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México D.F. Viernes 31 de octubre de 2003
Se reúnen en Sao Paulo para analizar
la situación del país y al gobierno de Lula
Hambre cero, inicio de cambios radicales contra
la exclusión en Brasil: grupos sociales
Piden la liberación de 19 militantes de los Sin
Tierra, entre ellos la esposa del líder José Rainha
STELLA CALLONI ENVIADA
Sao Paulo, 30 de octubre. Llegaron desde los puntos
más distantes. Los representantes de poblaciones en el Amazonas
viajaron por tierra cinco días; los de Rondonia, estado fronterizo
con Bolivia, más de dos días, y así fue en general
para todos los que llegaron a los predios de la Pastoral de Santa Fe, como
un reflejo de la inmensidad territorial de Brasil.
Lo más sorprendente fue la disciplina que caracteriza
a movimientos como el de los Sin Tierra (MST) o el de las Mujeres Trabajadoras
Rurales (MMTR), que estuvieron entre quienes llegaron al convento y a un
edificio cercano para participar en el seminario sobre Experiencias del
poder popular en América Latina y el Caribe, que culmina este viernes.
Asombra también que el mayor auspiciante del encuentro,
con participación de movimientos sociales y delegados de América
Latina y que fue organizado por el Centro de Educación Popular de
la Sede Sapentaie (Cepis), sea Petrobrás, la gran empresa petrolera
estatal brasileña.
Los dirigentes de las organizaciones locales analizan
la situación de Brasil y el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva,
que apoyaron y apoyan, pero con capacidad crítica. Se busca superar
lo que un dirigente define como la "perplejidad" que causa el poder, a
la vez que las formas para acompañar y consolidar el proceso. Los
delegados regionales llegaron con niños, guitarras, bolsos de artesanías
que realizan en sus asentamientos o en grupos de trabajo y con su propia
comida. Dos figuras importantes fueron en el primer día Frei Betto,
asesor de Lula para el programa Hambre cero, y Plinio de Arruda
Sampaio, antiguo dirigente de la Democracia Cristiana, pero envuelto en
los fuegos -como él dice- de la teología de la liberación,
que en Brasil sigue teniendo presencia fuerte en las bases de todos los
movimientos sociales. Plinio -como le llaman todos familiarmente- está
asesorando con su equipo el diseño de la reforma agraria, algo muy
esperado en un país donde existen latifundios que "tienen el tamaño
de varios países europeos", latifundios que no son trabajados pese
a ser productivos, y al mismo tiempo millones de familias sin tierra.
Frei
Betto aprovechó su participación para pedir solidaridad con
Deolinda Rainha, esposa del dirigente del MST José Rainha, detenida
en una delegación policial de Sao Paulo, que depende del gobierno
estatal, actualmente en manos de la oposición. En esas horas, Deolinda
recibió un mensaje de solidaridad del presidente Lula. La esposa
de Rainha está encerrada en una celda prevista para 18 mujeres,
pero donde se amontonan otras 48 compañeras de prisión, involucradas
en acusaciones de droga y prostitución. Betto llamó a solicitar
al gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, que se revise esta situación.
Todos los participantes firmaron una carta por la libertad
de Deolinda y de otros 18 detenidos del MST, entre los que se encuentra
además José Rainha. Todos ellos han sido detenidos en estados
gobernados por la oposición política al gobierno de Lula.
"Algo que no se dice hacia fuera y por eso algunos medios manipulan como
prisioneros de Lula", explica un dirigente del MST, para quien "esto muestra
el carácter político de la detenciones", y también
de los 50 asesinados de estas organizaciones en lo que va del año,
a manos de grupos de seguridad contratados por hacendados en distintas
zonas.
Muchas son las preguntas sobre el programa Hambre cero
que anunciara el presidente Lula al triunfar hace un año en
las elecciones presidenciales. Para Frei Betto, este programa es fundamentalmente
de "inclusión" y por lo tanto "no es un simple reparto de comida",
sino de comienzos de cambios radicales ante el hambre, que hace posible
la total exclusión.
Entre los elementos renovadores del programa destaca que
nunca se prometen cosas materiales, aparte de la ayuda alimentaria, y que
es un trabajo popular donde también se trata de modificar varios
paradigmas. Pone como ejemplo que en el MST, donde existen sectores muy
pobres, se logra una familia militante, consciente, creativa, participante
"y allí se ha ganado en cualidad y calidad, se forman hombres para
la victoria, para la vida", en lugar de convertir a la gente en cliente
del asistencialismo.
También advierte que "la educación popular
es estratégica, porque no es sólo metodología, sino
militancia para crear una nueva sociedad con nuevos valores en la política"
que permitan enfrentar las trampas mediáticas, los nuevos peligros
de la historia. "Si logramos crear en América Latina una educación
popular, habría otra manera de hacer y encarar la política,
valores objetivos y subjetivos, participación y coherencia militante".
