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México D.F. Martes 4 de noviembre de 2003
MELON
Luis Angel Silva
Ignacio Cabezón Téllez
A SOLAS EN mi buhardilla, a la que me gusta llamar mi cueva, muy seguido -demasiado, diría yo- llegan a mi mente recuerdos de aquella feliz etapa del principio de mi trayectoria sonera, cuando sólo pensaba en cantar, donde fuera, con quien fuera, y escuchar tocar el son a elementos considerados de verdad soneros, a los que sigo admirando a pesar del tiempo.
GRACIAS AL FLAQUITO MASSELIN tuve la oportunidad de estar presente en fiestas soneras, en varias ocasiones, cuando el gremio sonero era una hermandad, la que Alejandro Rangel, que escribe en un diario deportivo, quiere revivir y se ha ocupado de hacer homenajes. Hasta ahora lleva tres que, por cierto, han tenido éxito.
HENRY MASSELIN ERA director de los Angelitos del Jardín, grupo que actuaba en el cabaret Jardín, situado en la esquina de Guerrero y Moctezuma, por donde pasaron muchísimos soneros y éste, su enkobio, acostumbraba echar la paloma. Con el Flaquito llevé gran amistad y así pude conocer a los figurones de aquella época, soneros de los que ya no hay.
CUANDO TOÑA LA NEGRA estaba a punto de partir hacia España, en casa de Felipe Chía se le dio una fiesta de despedida al Gordo Pablito Zamora Peregrino, sobrino de Toña. La cosa estuvo de bala, se tocó un son de muchos kilates. Por primera vez escuché al Gordo sonar el tres, así como el bongó. Si usted es aficionado de nuevo cuño, busque discos del Trío Caribe, le aseguro que gozará como éste, su acere, lo hizo en aquella ocasión.
EL RESTO DE la guerrilla estuvo a la altura del momento y en un tomercial, como diría Alvaro Carrillo, entre los comentarios se escuchó el nombre de Nacho Téllez El Cabezón, a quien considero un sonero completo, al igual que Julio del Razo y el inolvidable Lalo Montané, con él que grabé coros a pasto.
OTRA FIESTA INOLVIDABLE fue la boda de Juan Chía, donde se dieron cita Luis Lozano, pianista de sabor incomparable; Homero Jiménez, que rayaba la guitarra como pocos, dueño de una segunda voz única, sonero de cepa y compositor de Estoy acabando; el Rango, el Morado y Carioca, percusionistas de polendas; Agapito Silva, trompetista genial; por supuesto, Felipe y Juan Chía, así como el Gordo Pablito, que sonaron increíble. Créame, monina, que todavía gozo tan sólo de recordar.
CONOCI AL CABEZON años más tarde, comprobando que lo que se decía acerca de su calidad era verdad. Toca el tres, la guitarra, las percusiones, canta con gran sabor, además de poseer un sentido de clave digno de admirarse. Por desgracia se encuentra delicado de salud, injustamente olvidado. Por casualidad pude encontrarlo y pasé toda una tarde con él tratando de levantarle el ánimo, porque se encuentra en verdad muy triste.
PERO PERMITAME, NAGÜERIERO, platicarle algo acerca de este notable sonero. Nació en 1922 y se inició en la música a los 10 años, en el son infantil Palma. Al paso del tiempo formó parte del son Berreteaga y el Crespomel. Hizo su primer viaje a México con los Hermanos Hernández para trabajar en El Patio. También estuvo en un verdadero trabuco que actuó varios años en el cabaret La Muñeca, en Puebla, grupo que hizo historia.
EN EL PUERTO, Valeque con su Son Veracruz tuvo elementos muy valiosos como Vitillo y los hermanos Peregrino -Pablo, Negro, Toño y Serafín-, así como el Cabezón, que sostuvieron varios mano a mano con el Son Clave de Oro y Los Diablos del Trópico, que todavía los viejos de la comarca recuerdan como algo fuera de serie.
ADONDE QUIERO llegar es a lo siguiente: espero que los soneros de anteayer y hoy se den cuenta que hace falta unión para prevenir lo que hoy pasan varios compañeros por culpa de lo implacable del destino. La labor de Alejandro Rangel es loable y merece el apoyo de todos los que de una u otra forma estamos ligados al ambiente sonero. Unanse pensando en el futuro y traten de crear un fideicomiso que alivie las necesidades de los caídos en desgracia. Por mi parte, estoy incondicionalmente a sus órdenes, don Alejandro. šAdelante con los faroles!
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