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México D.F. Martes 4 de noviembre de 2003
Las empresas quieren borrar lo que se hace en las regiones, dice el músico uruguayo
Los jóvenes saben que los cantores populares somos necesarios: Numa
"Expresamos los sentimientos del pueblo y denunciamos el robo, la mentira y la traición", expresa el guitarrista Presentó en México su nuevo disco titulado Desde Uruguay
ARTURO CRUZ BARCENAS
El guitarrista y compositor Héctor Numa Moraes presentó su disco número 25, Desde Uruguay (Ediciones Pentagrama), con el sentimiento, ritmo y melodía de la Patria Grande de Artigas, libertador del pueblo. Sus 35 años de trayectoria artística resumen una de las carreras más consistentes en convicciones éticas ligadas a la música popular latinoamericana, en la cual ha compartido escenario con Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez, Noel Incola, Sara González, Mercedes Sosa y Tania Libertad, entre otros.
Nacido en Curtina, departamento de Tacuarembó, provincia de Uruguay, Numa -cuyo nombre lo tomó su madre de un león de los cuentos de Tarzán- empezó sus estudios musicales de bandoneón en el Conservatorio Municipal de su localidad natal. Es egresado del Conservatorio Real de La Haya, Holanda, donde estudió guitarra con Antonio Pereira Arias. En 1966 conoció a Washington Benavides, con quien desde entonces trabaja profesionalmente. La mayor cantidad de sus canciones está compuesta sobre textos de ese poeta.
Sus piezas han sido interpretados por Daniel Viglietti, Konrad Lenke y Klaas Wellinka, por citar algunos. Su disco más difundido es La patria, compañero, editado en 1971, pero Numa recuerda con más cariño Los niños son los que saben, sobre poesía infantil, grabado en Buenos Aires, en 1972, prohibido hasta 1984, cuando fue dado a conocer en Uruguay al volver la democracia y levantarse la censura que pesaba sobre sus discos desde 1973. En 1988 grabó Sobre pájaros y almas, junto con Alfredo Zitarrosa.
En entrevista, Numa habló de la importancia del canto popular: "Cuando llegué a Montevideo, a finales de los años 60, había gran euforia por el llamado canto político, popular. Al llegar la dictadura militar, en 1973, quedamos prohibidos, la mayoría de los cantores que habíamos estado trabajando en esos días, como Viglietti, Zitarrosa, Los Olivareños, Marcos Velázquez. Fuimos prohibidos y echados al exilio.
"Hubo casos como el de Aníbal Sampayo, uno de los viejos maestros que aún vive y quien estuvo ocho años preso. Yo estuve exiliado en Holanda, fundamentalmente; luego en Chile, donde después vino el golpe de Estado: fui a Cuba, a Francia. A partir de Holanda salimos a todo el mundo a denunciar lo que pasaba en Uruguay y en Latinoamérica. En mi país, en plena dictadura surgió un gran movimiento de la canción popular que estaba en la boca del lobo."
Regresan los prohibidos
Al terminar la dictadura, en 1984, regresaron los prohibidos. Se armaban festivales como el de la ciudad de La Paz. Eramos muy jóvenes y no teníamos ningún apoyo gubernamental. Pasó lo que en otros países: al acabar la dictadura ya no éramos necesarios. Las empresas empezaron a vender la música rock, con la cual no tenemos nada en contra, sino con el hecho de que a los artistas jovencitos los subían y luego los dejaban caer.
"No importaba lo cultural y muchos cantores dejaron de cantar en esa época. Nosotros fuimos persistentes y seguimos, aunque con mucha dificultad, en el interior. Estamos en los 2000 y la gente joven se ha dado cuenta de que los cantores populares somos necesarios. Defendemos que los textos de los temas no sean chabacanos. La Facultad de Ciencias recién hizo una encuesta que fue un balde de agua para muchos: 70 por ciento de la población uruguaya prefiere la música nacional, mientras las empresas dicen que no somos necesarios. La gente llena los festivales, nos quiere y busca el material de los viejos cantores".
-Se les etiquetó como cantantes de protesta.
-Ese fue un rótulo que nació en el 67. No somos cantores de protesta, sino populares, que expresamos sentimientos del pueblo. Cuando yo canto El negrito pastoreo no es una protesta, sino la necesidad de sacar un hecho folclórico, de llegar a los niños y a los jóvenes con cosas nuestras. También cantamos La patria, compañeros, que denuncia el robo, la mentira y la traición a José Artigas, pero, ojo, no protestamos así nada más. Tratamos de hacer algo cultural.
"Lo que tenemos claro es que esto lo hacemos porque nos gusta y porque sentimos que es nuestro deber, y sabemos que no es fácil. A Atahualpa Yupanqui le costo 50 años ser Yupanqui. El asunto es de persistencia, de porfiar. Si por los intereses comerciales nos damos vuelta sería muy peligroso. Las empresas lo que quieren es borrar lo que se hace en las regiones, en los rincones, y están por la globalización; quieren que escuchemos lo que se oye en París. Siempre lo mismo. Eso no nos sirve y nosotros vamos a las cosas pequeñas. Seguiremos cantando por la Patria Grande de Artigas."
Tacuarembó tiene una vida cultural muy importante. "De ahí soy, pero ahí nació Carlos Gardel, Washington Benavides, Walter Ortiz de Ayala, Mario Benedetti. Es hermoso, se da uno de los ritmos nuestros: la milonga, que es más saltarina."
En el recital del pasado jueves tocó Walter Roldán, acordeonista inmerso en el folclor del norte de Uruguay, y cantó y tocó la guitarra Delfor Sombra. Alejandro Rubbo, quien acompaña a Numa -éste de niño era vestido de charro por la enorme admiración por Miguel Aceves Mejía en toda Sudamérica- en esta gira, resaltó que las presentaciones cuentan con el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, y las alcaldías de Montevideo y de Tacuarembó. Este lunes estuvo en Cuba.
Para comunicarse con Numa: [email protected], [email protected], [email protected]
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