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México D.F. Martes 4 de noviembre de 2003
Javier Oliva Posada
La seguridad hemisférica y la democracia
Frente a una agenda política y mediática
intensa, los resultados de la Conferencia Especial sobre Seguridad Hemisférica,
a pesar de su relevancia, no han recibido la atención adecuada.
Sobre todo porque, tratándose de una disertación efectuada
como consecuencia directa de los atentados del 11 de septiembre y ante
la actitud intervencionista e impositiva del gobierno de Estados Unidos,
México ha debido recurrir a acciones que le permitan, por lo menos
en el papel, asumir una actitud y adoptar medidas propias ante la coyuntura
internacional y los escenarios futuros.
La pobreza extrema y la exclusión social fueron
señaladas por la delegación de México como los principales
riesgos para la seguridad regional, en tanto que ambos fenómenos
propician otra serie de conflictos, como delincuencia, desempleo, pero
principalmente dan paso a una falta de expectativas en el futuro, llevan
a conductas en las cuales arriesgar la vida día con día carece
de inconveniente alguno.
Así, como derivación de políticas
públicas y criterios económicos equívocos, las sociedades
latinoamericanas e incluso la estadunidense observan una constante en cuanto
al deterioro y disminución de expectativas en la calidad de vida
de las poblaciones. Por eso, la construcción de la democracia no
se agota, como a muchos parece, en el mero ejercicio del sufragio. La formulación
de procedimientos institucionales también tiene que ver principalmente
con las prioridades gubernamentales. Si la pobreza y la exclusión
social son factores de riesgo, más lo son las causas que los propician.
Esto es, que la evidencia de la polarización en las sociedades del
continente es directa consecuencia de aspectos concretos que tienen su
raíz en la creación de opciones donde la desigualdad de origen
se compense mediante acceso a la educación, el trabajo y la salud.
Amartya K. Sen, Premio Nobel de Economía, en su
clásico La desigualdad. Un reexamen crítico (1992)
plantea precisamente que la ausencia de oportunidades al ciudadano en general
es la base de lo que a la postre se convierte en la principal fuente de
tensiones en el sistema. Si bien la persistencia de los desequilibrios
aparece irresoluble, sí por lo menos son susceptibles de ser atenuadas.
Así, en el futuro inmediato ante el problema que se plantea la conferencia
especial, a propósito de las condiciones para el desarrollo de las
naciones, la democracia es factor crucial para encontrar medidas orientadas
a evitar que la inestabilidad sea producto de factores internos.
La corrupción, las actividades diversificadas del
crimen organizado y la degradación del ambiente también forman
parte de ese marco en el que los estados deben procurar, junto con sus
gobiernos, políticas orientadas a lograr mayor eficacia y dar una
dimensión razonable a las expectativas que sobre la democracia formal
existen, ya que en el corto plazo, al no verse satisfechas las necesidades
de la mayor parte de la población luego de un proceso electoral,
el desencanto, como vemos a lo largo del continente, es la base para promover
respuestas radicalizadas de organizaciones y la sociedad.
Por eso y en ese contexto, en el caso mexicano, la polémica
por la designación de los nuevos consejeros electorales aparece
más propia de posiciones prejuiciadas que de un debate sustentado
en argumentos y reflexiones. Si la Conferencia Especial sobre Seguridad
Hemisférica pudiera dejar una aportación, debiera ser que
ante las expectativas inmediatas y reacciones circunstanciales, la democracia
y sus instituciones resultan ser el baluarte para garantizar mejoras en
las condiciones de vida de la población. ¿A quién
conviene la inestabilidad? Que los nuevos consejeros del IFE y su presidente
tengan éxito y tino para su desempeño. Es un sincero deseo
para la seguridad del país y la región. Todos, partidos y
ciudadanos, tenemos que contribuir a que eso se concrete.
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