México D.F. Martes 4 de noviembre de 2003
Es hora de que los obreros sean tomados en cuenta
para las decisiones, advierte
Revive Gómez Urrutia su enfrentamiento con Rodríguez
Alcaine por el control del CT
Napo pelea y discute por todo y eso le
disgusta a don Leonardo, dicen fuentes del congreso
FABIOLA MARTINEZ
Heredero del sindicato que encabezó su padre por
40 años, el dirigente de los mineros, Napoleón Gómez
Urrutia, busca la presidencia del Congreso del Trabajo (CT), cargo que
también ocupó su progenitor -Napoleón Gómez
Sada- en 1968, 1977 y 1983.
El actual secretario general del Sindicato Nacional de
Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República
Mexicana parece dejar en el pasado el litigio con el gobierno zedillista,
el cual impugnó su nombramiento por más de un año.
Dos años después de aquel suceso se presenta
como un líder que puede sacar del marasmo a la llamada cúpula
del sector obrero, situación en la que, afirma, ha caído
en los pasados tres años bajo la dirección de Leonardo Rodríguez
Alcaine. Sin embargo, el también líder de la Confederación
de Trabajadores de México (CTM) no ha emitido hasta ahora la convocatoria
en la que habría de elegirse a su sucesor.
Son
precisamente esas diferencias con el jerarca cetemista, mismas que se ahondan
en cada una de las escasas asambleas del CT, el motivo que mantiene a Gómez
Urrutia relegado en sus aspiraciones políticas.
El episodio más reciente de este enfrentamiento
ocurrió en junio pasado, cuando aparentemente por órdenes
de Rodríguez Alcaine, el dirigente minero sorpresivamente fue borrado
de la lista de precandidatos del sector obrero priísta a una diputación
federal por la vía plurinominal, aun cuando el gremio de mineros
está integrado, según informes del propio sindicato, por
más de 200 mil trabajadores.
Otro encontronazo con el cetemista sucedió en el
segundo semestre del año pasado, cuando el sindicato minero criticó
el anteproyecto de reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT) que había
sido redactado, en buena parte, por los asesores jurídicos de la
CTM; en cambio, participó en diversos foros con la Unión
Nacional de Trabajadores y compartió algunos puntos de vista de
los férreos opositores a la llamada ley Abascal. Inclusive
amagó con no firmar la iniciativa surgida a convocatoria del gobierno
foxista.
Por lo anterior, en la CTM son pocos los que atribuyen
a Gómez Urrutia posibilidades favorables para ocupar la presidencia
del Congreso del Trabajo para el periodo 2003-2005: "(Napoleón)
pelea y discute por todo y eso no le gusta a don Leonardo; en una de esas
preferiría mejor relegirse al frente del congreso antes que dejarle
el puesto a Napo", comentaron fuentes allegadas a este proceso.
En ese sentido tendría pocas posibilidades de ganar
frente al líder de los ferrocarrileros, Víctor Flores Morales,
quien según se comenta entre los propios líderes sindicales
cuyas organizaciones pertenecen al CT, "ya está maiceando a las
organizaciones chiquitas (la mayoría de las 36 registradas) y cuenta
con el aval del Güero para sucederlo". El otro candidato es
el dirigente de la federación de sindicatos bancarios, Enrique Aguilar
Borrego, a quien disminución en su membresía le restaría
votos.
Consciente de lo anterior, Gómez Urrutia pugna
porque la elección se realice con base en el voto universal, directo
y secreto de cada organización gremial que participa en el CT, como
la única alternativa de ganar el proceso. Sin embargo, por esa propuesta
ha recibido también críticas, en especial porque ese tipo
de sufragio no existe en el gremio que encabeza y mucho menos operó
en las cuatro décadas de poder absoluto de su padre en el sindicato
minero.
"El hecho de que yo pretenda sacar del marasmo al CT se
ha tomado como un intento de promover mi imagen, pero no es así;
es necesario que éste recupere su peso a la hora de la toma de decisiones
entre el movimiento obrero, el Poder Legislativo y el Ejecutivo", señaló
en entrevista.
