México D.F. Martes 4 de noviembre de 2003
Pasan por alto las regulaciones y las temporadas de veda en el Alto Golfo de California
Pescadores industriales de camarón desdeñan la lucha por rescatar a la vaquita marina
ANGELICA ENCISO L. ENVIADA
San Felipe del Progreso, BC, 3 de noviembre. En el Alto Golfo de California hay una lucha cotidiana entre la preservación de especies en peligro de extinción y la exigencia de pescadores industriales de camarón por trabajar en el lugar, a pesar de que son conocidos como los principales depredadores de las especies marinas.
La vaquita marina, cuya población se estima en alrededor de 600 ejemplares, es la especie más amenazada, e inclusive los sectores productivos negaban su existencia, al señalar que se trataba de un mito, pero fotografías tomadas a principios de año demostraron lo contrario.
Tan sólo la semana pasada en la zona de las rocas Consag, entre San Felipe del Progreso y Puerto Peñasco, se encontraron dos ejemplares muertos, en plena temporada de pesca de camarón, señala Armando Jaramillo, especialista del Instituto Nacional de Ecología. A pesar de que hay medidas regulatorias, como que los barcos utilicen dispositivos especiales en la zona de amortiguamiento y la prohibición de pescar en la zona núcleo, no hay vigilancia ni atención de las autoridades.
En un recorrido por este puerto, organizado por Sonoran Institute, Pronatura y Conservación Internacional, se encontró un barco que no tenía la red con el dispositivo túnel extendido que se debe utilizar ahí y que estaba en actividad. Pese a que el director de la reserva, José Campoy, conoció del hecho, dijo que había que llamar a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, organismo que no tiene inspectores asignados a la zona.
Este año, luego de que los camaroneros presentaron la manifestación de impacto ambiental, requisito para poder pescar en la reserva, con una extensión de 934 mil hectáreas, de las cuales 82 por ciento es de amortiguamiento, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales puso la condición de que llevaran un observador en cada barco, lo cual hasta ahora no se ha cumplido.
La respuesta de Campoy a esto fue: "no es el fin del mundo que no haya observadores", y justificó que se trata de una medida a cumplir durante cinco años, por lo que "si en dos meses no se ha acatado, no tiene mayor importancia".
La pesca de camarón es reconocida por especialistas como la actividad más depredadora del medio marino, ya que por cada kilogramo de esta especie se capturan 10 kilogramos más de otras variedades en forma incidental. Además, la flota, formada por 145 barcos, opera en números rojos, señala Juan Manuel García, de Conservación Internacional.
Los recursos pesqueros que se desperdician con la captura de camarón representan un valor mayor al de éste por 227 por ciento, y además el gobierno federal destina a esa flota recursos fiscales por 514 millones de pesos, de los cuales 296 millones corresponden al subsidio del diesel y el resto a la exención del IVA a que están sujetos.
Entre los problemas ambientales asociados a la pesca están que cada año se capturan incidentalmente alrededor de 180 mil toneladas que son desperdiciadas, de las cuales entre 70 y 90 por ciento corresponden a 110 especies de peces juveniles y el resto a 114 variedades de crustáceos y moluscos. Efectos negativos de esta pesca son la pérdida de biodiversidad, la extinción de especies comerciales y la desaparición de variedades para otras pesquerías.
El problema, agrega Juan Manuel García, es que a la reserva entran 130 barcos -114 de Puerto Peñasco, Sonora, y el resto de San Felipe-, que capturan 120 toneladas de camarón e inclusive no son residentes del lugar, lo cual implica una violación a la ley ambiental, pues en ella se establece que sólo los habitantes pueden realizar esa actividad. Además, 300 pangas entran a la zona núcleo.
La reserva del Alto Golfo de California y delta del río Colorado se decretó hace 10 años, y los problemas que ahora enfrenta van desde la reducción de agua dulce del río Colorado, la mortalidad incidental de especies en peligro de extinción por el uso de redes agalleras en la pesca, la contaminación orgánica de las aguas costeras, hasta la pérdida de vegetación nativa, indica el borrador del programa de manejo del lugar.
Actualmente está en consulta el programa de manejo, que no incluye medidas regulatorias fuertes, según reconoce el propio director de la reserva, José Campoy. "No hay acuerdo en la delimitación del polígono para la conservación de la vaquita marina, ya que se ha encontrado el mayor número de ejemplares fuera de la zona núcleo del área protegida, donde se da gran parte de la actividad pesquera", señala.
Sobre la problemática pesquera, el documento reconoce la "falta de regulación y ordenamiento de la actividad, incremento reciente de embarcaciones menores, aprovechamiento de especies comerciales durante su etapa reproductiva y en la zona núcleo, impacto negativo sobre el fondo marino y realizar una acotación al esfuerzo pesquero con embarcaciones mayores".
La principal afectada por todo esto es la vaquita marina, el cetáceo más pequeño en todo el mundo que llega a medir de 1.28 a 1.50 metros, y sólo se localiza en esta región. Fue descubierta en 1958 y la información que hay sobre ella es limitada, pero se tienen datos de que al año las redes agalleras capturan entre 30 y 80 ejemplares, lo cual representa un problema, porque el censo de 1997 reportó una población de 567 y su reproducción es de una cría cada dos años, indica Armando Jaramillo.
Agrega que los estudios más recientes indican que 40 por ciento de las vaquitas residen fuera de la zona núcleo de la reserva, por lo que esta medida de conservación es insuficiente. Este año se comenzó a utilizar un sistema de detección acústica para la observación del cetáceo, lo que ha permitido definir la ubicación del animal, el cual se ha encontrado fuera de la reserva, en la zona de las rocas Consag y en la bahía de San Felipe, áreas de pesca durante todo el año.
En la investigación de la vaquita se gastan al año 30 mil dólares, donados por organizaciones no gubernamentales, y además se requiere un barco para que la actividad sea permanente, el cual tiene un costo de 50 mil dólares. El especialista indica que para conservar el mamífero se tendría que vedar en definitiva la captura de camarón.
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