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México D.F. Viernes 17 de octubre de 2003
Emir Sader*
El Consenso de Buenos Aires
ula y Kirchner quisieron imprimir, en este encuentro, no sólo la marca de la profundización de las relaciones bilaterales, sino también un sello ideológico, con la firma del llamado Consenso de Buenos Aires.
El nombre no es nuevo y, de algún modo, es poco auspicioso, pues fue la denominación dada al documento elaborado todavía en la década pasada por Jorge G. Castañeda y Mangabeira Unger, firmado por Vicente Fox, el argentino Fernando de la Rúa, el chileno Ricardo Lagos, y el brasileño Ciro Gomes, entre otros. Representantes del Partido de los Trabajadores (del hoy presidente Lula) participaron, hasta cierto punto, en la elaboración del texto, aunque finalmente no suscribieron la versión final. El fracaso de De la Rúa en la presidencia argentina fue el certificado de muerte de aquel documento, un intento de "humanización del neoliberalismo", que mantenía las políticas de ajuste fiscal tratando de compatibilizarlas con las políticas sociales.
Pero al retomar ahora el mismo nombre, Lula y Kirchner pretenden darle un nuevo contenido, salir del modelo neoliberal, aunque enfrentan grandes dificultades para lograrlo. Sin embargo, ambos son conscientes de que hoy día son el eje de una alternativa de integración continental, por medio del Mercosur, y en oposición al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el proyecto patrocinado por Estados Unidos.
Así, después de la reafirmación de objetivos comunes -como la garantía de derechos y libertades para todos los ciudadanos, la consolidación de la democracia política, la profundización de las políticas públicas y la prioridad de la educación-, el documento se centra en la crítica de la desigualdad impuesta por la globalización y en la afirmación estratégica del papel del Mercosur.
"Ratificamos nuestra profunda convicción de que el Mercosur no es sólo un bloque comercial, sino que constituye un espacio catalizador de valores, tradiciones y futuro compartido". La integración regional es entendida como "una opción estratégica para fortalecer la inserción de nuestros países en el mundo, aumentando su capacidad de negociación". Luego se establece uno de los objetivos estratégicos: "Una mayor autonomía de decisión nos permitirá hacer frente más eficazmente a los movimientos desestabilizadores del capital financiero especulativo y a los intereses contrapuestos de los bloques más desarrollados, ampliando nuestra voz en los diversos foros y organismos multilaterales".
La integración sudamericana, se señala, tiene como objetivo "la constitución de un nuevo modelo de desarrollo en el cual se asocien el crecimiento, la justicia social y la dignidad de los ciudadanos". Se refuerza así la impresión que la polarización ALCA-Mercosur es más que externa, y que además remite a políticas económicas diferenciadas, una privilegiando la exportación, otra volcada al mercado interno.
El documento reafirma la postura crítica de Brasil y Argentina a la posición del gobierno de Bush, sin mencionarlo, al defender soluciones multilaterales para los problemas mundiales y el fortalecimiento de la ONU y de su Consejo de Seguridad.
En su conjunto, al contrario del Consenso de Washington, que pretendía establecer los métodos para concretar los fines asumidos por los organismos que lo patrocinaban, el Consenso de Buenos Aires se centra más en enunciar objetivos, pese a que hace del Mercosur y de la integración regional su gran instrumento de realización de los mismos. * Sociólogo y doctor en Ciencias Políticas brasileño, especialista en temas latinoamericanos, y uno de los organizadores del Foro Mundial de Porto Alegre. Traducción: Alejandra Dupuy
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