatibles con la ética y el decoro, refuerzan en forma
inevitable la sospecha de que las resoluciones judiciales en favor de Arcipreste
no tienen por objeto impartir justicia, sino realizar un jugoso negocio
a expensas del erario, aprovechando defectos y lagunas en la legislación.
El diferendo por el Paraje San Juan se está convirtiendo
en una encrucijada para el conjunto de la institucionalidad pública:
o se adopta el camino del esclarecimiento y la investigación de
las irregularidades -y se toma partido por la probidad y la transparencia-
o se sigue acosando al GDF para que pague sin ver y se emita tácitamente,
así, un voto en favor de la corrupción, la impunidad y el
saqueo de los recursos públicos. La sociedad mexicana habrá
de registrar y recordar los nombres de los funcionarios, representantes
populares y magistrados que se decidan por lo segundo.
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