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México D.F. Martes 4 de noviembre de 2003

Hasta hoy, Bush ha eludido "sus malos manejos" sólo con invocar el 11-9: analista

EU, a punto de requerir un ajuste económico "como los del tercer mundo"

Su déficit fiscal y comercial, y la pérdida de 2.8 millones de empleos, empañan el panorama

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 3 de noviembre. Estados Unidos está al borde de necesitar un ajuste estructural como los aplicados a los países tercermundistas en crisis, advierten algunos economistas, quienes señalan que esta nación tiene problemas de fondo comparables a los que detonaron las crisis en Argentina, Tailandia y México.

La economía estadunidense, según la información más reciente, está en el peor y en el mejor de sus tiempos: esta semana se anunció que durante el último trimestre gozó de la mejor tasa de crecimiento en casi 20 años, pero el déficit fiscal y comercial, y la pérdida de unos 2.8 millones de empleos en dos años, aún nublan el panorama.

El gobierno informó que en este último trimestre la economía tuvo un crecimiento de 7.2 por ciento, lo que llevó al presidente George W. Bush a declarar que su política económica está rindiendo frutos. Eso, más indicaciones de que los salarios se mantuvieron a la alza durante la recesión, y en combinación con tasas de interés sumamente bajas, ha nutrido el consumo, lo que ha sido el sostén fundamental de la economía estadunidense.

Pero al mismo tiempo hay menos trabajadores empleados -se han perdido unos 2.8 millones de empleos en los últimos dos años- y los costos de salud han consumido buena parte de los incrementos en ingresos. Además se han reducido algunas jornadas de trabajo y la recuperación económica no se ha reflejado en más empleos ni más horas para los empleados.

Por lo tanto, señala el Economic Policy Institute (EPI) en Washington, el ingreso salarial real de hecho se ha desplomado en 1.2 por ciento entre marzo de 2001 y agosto de este año. EPI considera que en realidad el consumo y el crecimiento en el PIB son resultado de mayor gasto en defensa (la guerra en Irak), reducciones en impuestos, y mayor actividad en refinanciamiento de propiedades. "Esos estímulos pronto se desvanecerán. A menos que los empleadores empiecen a contratar e incrementar pagos de sueldos y salarios, este auge actual del consumo desaparecerá".

Por cierto, hasta Wall Street reaccionó cautelosamente ante el auge registrado en este último semestre, ya que cunden dudas sobre qué tan sostenible será este crecimiento.

Pero para algunos economistas, el problema central no se refleja en las estadísticas coyunturales, sino en la dirección insostenible en que se comporta la economía. "Esta es una recuperación cíclica en el contexto de una pauta de problemas fundamentales", comentó el economista Doug Henwood a La Jornada. De hecho, señaló, el déficit comercial, el déficit fiscal y el crecimiento dramático de la deuda nacional están colocando a Estados Unidos en una situación cada vez menos sostenible.

Así, las alarmas sobre un posible desastre económico con implicaciones internacionales están sonando de nuevo en Wall Street, pero esta vez no se trata de una crisis en Asia o América Latina como en años recientes, sino de una aquí en Estados Unidos.

"El déficit comercial significa que Estados Unidos está viviendo más allá de sus medios, lo cual se sostiene sólo con deuda, y por lo tanto es comparable con México en 1994 y Tailandia en 1997", señaló Henwood. El déficit comercial es enorme, indicó, aproximadamente de 5 por ciento del PIB, mientras la deuda nacional neta es de 25 por ciento del PIB.

El déficit presupuestal de Estados Unidos es más grande en relación con la ecus_arts_sktonomía que el que sufría Argentina en 2000, y el déficit comercial respecto de la economía es más grande que en Indonesia en 1996, informa el economista y columnista del New York Times Paul Krugman, al señalar que esos desequilibrios detonaron crisis financieras dramáticas en el tercer mundo.

Comenta que la gigantesca empresa financiera Lehman Brothers tiene un modelo para pronosticar la probabilidad de una crisis financiera en los países en desarrollo, y aplicar este instrumento a algunos países avanzados provocaría alarmas, según un comunicado de prensa de la empresa. "La más conspicua de estas amenazas es Estados Unidos", declaró la empresa.

"Existe ahora una enorme brecha estructural -eso es, una brecha que no se desvanecerá aun si se recupera la economía- entre el gasto y el ingreso en Estados Unidos. Por el momento los préstamos pueden llenar esa brecha. Pero eventualmente tendrá que haber un gran incremento de impuestos o recortes mayores en programas populares", afirma Krugman, profesor de economía en Princeton, en su columna en el Times. Y advierte: "si nuestro sistema político no encuentra la voluntad de optar por una alternativa o la otra -y hasta la fecha el comandante en jefe rehúsa siquiera admitir que existe un problema- eventualmente enfrentaremos una crisis financiera".

