México D.F. Viernes 17 de octubre de 2003
Concierto de la artista búlgara en el
Auditorio de Minas, en Guanajuato
La música, acto divino y diálogo entre
lo sagrado y lo profano: Baranowska
El violonchelo es quizá el instrumento que más
se acerca a la voz humana, expresa
ANGEL VARGAS ENVIADO
Guanajuato, Gto., 16 de octubre. El violonchelo
no es un instrumento melancólico ni triste, aclara una de las más
prestigiadas ejecutantes de Europa, la búlgara Emilia Baranowska.
''Ese
es un mito absurdo. Se trata de un instrumento libre, de hermoso canto,
quizá el que más se acerca a la voz humana y, como tal, es
capaz de reflejar los estados del alma. Puede ser lo mismo grave que sutil,
tan explosivo y alegre como profundamente triste. Es un instrumento nacido
para la melodía."
La intérprete está de nuevo en México
para ofrecer presentarse en diversos puntos del país. La primera
será hoy en el Festival Internacional Cervantino (FIC), después
viajará a Sinaloa y por último ofrecerá un concierto
en el Centro Nacional de las Artes, en la ciudad de México.
Siempre hay algo por descubrir
Baranowska, en entrevista, se revela como mujer y artista
vigorosa, apasionada por lo que hace. Asume a la música como un
acto divino y al intérprete como interlocutor entre lo sagrado y
lo humano.
Sostiene que la base de todo arte es expresar el espíritu
de las personas y del tiempo en el que viven. Así, busca explicar
por qué prevalece la falta de armonía en la música
clásica contemporánea, lo cual ha redundado en un rechazo
y alejamiento de los grandes públicos.
''En el siglo XX, los hombres perdieron su relación
con Dios y el espíritu. En un corto tramo histórico se suscitaron
guerras, barbarie, y eso se refleja en el arte. El artista está
por encima de su tiempo y su tarea consiste en hacerlo evidente, sin importar
lo horrendo que éste sea. Si no hay armonía en la humanidad,
cómo se espera que, por ejemplo, en la música sí la
haya", expresa quien fue alumna de Pierre Fournier.
''Esta falta de armonía ha provocado el alejamiento
de la gente del arte. Sin embargo, estoy convencida de que será
algo temporal. Es una dinámica que deberá restablecerse.
El arte es una de las expresiones sublimes de Dios y aquél puede
cambiar la condición humana."
Baranowska, cuyo repertorio abarca del barroco a lo contemporáneo,
refuta la concepción de que los compositores actuales se han olvidado
de lo emotivo y están obsesionados por una búsqueda intelectual,
pues ''el arte no puede crearse ni existir si ante todo no existe emoción".
La violonchelista explica que su forma de enfrentarse
a las partituras es con una interrogante, con la seguridad de que siempre
hay algo por descubrir.
Para sus conciertos en México, Baranowska preparó
dos programas. El primero, que presenta este viernes en el Auditorio de
Minas en Guanajuato, en el contexto del FIC, incluye una pieza poco tocada
de Chopin, Introducción y Polonesa brillante Op. 3, y sonatas
de Beethoven y Brahms, así como Elegía, de Fauré.
El segundo, en tanto, consta de tres de las seis suites para violonchelo
de Bach y algunas de las partituras escritas para ella por Sergio Caligaris,
Dimiter Christov y Vihtang Kakhidze.
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