La herencia
Gómez Urrutia nació en Monterrey, Nuevo
León, y cursó en la UNAM la licenciatura en economía,
la cual concluyó en 1968. Con la estabilidad económica que
le daba ser hijo del máximo dirigente minero, cursó enseguida
varias especialidades hasta lograr el nivel de doctorado en Oxford, Inglaterra,
base que le permitió dos décadas después ser integrante
del consejo de administración de importantes empresas y bancos.
En su currículo aparece inclusive un certificado
de la Universidad de Ciencias Económicas de Berlín (en 1972)
y uno más de la sociedad latinoamericana de las Universidades de
Inglaterra. También se dedicó a la academia: entre 1970 y
1976 fue profesor titular de la Facultad de Economía de la UNAM.
En ese lapso combinaba sus actividades en la máxima casa de estudios
con investigaciones en la entonces Secretaría de Programación
y Presupuesto.
Luego saltó a los puestos públicos en los
años en que había en el país más de mil empresas
del Estado y tiempo en que el gobierno priísta fungía como
agencia de colocaciones, en especial cuando empezaban a ocupar importantes
cargos los jóvenes egresados de las universidades extranjeras.
En el sexenio de José López Portillo fue
director de Planeación de Siderúrgica Mexicana, grupo integrado
por Altos Hornos de México, Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las
Truchas y Fundidora de Monterrey.
Luego fue nombrado director general de la Casa de Moneda
de México, cargo que ocupó hasta 1992. Desde esa posición
contendió como precandidato del Revolucionario Institucional a la
gubernatura de Nuevo León y desde entonces se quejó de la
preferencia de la CTM por Sócrates Rizzo, por quien finalmente optaron
los priístas.
Simultáneamente fue profesor de la maestría
en administración (1983-1985) del Instituto Tecnológico y
de Estudios Superiores de Monterrey, así como miembro de Wadham
College Society, de la Universidad de Oxford.
Tras
perder en el juego interno del tricolor fue nombrado en 1992 director
de la Compañía Minera Autlán, a la que llegó
prácticamente para preparar la privatización de la misma,
última desincorporación de una empresa de la industria extractiva.
Después de moverse como importante ejecutivo de
paraestatales y en círculos empresariales ligados a la minería,
ingresa al sindicato -mediante un puesto menor en la industria Peñoles-
previendo el escenario posterior a 2000, año en que su padre cumplió
40 años al frente del sindicato minero.
Pese a su mermada salud, Gómez Sada logró
colocar a su hijo como "secretario general suplente en funciones", situación
que desató la oposición de la Secretaría del Trabajo
y condicionó el registro oficial a la comprobación documental
de que Gómez Urrutia tenía por lo menos cinco años
de empleado de este ramo. Los pocos disidentes (Benito Ortiz y Armando
Martínez, entre otros) fueron dados de baja por impugnar el nombramiento
del hijo del histórico líder minero.
Los opositores fueron denunciados como esquiroles al servicio
de los intereses del Grupo Villacero, con el que, hasta ahora, Gómez
Urrutia mantiene profundas diferencias e inclusive aseguró que funcionarios
de la Secretaría del Trabajo estaban coludidos con los empresarios.
Después de varios meses de litigios con el gobierno
federal en los que insistió que llegó al sindicato petrolero
desde marzo de 1994, aun cuando la empresa lo registró como empleado
administrativo hasta abril de 1995, logra su ratificación como secretario
general suplente en la 31 convención del sindicato minero, en mayo
del 2000; en octubre del año siguiente fallece su padre y es nombrado
secretario general para concluir el periodo correspondiente. En mayo de
2002 la convención minera lo nombra secretario general, cargo que
tiene asegurado, en principio, hasta mayo de 2005, fecha tentativa en que
concluiría también el periodo de la ansiada presidencia del
CT.
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