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México D.F. Martes 4 de noviembre de 2003

Marco Rascón

IFE, usurpación y ruptura

La partidocracia y un pulverizado sistema de 32 virreyes no podían tolerar una institución electoral autónoma: eran ellos o el país, y optaron por salvar sus intereses a cambio de hundir la posibilidad de una mínima democracia electoral.

Bajo una estrategia de improvisación deliberada, de dejar hasta el final, con el tiempo agotado, la elección de los consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE), los partidos en la Cámara de Diputados trasladaron su propio esquema faccioso al poder electoral.

Marginados de la sociedad, los partidos se apoderaron por entero de la política y se encerraron en el búnker de las prerrogativas, los financiamientos de la oligarquía o la defraudación de las empresas y los presupuestos públicos, como el caso de Pemex, o de la vieja reserva tradicional, del desvío de los recursos del campo o la economía informal a lo político y el subsidio de campañas electorales. Para ello, necesitaban al IFE por entero.

Para el caso, el PRD debería cobrar derechos de autor a PRI y PAN, que finalmente tomaron como suyo el esquema perredista, mediante el sistema de cuotas. Los nuevos consejeros del IFE fueron electos bajo ese sistema de porcentajes por mafia y sólo faltó consenso por no haber dejado entrar al PRD con su respectiva cuota. Los diputados perredistas fueron víctimas de su propio esquema y la composición de cuotas de su comisión de garantías y vigilancia.

La descomposición del país se generaliza y la poca credibilidad que existía en el órgano electoral se ha terminado, frente al regocijo de priístas y panistas que ahora sí tendrán quién los negocie y los defienda desde la representación "ciudadana". La elección de consejeros por cuotas de los partidos reivindica la usurpación del poder político, al ser la base para la defraudación del voto popular y para establecer la hegemonía de que gana elecciones el que tiene el poder y más dinero.

El envilecimiento del IFE por los partidos es una nueva vuelta de tuerca en la descomposición del país y sus instituciones, y la certeza de que en México no hay una "transición", sino un escenario de intereses cada vez más incapaces de unir al país, pero más agresivos para mantenerse en el poder a costa de lo que sea.

Si a esto unimos la negra perspectiva económica, sostenida precariamente por la especulación bélica de Bush en Irak, y un déficit creciente que nos ha impuesto el nivel de protectorado y nos arrastrará en su debacle, a México sólo le queda como camino la ruptura interna, pues la presión social tiende a crecer y recomponerse ante la descomposición y los vacíos.

Para entender la situación de México basta hacer una síntesis de lo acontecido en Argentina (crisis financiera), Venezuela (polarización y agresividad oligárquica) y Bolivia (insurrección popular) para prefigurar un poco de lo que viene, pues en México están las condiciones para que sucedan las tres cosas.

Siendo consecuentes con la globalización, la situación de estos tres países, es efecto de la globalización y México se parece a los tres, en muchos aspectos no sólo de la injerencia externa, sino de la composición histórica.

Bajo ese esquema, el golpe al IFE por la partidocracia es un acto de instinto por salvar este obsoleto sistema de partidos, pero también una aportación a la ruptura, pues todos los caminos institucionales de cambio se han agotado.

Fox reproduce así el esquema político entre 1911 y 1913, cuando el pactismo con el viejo régimen abrió el camino a la revolución cruenta, pues la legalidad y las reglas civilizadas se convirtieron en enemigas del poder y del predominio de los viejos y externos intereses.

La burocracia perredista, al asimilarse a ese esquema, se anuló. Por eso sólo queda la posibilidad de retomar el camino constituyente dentro del PRD y el conjunto de la izquierda, pero eso significa no sólo establecer conceptos, sino la congruencia de una nueva práctica política y acciones que conduzcan a restablecer la confianza en la movilización social y en el cambio de terreno para la confrontación política y una nueva correlación de fuerzas. El paro cívico.

El movimiento social y democrático debe prepararse para la ruptura; la izquierda debe anticiparse a la ruptura y eso provendrá desde el escenario económico o la usurpación política que ya se ha configurado con la destrucción del IFE como institución creíble.

El PRD creía que llegar a 2006 sería un paseíllo con el estandarte de las encuestas anticipadas. El asunto será más complejo, pues con el nuevo IFE regresa lo más viejo y podrido del PRI y la cultura política de la defraudación.

Por eso, sólo el 8 congreso constituyente convocado por la militancia podrá rescatar la posibilidad de jugar un papel del lado del pueblo de México y no quedarse en el que ahora defienden los empleados de la oligarquía.
 
 

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