Pero además, en la práctica, con las tomas
de tierras, las protestas, las marchas, se aprende "lo que muchos intelectuales
olvidaron, lo aprendimos sobre la piel", dice una muchacha participante
en el encuentro, perteneciente al MMTR.
Plinio, a su vez, hace un recuento de la vida política
de los últimos años para llegar a este momento donde, sostiene,
"se ha producido una perplejidad ante el poder". Recuerda la enorme ruptura
histórica que se registró en el movimiento popular y en la
historia de la militancia cuando sobrevino el golpe militar de 1964, instalando
la dictadura hasta 1985. "Ahora tenemos nuevos liderazgos que no conocen
a veces ni siquiera los nombres de los viejos dirigentes, ya que el golpe
militar destruyó todo lo acumulado", hasta la recuperación,
que comenzó con la resistencia a la dictadura en la que destacaron
el sindicato metalúrgico, donde aparece Lula, las grandes huelgas
del cordón industrial de Sao Paulo, y las comunidades eclesiales
de base y otros movimientos que estaban sumergidos o dispersos, tras haber
sido diezmada la militancia. Precisamente el Cepis es un organismo que
cumplió un papel muy importante durante la dictadura para rescatar
los valores perdidos, la militancia.
Para entender la "perplejidad actual", Plinio se detiene
en el periodo de la apertura democrática y de los sectores que intervinieron.
Entonces, "el ala del centro de la burguesía", con personajes como
Ulises Guimaráes y Tancredo Neves, abrieron puertas y paso a una
alianza "de facto contra la dictadura", y en los tiempos en que
los políticos del poder cooptaban "mediante pequeñas concesiones
a sectores del movimiento popular".
Para Plinio, el Partido de los Trabajadores (PT, ahora
oficialismo) es el primer partido que el pueblo brasileño logró
construir, porque hasta ese momento todos los partidos importantes tenían
el liderazgo "de la burguesía de los salones". Por ello, las movilizaciones
y actividades del PT eran señaladas como "un peligro" o se trataba
de paralizarlos, bajo la idea de que "provocaban un retorno de los militares".
Todo eso fue superado, cuando el PT ya al frente de gobiernos municipales
va demostrando su capacidad de gobernar.
Pero "cuando el PT llega a la presidencia (el primero
de enero) sucedieron las perplejidades. No logramos cambiar rápido
el gran desempleo, hubo profesionales y funcionarios en contra. Habíamos
logrado un poder popular pero, por otra parte, nos enfrentamos con diversos
problemas", entre los que cita las consecuencias de la globalización.
Así se llegó a que los mismos sindicatos
metalúrgicos que fueron ejemplo de lucha del pasado "hacían
acuerdos increíbles, y perdían el carácter combativo
de aquellos metalúrgicos de San Bernardo do Campo (entre los que
surgió Lula). Y entonces comenzamos a preguntarnos qué aconteció,
qué sucedió".
En este sentido, Plinio señala que el proceso de
globalización tuvo efectos violentísimos al disminuir las
fuerzas del trabajo, entre otros elementos que obligaron a los sindicalistas
"a civilizar extremadamente la disputa". Resultó en la pérdida
de fuerza del movimiento sindical, que bajó su demanda, y por eso
ahora "los trabajadores luchan por mantener el empleo, el Estado debe negociar
con privados y dejar en estas manos muchos de las tareas que antes cumplía
ese Estado, produciendo simbiosis increíbles, corrupción,
cooptación. Los sindicatos creados para bregar con el patrón
ante estas condiciones disminuyen su agresividad".
También marca muy claramente que en este periodo
"el imperialismo tiene una enorme fuerza agresiva y la política
queda sólo para la elite cultural, como sucede desde hace 500 años,
y plantea un sistema cerrado para impedir que el pueblo llegue al poder.
"Nuestra militancia, nuestra cultura no logró vencer
la cultura tradicional. Estamos asombrados, perplejos. Tengo la impresión
de que los antiguos líderes están tristes, preocupados, y
aunque analizamos que había una visión ingenua del poder,
sabemos que existen salidas". Por ello, los movimientos sociales están
subiendo su apuesta a la esperanza, "pero con realismo y decisión".
Basta con ver las actuaciones teatrales de los militantes
de estos movimientos, tanto para recordar las experiencias de poder popular
en la región como las luchas de liberación, y las más
cercanas movilizaciones que no dan tregua al gran poder, frente al cual
articulan sus propios proyectos de futuro y programas de desarrollo "real",
para salir justamente de ese estado de perplejidad.
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