Krugman señala que se podrá postergar esta crisis por unos cuantos años gracias a la capacidad de Estados Unidos de financiar sus déficit con más crédito cada vez, pero será inevitable llegar a un momento crítico, y esa crisis implicará un dramático desplome del valor del dólar y un severo incremento en las tasas de interés. Krugman dice que Estados Unidos cuenta con los recursos para salir del hoyo financiero, pero cuestiona si existe la voluntad política para hacerlo.

Por el momento, afirma, el presidente Bush insiste en que está regalando dinero y premios a la gente con la reducción de impuestos, pero lo que no explica es que está comprando los regalos con las tarjetas de crédito de todos los ciudadanos.

De hecho, los cálculos son que el déficit presupuestal del gobierno federal llegará a 500 mil millones de dólares el año entrante (sólo tres años después de que registraba un superávit sin precedente). Y gran parte de este déficit, según un amplio coro de economistas, es resultado de los grandes recortes de impuestos promovidos por Bush, que fueron diseñados para favorecer más que nada al uno por ciento más rico en este país.

Pero como sostiene el analista y economista Kevin Phillips, esta crisis también se manifiesta en un malestar generalizado, nutrido por preocupaciones sobre la pérdida constante de empleos, particularmente en el sector manufacturero (lo cual ha contribuido a la pérdida de más de 2 millones de empleos en los últimos dos años), junto con la espiral creciente de los costos de salud y servicios médicos. Por cierto, hay más de 100 mil trabajadores de supermercados en huelga del sindicato de la rama de alimentos (UFCW por sus siglas en inglés) en demanda de mejor seguro de salud y salarios. No sólo eso: hay una preocupación general entre la población de edad avanzada sobre sus fondos de jubilación después de las pérdidas multimillonarias de estos fondos, que desaparecieron con el colapso del mercado bursátil.

Phillips señala que hasta hoy Bush ha logrado evitar las consecuencias políticas de su mal manejo económico, tan sólo con "invocar el 11 de septiembre, culpar a Osama Bin Laden y a Saddam Hussein, permitir la elevación del déficit y mantener al electorado preocupado por enemigos extranjeros". En un artículo publicado en Los Angeles Times, el analista dice que esto podría estar llegando a un punto donde Bush no podrá escapar del impacto de su manejo de la economía. De hecho, menciona la elección en California como un posible primer aviso, al señalar que "lo que ocurrió en California, en parte, se sobrepone a un creciente malestar nacional", pues el electorado votó para destituir a un gobernador que carecía de respuestas a una creciente crisis económica que, en verdad, tiene sus raíces en la economía nacional.

Por cierto, en la encuesta más reciente de ABC News/Washington Post, la mayoría (51 por ciento) desaprueba el manejo de Bush de la economía, contra 46 por ciento que aún le tiene confianza. Otras encuestas registran un nivel de aprobación del manejo de la economía de menos de 40 por ciento.

Claro, el gobierno -como es práctica común- hará todo lo posible por impulsar y nutrir la economía durante el año electoral de 2004. Pero algunos economistas creen que eso sólo postergará una crisis de este modelo insostenible. De hecho, se espera que no habrá otra alternativa que aplicar un ajuste estructural sin darle ese nombre: el gobierno afirmará que por la crisis fiscal se tendrá que reducir el gasto social -igual que la receta aplicada al tercer mundo por el FMI. A la vez, si no hay marcha atrás en el déficit comercial, la deuda acumulada llegará a tal punto donde habría enorme presión para elevar las tasas de interés sobre el crédito, lo cual tendría implicaciones severas tanto dentro como fuera de Estados Unidos.

"El problema es cómo puede someterse una economía de este tamaño a un ajuste estructural", se pregunta Henwood. "Parte de ello es que somos el motor de la economía mundial. Pero esto no puede seguir así, con Estados Unidos como el consumidor de último recurso", comprando las exportaciones de todos los demás. En un momento, dice, el déficit y la deuda que la financia llegará a un punto en el que ya no será sostenible.

Como con Bush padre

La Casa Blanca no puede ignorar que empieza a prevalecer un clima parecido al que llevó a la derrota electoral de George Bush padre, quien gozaba de un altísimo nivel de apoyo justo después de la primera guerra del Golfo (1991) sólo para perder su intento de relección. El consenso de los analistas es que esa derrota fue resultado de sus políticas económicas, y su aparente falta de interés por los problemas que éstas generaban entre la población.

Como dice el dicho: "déjà vu otra vez".

Pero tal vez lo más notable de esta crisis es que las políticas económicas neoliberales no sólo se aplican en el tercer mundo, sino aquí también, y sus consecuencias no sólo se manifiestan en Bolivia, sino también en Boston. Por lo tanto, la llamada "globalización" del libre mercado ya no es algo que se pueda decir que beneficia a los gringos, sino a un mínimo grupo de financieros y empresarios estadunidenses y sus contrapartes alrededor del mundo.

En California, una de las consignas podría haber sido adoptada de Argentina: "que se vayan todos". Tal vez en un futuro no tan lejano aquí se empezará a co-rear: "todos somos bolivianos".

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